Héctor “Puchi” Cohen
Nació en Ucacha, el 4 de enero de 1947. Casado, tres hijos, cinco nietos. Es técnico en Electrónica. Comenzó a militar en las filas de la Unión Cívica Radical en 1972. Ocupó diversos cargos partidarios. De 1983 a 1985 fue secretario del Comité Departamental, fue congresal provincial durante tres mandatos. Trabajó a la par de dos presidentes departamentales Matías Iglesias y Carlos Zanotti. A fines de la década del 80 asumió en una banca en el Concejo en remplazo de un edil que renunció. Ocupó la presidencia del comité de circuito durante dos años y medio hasta 2009. Cumplió funciones como secretario de bloque del Deliberante. Ya no tiene cargos, pero sigue siendo un militante
Escribe: Nancy Musa
DE NUESTRA REDACCION
Más de cuarenta años levantando las banderas de la Unión Cívica Radical, sosteniendo los principios históricos que grabó a fuego Leandro Alem el 26 de junio de 1891. Más de cuarenta años transitando los caminos con la boina blanca en su corazón y fiel a la consigna “que se rompa, pero que no se doble”.
Puchi Cohen es un militante de cuna, un hombre que hace tiempo dejó de lado sus aspiraciones personales y espera que su partido tenga presencia en la calle y no permanezca encerrado entre cuatro paredes.
Sencillo, de bajo perfil, habla de su vida, utiliza el humor y aporta su mirada a la realidad política actual.
-Si tuviera que hacer un balance de toda su trayectoria en la política ¿qué fue lo más importante que le dejó?
-Me sirvió mucho, me dio muy buenos amigos, me dio la posibilidad de solucionar problemas a la gente, eso desde el partido y desde el Concejo se puede hacer si uno quiere, si uno lleva la política adentro se puede hacer.
Me quedaron muchas satisfacciones, más con el partido que con el Concejo.
En el Concejo estuve poco tiempo y en ese momento había una división, peor que la de ahora.
-Usted comenzó a militar en la UCR en tiempos que la política tenía ideales, se luchaba por causas, existía fervor cívico, ¿cuáles son las diferencias entre esa época y la actualidad?
-Nada que ver una época con otra. La militancia era distinta, yo empecé en el año 1972, participaba un rato de la reunión y tipo 10.30 nos íbamos con el tarro de cal, la brocha, a pintar paredes, a pegar carteles.
Hoy en día, si mandás a pegar carteles te preguntan cuánto pagan (sonríe). Antes lo hacíamos de corazón.
Salíamos un grupo en que estaba José Redondo, Ricardo Dughetti, Cerrolaza, éramos cuatro o cinco que todas las noches íbamos a pintar y a pegar carteles.
-¿Qué cosas lo motivaron a militar en un partido político?
-Siempre me gustó, ya mi papá militaba en la UCR, o sea lo traigo de cuna. En el año 1963 cuando ganó la Intendencia Porfirio Seppey mi papá estaba en la boleta como integrante del Tribunal de Cuentas.
Y me acuerdo que yo tenía 15 años, mi papá era fiscal en la Escuela Alberdi, y yo fui a ver lo que hacía. Y me dijo “quédate un rato que voy a comer”. Me explicó un poco lo que tenía que hacer y me gustó ser fiscal (risas).
-Fue el puntapié inicial para salir después con el balde y la brocha
-(Risas). El militar, escuchar a la gente, poder solucionarle problemas por más pequeño que sean es lo que me hace feliz, siempre me hizo feliz poder ayudar.
-¿Con quién inició sus primeros pasos en la militancia?
-Con Carlos Zanotti, que en ese momento fue diputado con Ramón Zabala y el senador fue Pidoux, año 1973.
Después vino el golpe y volvimos a reaparecer en 1982 que tuvimos que afiliarnos de nuevo.
Y en 1982 comencé a trabajar con Ramón Zabala, que estaba con Zanotti que manejaba el Departamento. Ahí estaba Pidoux, el Nito Botta, con ellos empecé.
