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“Siento que puedo encabezar un proceso distinto en el país”

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“Siento que puedo encabezar un proceso distinto en el país”

AGUSTIN ROSSI

Nació en la ciudad de Vera, provincia de Santa Fe,  el 18 de octubre de 1959. Es ingeniero civil. Tiene cuatro hijos. Comenzó a militar en el Partido Justicialista, siendo estudiante de la Universidad en Rosario. Durante su trayectoria ocupó diversos cargos, fue concejal desde 1987 a 1991. Estuvo alejado de la política hasta el año 2002 que regresó a una banca en el Deliberante. Se unió a la corriente presidida por Néstor Kirchner y en 2005 asumió como diputado nacional, siendo el jefe de bloque del Frente para la Victoria. Fue relecto en la banca. En 2013 fue designado ministro de Defensa de la gestión de Cristina Fernández de Kirchner. Entre 2015 y 2017 integró el Parlasur. Desde el 10 de diciembre de 2017 es diputado nacional y titular de la bancada FPV-PJ. Es precandidato a presidente del espacio liderado por Cristina

 

Escribe: Nancy Musa (de nuestra redacción)

De niño soñaba con lucir la camiseta de River y hacer goles para el club de sus amores.  Hoy, sueña con ser presidente de la Nación.  Las gambetas que no realizó en un campo de juego,  las suplantó con su destreza para sortear los obstáculos típicos del rally de la política.

Con seriedad, un manejo sutil de la ironía, lealtad y fuerza,  Agustín Rossi  fue transitando senderos, con rectas y curvas,  hasta llegar a ser uno de los principales dirigentes del espacio liderado en su momento por Néstor y hoy por Cristina.

Es un ávido lector, cuidadoso de su estado físico, conocedor de la historia, respetuoso de sus afectos y directo en sus opiniones.

Un desayuno en un hotel céntrico fue el escenario de la charla que se deslizó por los carriles del presente y del  pasado.

 

-Más allá de su extensa trayectoria política, a lo largo de los últimos cuarenta años, ¿cuáles son las principales motivaciones que tiene para querer ser presidente del país en estos momentos?

-En términos interiores siento que puedo ser útil al país, en esta etapa de la Argentina.  Siento que puedo encabezar un proceso distinto en el país, que puedo liderar una coalición política lo más amplia posible.

Siento que tengo la energía, las ganas, la capacidad para hacer las cosas bien y mejorar  la calidad de vida a los argentinos.

Elegiría nacer nuevamente en este país, elegiría ser argentino porque creo que tiene todas las condiciones para ser una gran Patria, una gran Nación, un lugar donde los argentinos podamos vivir dignamente.

Y en términos políticos, yo tomé esta decisión en el verano, cuando Cristina dijo, en diciembre, que ella iba a apoyar a un hombre o a una mujer de nuestro espacio para que remplace a Mauricio Macri.

Y empecé a hablar con algunos dirigentes, con algunos compañeros y ellos me decían que podía ser y con eso salí a recorrer el país.

Yo creo que la política tiene coyunturas y las coyunturas generan escenarios. Hace un año atrás si a usted le decían Agustín Rossi, no sabía dónde estaba. (Sonríe).

Y la verdad, que internamente me siento presidente.

 

-En base al silencio de Cristina, se tejen las mayores especulaciones, es el fantasma que agitan en forma permanente.  Hace unas horas Horacio Verbitsky salió a decir que el Papa la quiere como candidata ¿cuál es su opinión sobre estos dichos?

-No quiero entrar en eso.  Cristina decidirá como ella quiera y en el momento que quiera. Mientras tanto uno se mueve en las coordenadas políticas que ella misma marcó en diciembre. Yo voy a ser candidato, salvo que sea ella.

Ella ocupa todo el espacio que yo quiero representar, yo tengo la decisión tomada de ser candidato, salvo, repito,  que sea ella.

 

-¿Cambió Cristina en algunos aspectos de su personalidad, tras dejar el poder?

-Ejercer el poder acá en la Argentina no es una tarea sencilla. En términos personales, mírelo a Macri, mire su cara, no lo digo mal, sino que el ejercicio del poder en este país desgasta, genera toda una tensión donde uno está siempre con más revoluciones por minuto.

Ahora te podés encontrar con Cristina con espacio, con tiempo, podés charlar una hora, una hora y media con ella y también te cambia el humor (risas).

