Presentación – El reconocido monje tibetano budista Thubten Wangchen brindó ayer una charla abierta
En el salón Hexagonal del Anfiteatro, el fundador de la Casa del Tíbet en Barcelona y eurodiputado habló sobre “La paz individual como basamento para la paz mundial”. Se trató de la primera visita oficial de un monje tibetano a nuestra ciudad
Thubten Wangchen, quien tiene lazos de amistad con estrellas de cine internacional como Richard Gere, carga en sus espaldas con una particular vida de película.
A la edad de 4 o 5 años y en compañía de su padre y de sus hermanos tuvo que huir del Tíbet cuando China ocupó su país en 1959 mientras que su madre fue ejecutada por el Ejército invasor. Poco más tarde, Thubten fue niño mendigo en Katmandú hasta que en la adolescencia ingresó en el monasterio del actual Dalai Lama para convertirse en monje.
Con la serenidad que lo caracteriza, el fundador de la Casa del Tíbet en Barcelona y actual diputado por su país en la Comunidad Europea brindó ayer por la tarde una charla abierta en el salón Hexagonal del Anfiteatro Municipal titulada “La paz individual como basamento para la paz mundial”.
Con palabras simples emitidas en un español un tanto acotado, Wangchen logró plasmar las enseñanzas principales del budismo. “Todos somos iguales, porque somos seres humanos, pero también diferentes. Lo que sí todos buscamos paz, felicidad, éxito, salud física y mental, no fracasos, ni dolores ni problemas”, indicó.
“Ninguna religión, ni en la Biblia, ni en el Corán, ni en el Torah se piden guerras, ni muerte ni nada por el estilo sino que hablan de hacer el bien”, prosiguió.
“Vivimos en un mundo conflictivo en el cual tenemos que cultivar un corazón calentito (sic), donde haya amor, compasión y menos yo, donde el corazón y la mente irradien luz. Si vemos una persona que sufre no sirve que digamos ‘qué pena’; tenemos que ayudar. Hay que ser buena persona, ayudar lo máximo posible o, por lo menos, no hacer daño”, continuó.
Asimismo señaló que “la paz interior no depende de lo exterior de lo material, sino todos los ricos serían felices y no lo son; también sufren, son competitivos, tienen estrés”.
Sobre reencarnaciones y el Dalai Lama
Previo a la velada, EL DIARIO conversó brevemente con el monje quien brindó estas respuestas.
-Usted ha dado charlas por todo el mundo. ¿Hay preguntas que se repiten?
-Sí, últimamente me preguntan por las reencarnaciones y sobre el Dalai Lama, quién es y qué pasará cuando él muera. El es el líder espiritual de los budistas y como humano un día morirá, pero nuestra tradición indica que el alma nunca muere así que antes de morir él dejará señales e indicaciones en dónde podría reencarnar. Ningún alma muere, ni la de los ateos, comunistas, ni las de perros, vacas y todos reencarnamos en algo o alguien.
-¿Se puede alcanzar la felicidad y la paz interior? Además, ¿son sinónimos?
-Son parecidos pero no iguales. Sí puedo decir que creer o desear solamente en ellos como idea o concepto no alcanza, hay que trabajar. Hay que plantar una semilla para que nazcan frutos. Si quieres vida dulce tienes que plantar frutas dulces. Si haces el mal, si piensas, hablas o actúas mal esa semilla va a complicar tu futuro.
-¿Se puede tener paz interior cuando la paz mundial se ve cada vez más lejana?
-No sé si más lejana, pero sí más complicada, aunque imposible no es. Nadie solo va a causar la paz mundial y solo hablar de ella no traerá resultados. Hay que construir paz en uno mismo. No importa dónde vivas o cómo vivas. Hay que cultivar y contagiar tu paz con tu pareja, tus hijos, tus familia, tus vecinos, con todo el mundo. Hay que dar más gracias a Dios, al Dios de cada religión, en vez de ser cada vez más egoístas, individualistas, más competitivos, con más estrés y más nerviosos, donde hay menos sonrisas y menos alegría.
Vale señalar que la charla fue organizada por la Casa de la Amistad Argentino-India, Sarasvati Territorio Cultural y Prana Centro Terapéutico con el auspicio del Ente Deporte y Turismo.
“Solamente creer o desear en la paz interior no alcanza. Hay que trabajar. Hay que plantar una semilla para que nazcan esos frutos”.
“El Dalai Lama cuando muera va a reencarnar, como todos nosotros”.