-Ese año tuvieron internas ¿recuerda alguna anécdota?
-Sí, la interna fue por un lado Horacio Cabezas y nosotros con Zabala lo postulábamos a Juan Reguera. Y la anécdota que recuerdo, para las elecciones hicimos un asado en el Club Rivadavia, el Nito consiguió unas camperas de cuero, le dimos de comer a mil doscientas personas, sorteamos las 25 camperas, los llevamos en auto a votar y sacamos 900 votos (risas), o sea les dimos de comer, les regalamos camperas de cuero, los llevamos y le votaban a los otros (risas). De eso no me voy a olvidar nunca.
-Esas cosas de las internas.
-Sí, son recuerdos gratos. Muy buena gente Zabala, Pidoux, don Juan Reguera, Carlos Zanotti, Nito Botta, eran excelentes personas.
-Fue un momento de gloria para el radicalismo con el liderazgo de Raúl Alfonsín.
-Sí, estaba el alfonsinazo. El famoso alfonsinazo que disparó una afiliación masiva. Un carisma tremendo tenía Alfonsín, no le fue bien en su Presidencia, pero eso es otra historia.
-A fines de la década del 80 usted tuvo un paso por el Concejo ocupando una banca, ¿en la interna entre Veglia, Baysre y Valinotto trabajó para Veglia?
-Sí, ahí estuve con Veglia. Estaban las tres listas, nosotros no decidíamos y Chiche Zabala propuso hablar con Valinotto. Hablamos con él, le dijimos de nuestro grupo, pero nos dijo que ya estaba todo cerrado.
Entonces, fuimos hablar con Miguel Veglia, recuerdo la satisfacción que tuvo por nuestro apoyo y entraron dos concejales de nuestro grupo Pidoux y Félix Tavarone.
-¿Por qué llega usted al Concejo en medio del mandato?
-En ese momento ganando entraban siete por el ganador. Yo iba número 11. Pero se fue don Felipe, renunció Ricardo Rivera y entro yo. Pero después en dos elecciones internas encabecé la lista, con Reguera y Gustavo Lazzuri, y en una general me ofrecieron el primer lugar pero dije que no.
O sea que entré siendo 11 (risas) y cuando encabecé las listas no pude entrar. Y a Miguel le dijo que no.
-¿Por qué la negativa a encabezar la lista?
-Porque estaba enojado y siempre cuidé los principios. Vino el Gordo Parola a hablarme y le dije la verdad, hasta hacía diez minutos lo estaba puteando a Veglia y no iba a salir encabezando la lista. Fue una cuestión de principios.
-¿Su paso por el Concejo fue tranquilo o un tanto convulsionado?
-Fue tranquilo, pero lo que me molestó mucho es que había una división muy grande dentro del bloque. Estaban los veglistas y el resto. A los tres meses de estar me eligieron vicepresidente del bloque, el presidente era Hugo Traverso, y yo quería renunciar a ese cargo. Lo hablé con Hugo, le dije que me molestaba las peleas, éramos todos radicales y él me convenció y me quedé.
Por eso te dije que me dejó más satisfacciones el partido que el Concejo.
-¿Qué es lo que jugaba en esas peleas, intereses personales?
-Intereses personales por sobre todas las cosas.
-El radicalismo gobernó la provincia y la ciudad desde 1983 a 1999, ¿qué pasó después?
-Desgaste, fundamentalmente, como le está pasando al Gobierno justicialista. La gente se cansa, tantos años del mismo signo político la gente se cansa.
Y el radicalismo perdió el encanto con la gente, tiene que volver a enamorar a los afiliados, porque cada vez somos menos. No sé qué hicimos mal, pero me parece que tenemos que salir a la calle, a conquistar a la gente de nuevo y no estar encerrados entre nosotros.
-Usted que viene de una militancia de más de cuarenta años ¿cree que el radicalismo debe recuperar su identidad o seguir en Cambiemos?
