Congresiando

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HUMOR VIAJERO

Por el Peregrino Impertinente

Algunos dicen que es un nido de alimañas, una guarida para siestas de lujo, una inagotable usina de vergüenzas. Otros, sencillamente, lo llaman Palacio del Congreso de la Nación. “Todas las respuestas son correctas”, concluye el Profesor Neurus, quien además de célebre villano es claramente un pedófilo adicto al crack.

El majestuoso edificio está ubicado en el corazón de Buenos Aires, ciudad conocida a nivel planetario por albergar el mayor índice de porteños por metro cuadrado del mundo. “Tiene muchos más habitantes de esas características que sitios como Tucumán o Londres, por ejemplo”, comenta el investigador irlandés John O´Tario, antes  de ser apaleado por una monja.

Al menos atento a los tristes avatares de la cruda realidad, habrá que informarle que en el inmueble funcionan los dos principales órganos legislativos del país: la Cámara de Diputados y el Senado de la Nación Argentina “¿Posta?”, preguntan a coro un tal Carlos Saúl y una tal Lilita, muy poco adeptos a aparecerse por el lugar. “Igual estoy muy al tanto de todo lo que ocurre ahí adentro”, aclara la blonda, mientras se clava un triple de bondiola y queso con forma de Jesucristo.

Lo cierto es que, apenas se lo proponga, el viajero puede visitar la impresionante y muy bien parecida construcción, que de acuerdo a los libros es de estilo ecléctico grecorromano (hasta el arquitecto mintió descaradamente cuando presentó el proyecto, allá por fines del siglo XIX).

Los tours guiados y gratuitos se realizan en horario matutino y vespertino, todos los lunes, martes, jueves y viernes del año. “Lo miércoles no, que ese día trabajamos”, jura recostado en su banca un diputado cualquiera, mientras codea al que tiene al lado y le tira un avioncito de papel al mozo.