Ochenta años
El sabattinismo en Córdoba posee tres mitos fundacionales: 1) en 1928 se conocieron dos jóvenes dirigentes en ascenso en la política de Córdoba: Amadeo Sabattini, ministro de Gobierno en aquel entonces, y Santiago del Castillo, a cargo de la Oficina de Trabajo. 2) El triunfo en las internas de 1932, que consagrara al intransigente médico de Villa María como presidente del Comité Provincia y al dirigente reformista y abogado Del Castillo en el mismo cargo para la ciudad de Córdoba. 3) El triunfo en las elecciones para gobernador de Córdoba de la fórmula Sabattini-Gallardo sobre los conservadores, cuyo candidato era José Aguirre Cámara, el 3 de noviembre de 1935. Será el primer gobierno yrigoyenista en Córdoba; el último, el de Del Castillo, hasta la Revolución de junio del 43.
Los antecedentes en términos de proceso militante y generacional de este triunfo político más que electoral, serán el incansable trabajo de don Elpidio González desde los primeros años del pasado siglo y la impronta de otro gran olvidado: Benito Soria. El yrigoyenismo dará origen al despliegue de dos grandes corrientes políticas en la década del 30: la Fuerza Orientadora Radical de la Joven Argentina (FORJA) en Buenos Aires y el sabattinismo en Córdoba. La diferencia nodal de estas dos fuerzas internas del radicalismo será la forma en que resuelven afrontar el levantamiento de la abstención revolucionaria decidido el 2 de enero de 1935. Mientras FORJA con Luis Dellepiane a la cabeza no aceptará “la vía institucional”, el incipiente sabattinismo cordobés optará por concurrir a las elecciones y plantear la idea moral y revolucionaria del radicalismo a través del Gobierno. En definitiva, será la distancia y el tipo de relación en torno al Estado lo que definirá la ubicación simbólica pero transformadora de los herederos de Yrigoyen. Pero también el concepto y el ejercicio del territorio, la estrategia de acceso a la conducción del partido como herramienta de transformación socio-política, el grado de intransigencia y la utilización de la comunicación como estrategia de crecimiento político. El gobierno de don Amadeo será ejemplar por donde se lo mire. Leído también como el acceso de los reformistas al Estado, significará no sólo un cambio de signo político o un triunfo electoral, sino la reforma de la cultura política de Córdoba y de gran parte del radicalismo. Ganó la renovación y la intransigencia; pero una renovación inserta en una perspectiva histórica coherente y con pretensiones de futuro.
Una intransigencia entendida como el ejercicio de principios comunes y como límite ético, pero límite de partida para llegar al desarrollo de la persona. Sobre estos cuatro años al frente de la administración, 1936-1940, baste decir que de los 58 puntos de su plataforma política, todos, absolutamente todos fueron cumplidos, varios ampliados e, inclusive, incorporados algunos nuevos. La provincia será por primera vez protagonista de un gobierno progresista con fuerte raíz ética. La salud, la educación, las economías regionales, el campo, los caminos, la industria, la minería, todo será pensado en una estrategia de desarrollo a largo plazo con un fuerte contenido estratégico en términos geopolíticos y federales.
Marcos Funes.
Presidente de la Fundación Amadeo Sabattini
La pobreza
Desde la sanción el 29 de octubre de 2009 del Decreto 1602/09 del Poder Ejecutivo de la Nación que establece la Asignación Universal por Hijo (AUH) hemos sido testigos de la andanada de críticas que se le han lanzado por parte de políticos de la oposición, de integrantes de clases más privilegiadas y, sorprendentemente, de muchos que integran la misma o parecida condición social y/o económica que los beneficiados por este decreto pero que no lo cobran tal vez por no reunir los requisitos para ello.
Movida por esta última circunstancia -y tal vez a causa del cansancio producido por escuchar y leer que ese dinero sólo sirve para “alimentar vagos”, que “se usa para cualquier cosa menos para los fines para los que la asignación fue creada”, que es dinero que se “va por la canaleta del juego y de la droga” y otros argumentos por el estilo y no concordando con ellos desde mi condición de cristiana, de docente que ha visto muchas y terribles carencias entre sus alumnos y muchas e injustas diferencias entre el nivel de vida de unos y otros, y hasta de madre de familia, decidí tratar de informarme para encontrar algunos elementos que explicaran por qué esta decisión del Gobierno concita tanta revulsión y odio.
La histórica mirada que distintas teorías político-sociales han tenido sobre la pobreza es que ésta es resultado de la falta de contracción al trabajo de los que la comparten, es decir que los pobres son artífices de su vulnerabilidad socioeconómica. “Esta tendencia a culpabilizar a quienes padecen la pobreza no se manifiesta solamente en las clases medias y pudientes, sino en sectores de los mismos pobres. Estos aseguran, en ocasiones, que siempre hay algún trabajo esperando para aquél que realmente quiera hacerlo. Harris considera que esta visión del mundo demuestra la escasa comprensión de las condiciones político-económicas que engendran la desigualdad que se tiene. Aquello que es atribuible a las condiciones del sistema imperante, se desvía y se interpreta como características y motivos de tipo personal. De ahí que los pobres se vuelvan unos contra otros y se culpen mutuamente de su difícil situación. La popularización del concepto se debió al intento de explicar su persistencia dentro del sistema capitalista. Las causas de la pobreza se buscaron y se encontraron en los mismos pobres, en su forma de vida y sus valores y no en la estructura económica y política de la sociedad del bienestar”. (1)
Esta concepción tiene la virtud de acallar la conciencia -si es que la tienen- de aquéllos que han hecho fuertes contribuciones a la instalación de la pobreza en el mundo. ¿Qué recursos pueden ser más maquiavélicos que convencer a alguien -en este caso a millones de personas- de que sus males son producto de sus propias limitaciones y defectos y que, por tanto, luchar contra ellas es luchar contra uno mismo o que sus compañeros en la carencia y la desigualdad son sus enemigos para, de esa manera, hacer que se ataquen entre ellos?
He escuchado muchas veces esgrimir el argumento de que no hay que darles nada a los pobres, sino enseñarles a que superen solos su condición. La metáfora más usada es “no darles el pescado, sino la caña de pescar”. ¿Para pescar en un río donde los peces ya no existen porque los que poseían las cañas más caras ya se los han repartido o contaminado los ríos hasta extinguirlos? Y mientras los más grandes buscan hacerse de alguna caña, los recién nacidos o los por nacer, los niños, los más débiles, mueren de hambre ante la mirada indiferente de los dueños de las factorías de pescado.
(1) Problemáticas antropológicas. Mirtha Taboada (compiladora). Laborde Editor. Buenos Aires, 2000.
DNI 6.351.518