-Yo soy partidario de la identidad, me gustaría ir a una elección con la Lista 3, pero sabemos que hoy solos no llegamos, es imposible. Y si dejamos a la alianza sin el radicalismo que le aportó toda la estructura, porque tenemos un comité en todos los pueblos de punta a punta del país, tampoco se gana.
La alianza sirvió para que se fuera el gobierno que estaba, que era lo que queríamos. Fue una alianza electoral.
Pero pienso que el radicalismo debería participar más de las decisiones del Gobierno. No puede ser que dirigentes de peso se enteren de muchas cosas por el diario de mañana. No le dan participación en las decisiones.
-Más allá de su poca participación en las decisiones ¿lo ve motivado a su partido?
-Sí, se está poniendo en marcha de a poco. El radicalismo es un elefante grande, cuesta ponerlo en marcha, pero antes estaba sentado en el piso y hoy veo que ya se puso de pie.
Tal vez no sea para la próxima elección, pero estoy convencido que estamos en marcha.
Y la alianza era necesaria, porque pienso que el Gobierno anterior le estaba haciendo daño al país.
-¿Qué opinión tiene de las medidas económicas que está tomando el Gobierno nacional, entre ellas el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional?
-Creo que Macri sabía que estaba todo desordenado, pero no se imaginó nunca que estaba tan desordenado, entonces está tomando medidas antipáticas para ver si lo ordena. Pero, se le hace muy difícil por los opositores que siempre tiran en contra, como fue la ley que aprobaron por las tarifas.
Así no se puede.
-Estamos con un enfrentamiento social, lo que llaman grieta, ¿qué piensa?
-Las crean los que dicen, desde una tribuna, tenemos que lograr que este Gobierno se vaya. ¿Qué más grieta que eso, Nancy?
-¿Usted cree que desde el Gobierno nacional hacen algo para pacificar o echan más leña al fuego, por ejemplo con los dichos de Carrió?
-Nunca fui partidario de Carrió, pero no se calla y eso me gusta. Y tiene la posibilidad de ir al presidente y decirle lo que está haciendo mal. Sé que se han corregido cosas por sugerencias de Carrió y además ella hizo muchas denuncias importantes.
-Hablando de denuncias ¿Piensa que la Justicia está actuando correctamente?
-No, la Justicia actúa de acuerdo al gobierno de turno.
-¿El camino a la República se hace cada vez más difícil?
-Por supuesto, mientras vos tengas una Justicia así, mientras tengas legisladores que votan por orden de arriba, ya sea del oficialismo o de la oposición, y no por convencimiento, así no hay República. Mientras no haya una verdadera división de poderes tenemos democracia, pero no hay República.
-¿Tiene esperanzas que logremos la soñada República alguna vez?
-Sí, creo que sí. Esto se tiene que terminar, no sé cuántos años pasarán, pero en algún momento tenemos que lograr la República.
-Vamos a dejar un rato la política de lado y lo voy a llevar a su infancia ¿cómo la recuerda?
-Una infancia muy buena. Nací en Ucacha, pero nunca viví en Ucacha. Mis padres con mis dos hermanos vivían en Arias y mi mamá era de Ucacha.
En Arias había una tienda muy grande, de una gente de Buenos Aires, con una casa arriba del salón para el gerente y mi papá era el gerente. Ahí vivía mi familia.
Cuando llega el momento del parto, mi mamá se va a Ucacha, a la casa de su mamá, para tenerme a mí. Mi abuela hizo de partera, por eso nací ahí, pero a los quince días ya me llevaron a Arias a mi casa (sonríe).
Pero no me acuerdo nada de ese lugar porque estuve hasta los 3 años nomás, hasta 1950.
-¿Qué pasó en 1950?
-Ese año, cae la gente de Buenos Aires y le dice a mi papá que se tenía que afiliar al peronismo porque había una orden. Mi viejo le dijo “antes de afiliarme al peronismo me corto las manos” (sonríe).
Yo soy radical, pero mi papá era muy antiperonista. A los dos días le cae un telegrama que tenía que dejar la casa. Eso me contaron.