Porque no  tenés  el peso de la responsabilidad sobre la vida de cuarenta y cuatro millones de argentinos.

Me parece que es eso, no quiero hablar en nombre de Cristina, nunca lo he hecho a pesar que tengo una relación intensa con ella, pero cuando yo me fui del Ministerio de Defensa, esa noche, yo sentí una sensación de alivio. Había terminado una responsabilidad.

Me imagino lo que debe haber sentido ella, con esa responsabilidad multiplicada por cien. Más con esa enorme despedida que le hicieron más de un millón de argentinos en la plaza.

Ahora, lo que hay es tiempo, tiempo de dialogar, habla más relajado en términos de política, quizás la charla es más horizontal también, porque una cosa es de presidenta a ministro y otra cosa es hablar con quien lidera el espacio, sin el peso de lo institucional, por decirlo de alguna manera.

Está muy bien Cristina, la verdad que da gusto charlar con ella, analizar cosas con ella. Está muy bien.

 

-¿Cómo vivió usted, su familia, sus hijos, las denuncias de supuesta corrupción, ese halo de sospecha que se tejió en torno a ustedes con las frases “se robaron todo, no vuelven más”?

-La verdad que la familia sufre por estas cosas. Yo tengo dos generaciones de hijos, hijos más grandes que lo sobrellevan mejor y tengo hijos de 19 y 17 años, que hace dos años atrás estaban todavía en la escuela secundaria.

Obviamente que genera tensiones, genera dolor, genera impotencia a veces. Pero bueno, yo lo hablo mucho con ellos, sobre todo con los más chicos. Hablo, ya están acostumbrados a escuchar cosas buenas y malas del padre.

Que en general esas cosas tienen que ver con situaciones políticas, en general lo sobrellevan bastante bien, a veces se agarran alguna bronca, una chinche porque alguien les dice algo desubicado, pero también siento que están orgullosos, están orgullosos del padre que tienen y eso me pone bien porque es obvio que disfrutan de las cuestiones políticas, se ponen contentos, las dos mujeres militan mucho, y los dos varones, uno vive en Estados Unidos, está casado con una norteamericana y ese ve la política desde el ringside (risas).

Y Nacho, tiene mucha agudeza, mucho análisis, está terminando la escuela secundaria, todavía no tomó una decisión en ese sentido.

Pero lo más gravoso, no fueron estos últimos tiempos, fue la 125.

 

-El conflicto con el campo en 2008, ahí vivió momentos graves, con escraches.

-Cuando me  hablan de adversidad social, digo  ahí tuvimos adversidad social.  Además el kirchnerismo no era lo que es ahora, no había sujeto social que hubiéramos construido, estábamos bastante solos.

Creo que eso fue lo más difícil, mi hijo tuvo un caso de bullying, lo tuvimos que cambiar de escuela, mi pertenencia política tuvo que ver con eso, fue muy complejo.

Una vez mi hijo más chico me escribió una carta, preguntando si valía la pena, y él mismo se contestaba afirmando “sé que me vas a decir que sí, que valía la pena”.

Para mí fue lo más difícil, lo pasaron mal los chicos, yo también lo pasé mal, pero bueno. Sabina, no, porque tenía un grupo de amigas muy fuertes que la protegieron, pero Nacho lo pasó mal.

 

-¿Y en ese contexto de conflicto, en algún momento sintieron que había detrás un golpe institucional?

-Sin duda. Siempre cuento lo mismo,  me cruzaba por los pasillos de la Cámara de Diputados, entre 2008 y 2009, y venía un diputado y me decía “mirá que yo no estoy en el golpe” (risas), con lo cual me confirmaba que había otros que sí estaban.

Esa frase de Biolcatti con Grondona diciendo “está Cobos ahí”.  Sin duda. Creo que el conflicto, que nosotros cometimos un grave error al presentarlo sin la segmentación de las retenciones, si hubiéramos presentado esa resolución con retenciones segmentadas, si hubiéramos aliviado la carga a los productores más chicos, como salió después el despacho de Diputados, hubiera sido distinto el debate.

Pero eso que empezó como un reclamo sectorial, lógico, razonable, terminó convirtiéndose en una fenomenal operación política que tenía como destino desgastar el Gobierno de Cristina.

Detrás de eso se congregaron todos, los partidos políticos opositores que vieron la oportunidad de desgastar un Gobierno que recién empezaba, los grupos mediáticos que pensaron que le iban a poner condiciones al Gobierno después del desgaste que tenía, una cantidad de situaciones que se fueron dando y sí creo que hubo un clima claramente destituyente.

