Caza de brujas en los siglos XVI y XVII
NOTA Nº 540, escribe Jesús Chirino
La caza de brujas es algo relativizado por no pocos historiadores. No es fácil encontrar información certera acerca de los acontecimientos que abarca el fenómeno. Incluso puede hallarse posicionamiento que pide que se crea que esa gran matanza fue algo bastante razonable en el contexto de las creencias de la época. Pero el acceso a investigaciones realizadas desde las ciencias sociales, permite entender que no fue la creencia en la magia y la superstición lo que llevó a la persecución, tortura y quema de mujeres acusadas de brujería a partir del Siglo XVI
La caza de brujas alcanzó su punto máximo entre 1580 y 1630, época en la cual las instituciones feudales estaban cediendo ante las relaciones económicas y políticas propias del capitalismo mercantil. En esos años se dictaron códigos y leyes que establecieron que la brujería debía ser castigada con la pena de muerte. A lo largo de dos siglos, cientos de mujeres fueron juzgadas, torturadas y quemadas vivas o colgadas por estar acusadas de haber vendido su cuerpo y alma al demonio y, mediante la magia, haber asesinado a niños, succionar su sangre y fabricar pociones con su carne. También de causar la enfermedad o muerte de vecinos, destrucción de ganado y sembradíos, producir tormentas y todo tipo de abominaciones que se piense. A pesar de todos los estudios históricos realizados, aún cuesta que se reconozca que la caza de brujas no respondió a la superstición de los pueblos, sino que debe ser entendida como uno de los acontecimientos más importantes, y nefastos, en el desarrollo de la sociedad capitalista y la formación del proletariado moderno.
Si bien se trata de un fenómeno que casi se lo confinó al olvido, que no aparece en muchos textos históricos, incluso en aquellos que tratan la transición hacia el capitalismo. Hasta historiadores de orientación marxista lo han tratado como si careciera de relevancia no adjudicándole importancia alguna en la lucha de clases. Debemos atender la dimensión de la masacre que se llevó adelante y, por lo menos, nos surgirá interrogantes acerca de las razones por las cuales tantas mujeres fueron quemadas, colgadas y torturadas.
Si bien no existen cifras finales en relación al número de acusadas de brujerías que fueron llevadas a la hoguera, debemos decir que en el mundo de la investigaciones académicas se ha avanzado mucho en el relevamiento documental aunque no existe una respuesta unívoca para la cantidad de mujeres asesinadas. Esto se debe a que muchos juicios no fueron registrados o, en algunos casos, en la documentación no figura el número de ejecutadas. También existen muchos documentos con referencias a los juicios por brujería que aún no ha sido estudiados. De toda maneras, y para tener idea de la magnitud del fenómeno, podemos señalar que Silvia Federici, en su libro “Calibán y las brujas”, señala que “algunas académicas feministas sostienen que la cantidad de brujas ejecutadas equivale a la de los judíos asesinados en la Alemania nazi, Anne L. Barstow -a partir de un actualizado trabajo de archivos- puede justificar que aproximadamente 200.000 mujeres fueron acusadas de brujería en un lapso de tres siglos, de las que una cantidad menor fueron asesinadas”. Por otra parte Erik H. Midelfort realiza estimaciones regionales y establece que en el sudeste de Alemania al menos 3.200 mujeres fueron quemadas entre 1560 y 1670, un período de mucha persecución en el cual “ya no se quemaban una o dos brujas, sino veintenas y centenas. Por su parte Christina Larner calculó que fueron 4.500 las mujeres que en Escocia fueron ejecutadas entre 1590 y 1650. Esta autora advierte que la cifra podría ser mucho mayor dado que los notables de cada lugar tenían la prerrogativa de llevar a cabo cazas de brujas. Estos personajes locales tenían libertad para arrestar brujas y a la vez eran quienes se encargaban de mantener los archivos. De todas estas estimaciones, puede advertirse que no se trata de un fenómeno falto de relevancia, lo que sí queda en claro que muchas veces los historiadores no le han conferido la importancia que surge de los documentos.
