Escribe Marcelo J. Silvera *
Generalmente vamos por la vida en modo automático. Envueltos en lo que la Ontología del Lenguaje llama la «transparencia», esa burbuja de hamster que nos contiene y permite que hagamos las cosas habituales de manera casi inconsciente. El filósofo alemán Martin Heidegger postula que esta actividad no-reflexiva, no pensante, no deliberativa, la acción con umbral mínimo de conciencia constituye la base y condición primaria de la acción humana.
Cuando, por ejemplo, caminamos, subimos la escala, martillamos un clavo en la pared, escribimos en el celular, hablamos por teléfono, andamos en bicicleta, comemos, manejamos el auto, cocinamos, etcetera, lo hacemos en transparencia. Ello implica que no tenemos la atención puesta en cada paso que damos al caminar o en cada movimiento que hacemos con las manos al martillar. Tampoco proyectamos por anticipado el movimiento que haremos a continuación. La acción transparente no sigue los supuestos ofrecidos por la interpretación de la acción racional.
Actuamos sin tener clara conciencia del pavimento en el que caminamos; de los escalones que subimos; del martillo, del clavo y de la pared; de la pantalla del celular; del auricular del teléfono; del tenedor que tenemos en la mano al comer y del plato que contiene la comida; de la olla en la que revolvemos al cocinar. Nuestra atención suele estar puesta en otra parte.
Nos desplazamos en sintonía con el mundo alrededor, sin detenernos a pensar en él. Fluimos en él, como cuando bailamos sin prestar mayor atención a los pasos que estamos dando.
Cuando nos encontramos en este estado, en la transparencia del fluir de la vida, no solo no estamos pensando en lo que hacemos, tampoco estamos en un mundo que se rige por relación sujeto-objeto.
Con Mindfulness se pretende hacer consciente esas acciones que están en piloto automático. ¿Para qué? Para percibir el mundo, para ser parte de él, para observarlo, apreciarlo, admirarlo. No podemos intervenir en un mundo que no somos capaces de percibir, por ello es necesario percibir lo que sucede a nuestro alrededor. Hemos tratado la escucha activa en varias ocasiones, y es una de las herramientas para percibir lo que nos rodea, percibir lo que sucede realmente poniendo todos nuestros sentidos conscientes.
Y vos, ¿puedes percibir el mundo que te rodea?
*Periodista – www.marcelojsilvera.com.ar