Además, usted se acuerda ese 25 de mayo de 2008 que hubo una  enorme movilización en Rosario.

Los compañeros míos fueron, no para romper, sino para escuchar qué pasaba. Las cosas que se decían eran espantosas.

 

-En cierta medida son los sectores que ante el reclamo de los trabajadores o de los movimientos sociales también hablan de desestabilización ¿ eso es parte de nuestro folclore?

(Sonríe) La derecha tiene esa doble vara. Lo más notable de todo, es que durante los meses del conflicto de marzo a julio, hubo una cantidad de cortes y nunca hubo un incidente. Nunca reprimimos, siempre dejamos que se manifiesten en forma pacífica, me parece que ese también ha sido un mérito de nuestro gobierno y de Cristina.

Y lo otro es que cuando cayó la Resolución 125, Cristina la derogó.  Acá Macri,  cuando le votamos una ley contra las tarifas, la veta.

 

-¿Existen posibilidades de volver a un Estado represivo como preocupa a las organizaciones de Derechos Humanos?

-El decreto reglamentario, del presidente Macri,  no modifica la Ley de Defensa, y es la Ley de Defensa la que taxativamente prohíbe que las Fuerzas Armadas actúen en cuestiones de seguridad interior. A mi criterio, no lo pueden hacer. Pasa que la modificación del decreto reglamentario tiene una trampa y abre una pequeña rendija.

Nosotros decíamos en el decreto reglamentario,  que las Fuerzas Armadas solo podían actuar ante una agresión militar estatal externa. Ellos le sacaron militar y estatal, dejaron agresión externa.

Entonces después con interpretaciones forzadas, usted puede interpretar que hay una organización narco liderada por ciudadanos extranjeros y siguiendo con esa interpretación forzada se pueden meter en la Villa 1114 porque viven ciudadanos extranjeros.

Entonces, el bloque por iniciativa mía presentó un proyecto de ley para derogar el decreto y que quede vigente el anterior.

 

-Desde el mismo momento que salió el anuncio, surgieron rumores que sugieren que se busca impulsar la venta de bienes del Ejército y de las Fuerzas Armadas ¿tienen asidero?

-Bueno, acá ya vendieron todos los terrenos de La Remonta. Todos esos que eran terrenos enormes los remataron. El presidente habló también de afrontar el nuevo desafío de la defensa como la cyber defensa.

Yo había creado comandos de cyber defensa y había creado un centro de cyber defensa, que estaba ubicado en unos edificios de la Armada en Puerto Madero. Levantaron el centro y vendieron esos terrenos.

 

-¿Desde el Congreso no pueden hacer nada para evitar políticas de este tipo?

-El Congreso es un lugar donde se puede hacer en cuanto y en tanto tengas la mayoría. Nosotros no tuvimos la mayoría para poder frenar la reforma previsional, estuvimos cerca, tuvimos la mayoría para impulsar una ley de tarifas y el Gobierno la vetó.

No tuvimos la mayoría para oponernos al Fondo Monetario Internacional porque como bloque opositor nos quedamos solos.  Eso depende no solo de un bloque, el oficialismo trata de frenar el Congreso, de bloquearlo, de que no funcione, nosotros como opositores siempre tenemos la iniciativa, pero hay bloques que a veces nos acompañan a nosotros y a veces acompañan al oficialismo.

Si los mismos bloques que nos acompañaron por las tarifas, nos acompañan para derogar el decreto habremos dado un punto de avance.

 

-¿Por qué se hizo peronista?

Yo empecé a leer historia y política a los 12 años. Tenía un tío que tenía una pequeña editorial  en la ciudad de Santa Fe. Yo vivía en Vera, una localidad del norte santafesino, una ciudad pequeña, un pueblo grande.

Y mi tío tenía una editorial y a los 12 años me acercó dos libros. El primero era la historia del Che Guevara, y el otro era un librito chiquitito que mi tío me dijo que no compartía todo lo que decía, pero que me iba permitir ubicarme en la secuencia histórica.

Era un libro de Félix Luna, del 45 al 73, me permitió ubicarme en esa época para un chico de 12 años. Y a partir de eso empecé a leer.