Construcción de una feminidad acorde al nuevo sistema
Si la caza de brujas no fue a partir de la superstición, cabe preguntarse cuáles fueron las motivaciones reales que llevaron a estos asesinatos. En el mundo académico encontramos respuesta a este interrogante. Autoras como Starhawk y María Mies observan la caza de brujas relacionada con la desposesión del campesinado europeo de las tierras comunes y los efectos sociales producidos por la inflación de precios causada por la incorporación del oro y la plata llevada desde América a Europa y el surgimiento de la medicina profesional. Otra autora que aborda el tema es Silvia Federici para quien la caza de brujas no fue el último destello de un mundo feudal agonizante sino que se trató de fenómeno que “ahondó las divisiones entre mujeres y hombres, inculcó a los hombres el miedo al poder de las mujeres y destruyó un universo de prácticas, creencias y sujetos sociales cuya existencia era incompatible con la disciplina del trabajo capitalista, redefiniendo así los principales elementos de la reproducción social”. El momento histórico en que se produjo, permite entender que no fue durante la “supersticiosa” Edad Media, años en que la magia impregnó la vida cotidiana, cuando se persiguieron brujas y se les realizaron los juicios. Incluso no fue, sino hasta la Baja Edad Media, que el concepto de brujería adquirió forma. Los primeros juicios a brujas (en Francia, Alemania, Suiza e Italia) se realizaron a mediado del Siglo XV, época de revueltas populares, epidemias y crisis feudal. Por la misma época tuvieron lugar las primeras descripciones del aquelarre y el desarrollo de la doctrina sobre brujería en la cual se declaró a la magia herejía y máximo crimen contra Dios, la Naturaleza y el Estado.
Suele tenerse una mirada que plantea la persecución y ejecución de las mujeres como algo espontáneo de los ciudadanos, pero los datos históricos muestran otra cosa. Mediante el estudio de la documentación queda claro que la caza de brujas demandó una importante organización y administración oficial. Un ejemplo son las normativas legales que surgieron y los tratados internacionales realizados a partir de la temática. También pueden considerarse los costos de los juicios, que solían durar meses y los puestos de trabajo que los mismos generaban. En los archivos existen registro de los gastos de juicios donde se incluye el pago al juez, el cirujano, el torturador, el escriba y los guardias. Otro dato que no debe ser soslayado es la existencia y puesta en marcha de un complejo sistema de adoctrinamiento del cual formaron parte las iglesias y el Estado. Federici sostiene que “no puede caber duda, entonces, de que la caza de brujas fue una iniciativa política de gran importancia. La Iglesia Católica proveyó el andamiaje metafísico e ideológico para la caza de brujas e instigó la persecución de las mismas de igual manera en que previamente había instigado la persecución de los herejes”.
Otra cuestión a señalar es que la caza de brujas fue instrumental a la construcción de un orden patriarcal en el cual se pretende que los cuerpos de las mujeres, su trabajo, sus poderes sexuales y reproductivos estén bajo el control del Estado y transformado en recursos económicos. Para esto era necesario eliminar comportamientos femeninos que no encajaban con el nuevo orden que surgía. De allí que las acusaciones eran tales que servían para ir contra grupos de personas (mujeres), no era necesario probar nada y las confesiones se obtenían por tortura. De esa manera el procedimiento servía para castigar cualquier tipo de protesta. En este sentido Starhawk en su obra “Soñando con la oscuridad: sexo mágico y política” dice que la bruja ya no está pero “sus miedos y las fuerzas contra las que luchó durante su vida sigue en pie. Podemos abrir nuestros diarios y leer las mismas acusaciones contra el ocio de los pobres”. incluso, agrega “los expropiadores van al Tercer Mundo, destruyendo culturas… saqueando los recursos de la tierra y la gente… Si encendemos la radio, podemos escuchar el crujir de las llamas…”. Siguiendo lo sostenido por Starhawk podemos pensar que, por estos días, las fuerzas que gustan de avivar las hogueras parecen querer salir de caza y acusan a las mujeres que pretenden tener total soberanía sobre sus cuerpos.