Mañana, en simultáneo con unas pocas salas del país
Rosendo Ruiz retrató antes el mundo del cuarteto. Ahora aborda también desde Córdoba la historia gris de un hombre simple
Tras su estreno el pasado domingo en la sala INCAA, se volverá a proyectar hoy a las 21.30 el filme “El motoarrebatador”.
Es la primera función del mes, que será seguida de dos más esta semana, y que prevé eventos hasta fines de mes.
“El motoarrebatador” es una obra realizada íntegramente en la provincia de Tucumán, que participó en el Festival de Cannes.
Por otra parte, la sala local será una de las que estrenarán mañana a nivel nacional “Casa propia”, la última película del realizador Rosendo Ruiz, rodada íntegramente en Córdoba capital.
El domingo repetirán la proyección de esta última película junto a “Paisaje”, la ópera prima de Jimena Blanco. Es una película que transcurre en los años 90 entre un grupo de amigas adolescentes en una noche de aventuras y conflictos. La realizadora exhibe la adolescencia desde un universo femenino.
Otros títulos del Espacio INCAA para este mes serán “Perfectos desconocidos”, “Natacha” (para la niñez), “Loving Vincent”, “Entre viñedos”, para concluir el 31 con Festival de Terror Córdoba.
“Casa propia”
El filme es del mismo director que “De caravana”. Arranca con un plano secuencia en el que unos jóvenes con sus motos estacionadas en la calle planean una inminente salida nocturna, mientras beben Fernet con Coca y unas chicas hacen jueguito con la pelota.
En el fondo, percibimos a un hombre (Gustavo Almada) al que su pareja se niega a abrirle la puerta de la casa. Tras mucho insistir puede acceder y retirar sus pocas pertenencias.
El crítico especializado Diego Battle ha escrito en el sitio “Otros cines” que “el antihéroe perfecto de Casa propia es un profesor de Literatura que se acerca a los 40 años y trabaja en un colegio secundario. El protagonista no solo se ve inmerso en constantes peleas y reconciliaciones con su novia (Maura Sajeva), quien además tiene un hijo de un matrimonio previo, sino que además debe hacerse cargo de su madre (Irene Gonnet), que sufre de cáncer y tiene múltiples recaídas. Su universo personal se completa con una hermana con la que no se lleva nada bien (y que lo ayuda poco a cuidar a la mamá) y un amigo de existencia bastante más despreocupada y que parece tener un incipiente éxito literario que él nunca pudo conseguir (en el mejor de los casos lo vemos corrigiendo los trabajos de sus alumnos).
Mientras visita una y otra vez departamentos vacíos con el objetivo de alquilar algo acorde a sus magros ingresos como docente (provisoriamente se instala en la casa de su madre), mantiene múltiples relaciones sexuales (con una compañera de trabajo, con una prostituta y -cuando las cosas no están del todo descalabradas- con su novia), aunque siempre con una sensación de angustia, de decepción, insatisfacción y falta de compromiso.
El principal hallazgo de Casa propia (además de su impecable trabajo con los planos secuencia y la excelencia de todo el elenco) es que Ruiz y su protagonista (y coguionista) Almada consiguen que nos consustanciemos con las distintas facetas y experiencias de un hombre común, por momentos hasta gris si se quiere, pero en el que descubrimos matices y cualidades inesperadas (que van desde lo querible hasta lo despreciable).
Es la magia del cine: no hacen falta revelaciones sorprendentes, efectos visuales, pirotecnias narrativas ni situaciones superheroicas cuando afloran la carnadura y el espesor psicológico de los personajes cotidianos”.