Mi papá murió por esa época, murió muy joven, y yo empecé a leer los libros que teníamos. Había una gran biblioteca en mi casa, estaba la colección de historia de José María Rosas, los libros de Rodolfo Puiggrós y yo leía.

Me agarra el golpe del 76, cuando yo estaba en quinto año de la secundaria en Vera, donde todas las cosas de esa época llegaban tarde (sonríe).

Al golpe lo empecé a sentir en la familia porque un tío mío era Ricardo Molina, fue el primer fiscal de investigaciones administrativas de Raúl Alfonsín, que estuvo exiliado.

Y en 1977, llegué a Rosario con la consigna de mi mamá “no te vayas a meter en política”.

 

-Por favor cuidate, palabras de madre.

-(Risas). Sí, por favor cuidate.  Bueno, seguí leyendo con mucho cuidado, con mucha precaución, los libros que uno podía leer siempre te los daba algún amigo, forrado en papel madera para que no vieran de qué se trataba.

Yo vivía en pensión, departamentos chiquitos, de pasillo, y después me empecé a acercar al peronismo a través de la historia y la lectura. Ya había leído a José María Rosas.

Yo vengo de una familia no peronista.  Y empecé a leer también a Jauretche, a Scalabrini, a Hernández Arregui y terminé llegando al peronismo por la historia.

Había que tener muchas ganas de ser peronista en esa época,  porque la verdad que llegar por la historia era ver de 1945 a 1955 qué se podía reivindicar. Porque del 73 al 76 había poco para reivindicar.

Y así en 1979, 1980, empecé a militar en una agrupación peronista.

 

-¿Tiene algún recuerdo, algún flash del regreso de Perón al país?

Sí, tenía 13 años, vivía en Vera y me acuerdo que ese año fuimos a Buenos Aires en tren. Mi papá ya había muerto, mi mamá fue a visitar a un hermano y ahí tenía un primo que militaba en la Juventud Peronista y me contó toda la historia del regreso.

Había participado,  y ese es mi recuerdo, el recuerdo de alguien que me contó que había estado.

Tenía un amigo él,  que se había venido caminando, haciendo dedo, desde Concepción del Uruguay. La madre había muerto hacía cuatro meses, y él le había prometido que iba a ir a ver el regreso de Perón.

Después tengo el recuerdo de la muerte. De mi mamá diciendo “ahora se viene lo peor, si Perón  no pudo arreglar el país, no lo arregla nadie”.

Y después tengo muy grabado lo de la dictadura, la frase “por algo será”, y cuando yo empecé a militar algunos amigos que me invitaban a su casa, me dejaron de invitar. “Yo vengo acá a estudiar”, me decían, “no comparto eso”.

Pero la Argentina es así, los mismos que me decían eso, después de la guerra de Malvinas, cambiaron. Pero en Argentina, los cambios de clima son muy rápidos.

 

-¿Qué soñaba cuando era niño?

-Ser el 9 de River (risas).  Me gustaba mucho el fútbol y no era bueno.  Jugaba al arco. Me gusta mucho el fútbol,  es un punto fuerte de vinculación con mi hijo más chico que también sabe un montón de fútbol,  es medio pata dura como yo, pero sabe un montón de fútbol y nos gusta mucho a los dos.

 

-¿Qué influyó para que eligiera ingeniería?

-La matemática.  Me gustaba Matemática, elegí Ingeniería Civil, me parece que también había un deseo de ir a Rosario,  mi viejo era rosarino y esta cosa de perder al viejo de chico siempre tiene un deseo de búsqueda.

Eso lo elaboré después en una sesión de análisis, que estaba esa idea de búsqueda, porque podría haber ido a Santa Fe donde estaba mi abuela, o con los hermanos de mi madre a Buenos Aires, y elegí Rosario que era el único lugar donde no tenía familiares.

(Pausa, sonríe). Un día estaba estudiando en la Biblioteca, porque hice toda mi carrera sin comprar un libro porque no tenía recursos económicos, y me fui al archivo de la Biblioteca con la idea de ver si había algún Agustín Rossi.

Busqué,  mi abuelo había sido profesor del Politécnico,  y me encontré con una serie de discursos de mi abuelo. Como era profesor de Historia se notaba que era el que más hablaba en las fechas patrias y demás.

 

-¿Su padre a qué se dedicaba?

-Era abogado, pero encontró su verdadera vocación en la docencia. Creó, junto con otros vecinos de Vera, el primer colegio secundario público. Había dos colegios privados, uno de los curas y otro de las monjas, y mi papá impulsó el colegio público y fue rector hasta que falleció.