Y así se quedó sin trabajo y salió con su mujer y sus tres hijos a la deriva. Le pagaron una indemnización, se vino a Villa María y puso una fábrica de pantalones.
-Un cambio radical en su vida
-Sí, radical (se ríe). Mi infancia transcurrió en Villa María, vivíamos frente al Marañón, en la esquina de Catamarca y Chile hay un barcito, bueno ese bar era la fábrica de mi papá y en la casa del lado vivíamos nosotros.
Había tantos chicos en esa cuadra, todas las tardes salíamos, un día con el trompo, otro con las bolitas, preparábamos los autitos con masilla para correr por el cordón de la vereda, las figuritas.
Frente a la fábrica de mi papá, que ahora hay una casa, había un campito. Saltábamos la tapia, con un palo de escoba, le atábamos una goma, le poníamos un broche (risas) y jugábamos a la guerra con las bumbulas de paraíso.
Eramos una barra grande, estaban los Valinotto, los Salusso, Aburrá, Cortese, íbamos todos a las misma escuela, al José Ingenieros.
Fue una infancia hermosa, con muchos amigos.
-¿Jugaban al fútbol?
-No, nunca me gustó el fútbol. Había unos que andaban con una pelota hecha con medias, pero no, al fútbol no jugábamos.
-¿Era un chico travieso o era tranquilo?
-Era tranquilo. Mi papá me decía “fiaquini” (risas) porque me sentaba en el umbral de la vereda y mi mamá salía a los cinco minutos y yo estaba dormido.
-¿Y cómo estudiante era bueno o regular?
-De los peores (risas). La primaria la pasé bárbaro, pero en la secundaria con lo que explicaba el profesor ya estaba, pero faltaba mucho, me hacía la chupina, el primer año me llevé tres materia, el segundo siete u ocho, el tercero me llevé once y ahí me echaron.
Estudié en la Escuela de Minería de José de la Quintana.
-De ahí lo echaron y volvió de nuevo al pago.
-Sí, volví al pago y empecé con mi profesión, antes hice otras cosas.
-¿Dónde estudió técnico Electrónico?
-Estudié en la Vocacional nocturna y salí técnico en Radio, después hice mucho sacrificio, me fui a Córdoba al IDEC para estudiar técnico en Televisión. Yo viajaba, tomaba un colectivo a las 4 de la tarde y me iba corriendo al instituto y salía a las 11 de la noche y me iba corriendo a la Terminal para tomar el colectivo de vuelta y varias veces lo perdí (risas).
Todo ese estudio me lo banqué yo.
-¿A qué edad empezó a trabajar?
-A los 15. Empecé repartiendo diarios y revistas para el quiosco Maurino que estaba frente al Marañón. Con eso me costeé el estudio.
-¿Su padre le hablaba de política, del radicalismo?
-Mi papá cuando hablaba de política lo puteaba a Perón (risas). Mi papá era de Buenos Aires, militaba allá y sabía contar que en la elección de Yrigoyen iban a buscar gente, pero iban con el révolver en la cintura.
Así que nací radical. Mi abuela me sabía contar que cuando nací yo, mi papá pegó el grito: “Varón, radical y de Boca”.
-Lo etiquetaron en el acto.
-(Risas). Cuando yo tenía 4 años, fue a la Boca y me hizo socio. Mi papá murió a los 85 años, la que murió joven es mi mamá que me queda la satisfacción que la atendí hasta último momento, murió a los 66 años.
-¿Cómo era su mami?
-Era un amor, rubia, ojos celestes, era una madraza y yo era el mimado porque era el más chico.
-Cuando lo echaron de la escuela al mimado ¿no le dijeron nada o pusieron el grito en el cielo?
-Nunca me pegaron a mí, pero sí recuerdo las palabras de mi viejo “no querés estudiar, ya te ponés a trabajar porque no te doy un mango”.
Y empecé a repartir diarios con la lista de clientes que me daba el quiosco.
Después trabajé con un primo que vendía intercomunicadores, yo los instalaba, en 1967 me casé y me fui a vivir a Villa Regina, en la perla del valle de Río Negro.