Y hoy lleva el nombre de mi padre.

 

-Lleva en la sangre, la participación comunitaria

-Sí, mi padre era de involucrarse con la comunidad, escribió dos libros, dos novelas, no los publicó. Era colaborador del suplemento cultural del Litoral, de la Capital y de la Nación le publicaban cuentos.

Y de hecho, el vínculo que tengo con Vera es el colegio que lleva el nombre de mi padre, se llama Agustín Rossi, y que mi papá está enterrado en Vera.

Porque mi mamá, cuando mi hermano  se fue a estudiar a Santa Fe, se volvió a Santa Fe donde estaba su madre y su hermana.

 

-¿Dónde lo encontró el regreso de la democracia?

-Ya militando, con la sorpresa de la derrota del peronismo, que no la imaginábamos, pero la intuía. Recuerdo haber escuchado el discurso de Raúl Alfonsín, que cerró en Rosario. Me acuerdo de esa noche de las elecciones, el 30 de octubre, volviendo caminando a un departamentito con quien fue mi primera esposa, que militábamos juntos,  shockeados por lo que había pasado.

Después traté de disfrutar la primavera democrática, celebré el juicio a la Junta, participaba de las juventudes políticas, de toda esa primavera cultural que se dio, disfruté muchísimo a esos años como ciudadano argentino, como joven.

 

-¿Cuál fue la primera impresión que le causó Néstor Kirchner, porque era un candidato tapado prácticamente?

-Lo primero, quería pedirle que hablara un poco fuerte, porque hablaba susurrando (risas). Yo lo escuchaba. Lo primero que impresionaba de Néstor era su altura, su saco cruzado que flotaba (risas). Me acuerdo que hicimos una reunión en la Casa de Santa Cruz, fuimos con tres compañeros, yo era concejal. Néstor se sentó en la cabecera, y cuando empezó hablar, se notaba la energía.

En ese momento,  él no pensaba ser presidente en 2003, hablaba de construir para 2007, nos contó que estaba recorriendo todo.

Era un tipo muy cálido Néstor y tenía mucha energía. Y  nos parecía que era el único que hablaba un lenguaje distinto.

En eso no dudé. Después terminé siendo jefe de campaña en Rosario, después casi no tuve contacto ni con Néstor ni con Cristina.

Cristina fue a cerrar el acto de campaña en Rosario, lo hicimos en un hotel, éramos cien personas y yo era el locutor de ese acto.

Después ganó Néstor y casi no tuve contacto, y luego me conecto con el Chueco Mazzón y lancé mi candidatura a concejal con el apoyo de Mazzón, hice mis afiches, como no tenía foto con Néstor,  armamos una foto (sonríe) .

 

-¿Y en 2005 llega al Congreso de la Nación?

-Sí,  en 2005, por el Frente Progresista  va Hermes Binner de candidato a diputado nacional, le daban muy bien las encuestas, Néstor busca  candidato, primero busca a María Eugenia Bielsa, le dice que no, después busca a Rossatti, le dice que no, y en un momento aparece mi nombre.

Nunca supe bien qué pasó, pero terminé encabezando la lista de diputados nacionales.

 

-¿Qué sintió cuando se enteró de la muerte de Néstor?

-(Pausa). Fue por  Randazzo.  Primero me llamó Emilio Pérsico, y me preguntó si sabía algo, yo no sabía nada. Lo llamé a Florencio y él me dijo que había fallecido. No lo podíamos creer, fue un impacto duro, quedé así, pensando qué hacer.

Cuando me enteré, agarré el auto, me fui a Buenos Aires y después fui a Río Gallegos acompañando el féretro.

Tenía 60 años, muy joven. No se tendría que haber muerto en primavera.

 

-¿En qué estado están las negociaciones con el peronismo cordobés, hay negociaciones?

-No participo de negociaciones. La cuestión provincial la resolverán los compañeros de Unidad Ciudadana de Córdoba, tienen la potestad de hacer lo que les parezca. Yo vengo a Córdoba, traído por los compañeros de nuestro espacio político, pero siempre reivindicando que hay que hacer un frente lo más amplio posible y por esto tuve reuniones con el intendente de Villa María y con el de Villa Nueva,  estuve con compañeros de todos los espacios.

 

-¿Tiene expectativas que se concrete una unidad opositora en el país?

-Creo que estamos 50 y 50 de posibilidades. Yo aspiro a un gran frente opositor, donde las diferencias entre los distintos sectores se diriman en una gran PASO.

 

-¿Es tan complicado poder planificar políticas de Estado a largo plazo en nuestro país?

-Hay que ir construyendo niveles de consenso, lo más importante es que eso que uno podría denominar consensos básicos sea un núcleo que vaya aumentando,  y que a partir de ese nivel de consensos básicos haya diferencias.

Hoy, por ejemplo, el presidente rompe consensos básicos que existían desde el principio de la democracia, pero bueno hay que intentar los consensos.

Está claro que hay dos modelos de país, uno agroexportador y otro más pensando en la industria, en el mercado interno, en el consumo. Hay que tratar de consensuar, tratar de no tener esa dicotomía.

La gran diferencia, es que con nuestro modelo de país, con nosotros, hasta al ciudadano más crítico le fue bien. Le fue bien al empresario, al pequeño industrial, al productor agropecuario, a todo el mundo, les podría haber ido mejor, pero todos mejoraron su calidad de vida.

El modelo de Macri es al revés, hasta a los más adherentes al modelo le va mal (risa).

 

-¿A qué dirigentes nacionales del peronismo los considera figuras con proyección?

-Hay varios, Verónica Magario, Axel Kiciloff, Máximo seguramente también. Los veo con potencialidad hacia el futuro.

 

-¿Y de otros espacios del peronismo?

-Sergio Massa construyó su espacio, le tengo mucho respeto.

 

-¿A Florencio Randazzo,  lo ve con potencial?

-A Randazzo le tengo mucho afecto, pero creo que se equivocó en la última elección, como pienso que se equivocó al no haber sido candidato a gobernador de la provincia.

En términos de capacidades individuales es un dirigente que tiene potencialidad, después hay que decidir adecuadamente, dependerá de él de donde se ubique en este escenario que se está construyendo ahora.

 

-¿En algún momento hicieron una autocrítica a fondo, después de la derrota de 2015?

-Un espacio político que gobierna doce años y medio, permanentemente hace el ejercicio de reflexión, de crítica y de síntesis para seguir mejorando.  Claro que lo hemos hecho y lo seguiremos haciendo.

Lo que no hacemos es,  lo que algunos quieren que hagamos, pararnos en una plaza pública y flagelarnos diciendo “por mi culpa, por mi gran culpa” (sonríe). Nosotros no sentimos eso, sentimos que perdimos las elecciones, que no fue un fracaso electoral, que fue una derrota electoral.

Y estamos orgullosos de nuestra gestión, el saldo de los doce años y medio de gestión ha sido claramente positivo para los argentinos.

Y no hago un racconto  de todas las medidas que tomamos, sino simplemente el mayor elogio que nos pueden hacer es que hasta el más crítico nuestro, hoy tiene que admitir que con nosotros vivía mejor que ahora. Antes tenía más posibilidades que ahora.

En la medida que pase el tiempo, creo que se va a reconocer a los gobiernos de Néstor y Cristina como los mejores de los últimos cincuenta años.

 

-¿Cuál es su sueño hoy?

-Ser presidente.

 

Opiniones

Mauricio Macri: Creo que no tenía dimensión de lo que era gobernar la Argentina. No tenía claro lo que significaba, tenía una idea voluntarista de creer que porque él llegaba le iban a llover los dólares, las inversiones, todas las cosas que se decían en una primera etapa de la gestión.

Tiene una mirada antigua del mundo, el mundo tiene globalización financiera, pero no hay globalización comercial. Todos los países protegen su industria, su desarrollo. Esa es mi mirada.

Después es un dirigente que construyó su partido, perdió una elección, ganó otras, fue jefe de Gobierno, llegó a la Presidencia, me merece respeto desde ese punto de vista.

Juan Schiaretti: es el gobernador de la provincia de Córdoba, tuvo coincidencia con nosotros, la distancia empieza en 2008 con el conflicto agropecuario, me parece que hubo un intento de acercamiento en 2011 que no se terminó concretando. Pero tengo respeto por la mayoría de los dirigentes políticos.

Martín Gill: fui diputado con los tres, con Martín, con Eduardo (Accastello) y con Nora (Bedano). Tengo una buena relación con Martín, tuve relación también cuando era secretario de Políticas Universitarias, tengo relación de muchos años.