Estuve un año y pico, me tocó el servicio y cuando volví trabajé en un taller de radio que armaba televisores, luego trabajé en Cornaglia y después en Rovira.
En 1974 ya me puse mi propio taller.
-¿La política le quitaba tiempo a su trabajo?
-Sí, había que dedicarle tiempo, creo que no llegué a nada porque no tenía tiempo. A veces te llamaban a una reunión a las 10 de mañana y yo no podía ir por el trabajo, cuando llegaba más tarde ya habían cocinado todo y vos te habías quedado afuera (risas).
Pero en esa época a mí me iba muy bien, recuerdo que Cabezas me llamó para un cargo, pero le dije que no porque no podía abandonar mi negocio.
Y de lo que me arrepiento es de haberle quitado mucho tiempo a mi familia.
-¿Su familia lo acompañó en su militancia?
-Nunca me dijo que no, con mi esposa siempre fuimos muy compañeros, nos casamos los dos con 20 años.
-Recuerdo un acto muy emotivo hace 9 años, que cubrí para EL DIARIO, cuando lo despidieron de la Presidencia del comité y cantaban “Puchi, Puchi”.
-Sí, lo recuerdo, recuerdo hasta el grito de Carlos Zanotti que empezó “Puchi, Puchi”. Gracias a Dios me querían de todas las líneas.
Me vinieron a hablar para que siguiera, uno fue Bachicha Sánchez que era contra el grupo nuestro y me pidió que encabezara una lista de unidad. También Carlos Gagliano me lo pidió, pero no quise.
-Su primera experiencia en cargos partidarios fue ser secretario departamental.
-Sí, del 83 al 85, después durante tres mandatos fui congresal provincial y en la última integré la mesa ejecutiva del Congreso provincial. En simultáneo trabajé como secretario del presidente del Departamento Matías Iglesias y de Carlos Zanotti.
Después no quería ir más a Córdoba, entonces asumí en la Secretaría del comité de circuito.
También sin estar en la lista, acompañé a Noris Tais en el comité, siempre trabajé. Me hice cargo de los fiscales, que es una tarea ingrata, hasta hace dos elecciones que no me llamaron más para participar. Deben haber dicho “este viejo ya no sirve” (risas).
Pero los organizaba bien, hasta hice un programa específico para cargar todos los fiscales, con sus mesas respectivas. Me gusta hacer programas de computación, soy aficionado.
-¿En qué circunstancias se hizo cargo de la presidencia del comité local hace diez años?
-Fue en un momento complicado, pero gracias a Dios se arrimó gente que me ayudó mucho. Tuve la mala suerte que se murió Alfonsín en ese momento y se me ocurrió organizar una misa interreligiosa en la Catedral. Fueron todos.
Lo demás fue ordenar, yo me hice cargo por la renuncia de Ismael Díaz. Y estuve dos años y medio al final, porque se prorrogó la renovación de autoridades.
Me sentí muy acompañado por gente que se sumó a trabajar, entre ellos Yáñez, el Coco Fiol, Azcona.
-Durante su mandato a cargo del comité, ¿el afiliado participaba más que ahora?
-Sí, cada día que pasa participa un poco menos. La decadencia que hubo desde que terminó la Gobernación de Angeloz (1995) hasta el momento fue muy marcada.
-¿El año 2001 fue un quiebre para su partido?
-Sí, fue un quiebre. Me desilusionó mucho De la Rúa, creo que no sabía lo que estaba haciendo, hasta se le dio por llamarlo a Cavallo.
-De 2001 a la actualidad pasaron 17 años ¿por qué no pudo recuperarse el radicalismo a nivel nacional, le faltan liderazgos?
-Le faltan liderazgos y se nota. No tenemos un Angeloz, un Alfonsín, acá mismo en Villa María teníamos grandes dirigentes, pero hoy no se ve un conductor.
Y creo, te repito, que el error fue encerrarse entre cuatro paredes. Hay que salir a la calle, a los barrios, falta presencia del radicalismo con los vecinos, pero cada vez hay menos militancia.
Algo hay que hacer.
-¿Usted es de los que piensan que si al PRO le va bien, al radicalismo le va ir bien?
-No, el PRO no le da participación en las decisiones al radicalismo, lo llama cuando le hace falta estructura. Hace unos días hicieron un evento en el Verdi, a mí no me invitaron. Que no me llamen a mí, bueno, pero escuché a varios dirigentes de la UCR que tampoco fueron llamados.
No hubo una invitación formal al partido, pero lamentablemente creo que vamos a tener que seguir juntos.
-¿No ve posibilidades que el radicalismo despegue para 2019?
-No, porque por más que crezca nunca le va alcanzar para ganar la Intendencia solo. Por eso, lo que estamos buscando es ir juntos con Cambiemos, pero que la cabeza de la lista sea un radical.
Pasa que ya están hablando que quiere ser Capitani, que quiere repetir Zazzetti.
-¿Usted tiene en vista un posible candidato radical?
-No me puse a pensar. Sé que hay algunos que quieren ser, pero no sé, todavía no lo veo claro. Interesados hay pero no es fácil. Creo que deberíamos hacer una interna en Cambiemos con todos los que quieren ser candidato y al que gane respetarlo.
Pero, no sé, yo voy a trabajar para que la cabeza sea del radicalismo.
-¿A nivel provincial observa un liderazgo claro para pelear la Gobernación?
-Está dividido. Por un lado están los de Mestre y por otro los de Negri. Y si no se juntan no vamos a ningún lado.
Yo me siento más identificado con Negri, tengo más contacto, y es muy capaz, tiene experiencia como vicegobernador.
A Mestre no lo conozco.
-¿A nivel nacional tampoco vislumbra liderazgos notables?
-No hay un líder para mí. No veo a nadie que pueda unificar. Aparte no se puede andar buscando un líder, tiene que aparecer solo, con carisma, con capacidad como apareció Alfonsín, como apareció a Angeloz.
Como tampoco acá en Villa María vos podés inventar un intendente.
-¿Por lo que veo sus expectativas para 2019 son bajas?
-La expectativa que tengo es que podamos lograr en la alianza encabezar la lista, nada más, pero ir solos es una utopía.
-¿La clase política sigue siendo una privilegiada económicamente?
-Sí, nunca estuve de acuerdo con eso. Creo que los sueldos son excesivos, han defendido los viáticos, el canje de pasajes, estoy en desacuerdo. Son privilegiados, pero no todos, los políticos locales tienen un buen sueldo, pero nada más.
-¿Qué sueño tenía cuando era niño?
-Quería ser ingeniero civil. Eso me encantaba y las cosas de la vida me llevaron a no poder terminar el secundario. Mi error fue haberme ido a la Escuela de Minería, internado, solo, estoy seguro que si me hubiera quedado en Villa María hubiera terminado el secundario y podría haber sido ingeniero (sonríe).
-¿Qué sueño tiene hoy?
-Ya ninguno, hoy pienso en mis nietos. Mi ambición es verlos profesionales.
Opiniones
Mauricio Macri
Lo sigo apoyando porque estoy convencido que lo va a sacar adelante. Creo que no le hace bien tomar las medidas que está tomando, pero debe estar asesorado que es la única forma de sacar el país adelante dentro de cuatro o cinco años.
Juan Schiaretti
Tiempo cumplido. Para mí ya cumplió un ciclo.
Martín Gill
Es un muy buen muchacho, muy capaz, aparentemente tiene todo ordenado, pero no se ven obras o hay muy pocas.
Lo aprecio mucho a Martín.
Me gusta: Trabajar, disfrutar el domingo con un almuerzo en familia, el asado con los amigos.
Me encanta: Ir al rally con amigos, hijos, nietos. Viajar.
Me entristece: Ver tanta corrupción, tanta pobreza y que no la puedan solucionar.
Me enoja: La impuntualidad, la impunidad, la falta de respeto a los poderes.