Estudios realizados en modelos animales demuestran que ese aceite esencial, encontrado en forma natural en pescados y frutos secos, protege la membrana de las neuronas destruidas por la ingesta aguda de alcohol por parte de la madre, durante el tercer trimestre de gestación
Escribe: Candela Ahumada
UNCIENCIA
Qué pasa en el cerebro del feto, durante los últimos meses de gestación, si la madre consume una única vez alcohol, pero en grandes cantidades? Esa ingesta aguda, ¿le genera algún tipo de problema al recién nacido? Y sobre todo, ¿hay algún tratamiento que pueda mitigar el daño?
Verónica Balaszczuk es una científica del Conicet, egresada de la Universidad Nacional de Córdoba, y especializada en Estados Unidos (Universidad Estatal de Luisiana), que hace 15 años investiga este tema.
Los estudios en modelos animales, realizados junto al grupo de investigadores que ella dirige, evidencian los efectos positivos del Omega 3 como protector de las membranas neuronales que resultan destruidas por una única ingesta aguda de alcohol, ocurrida durante el tercer trimestre de embarazo.
Encontraron que uno de los componentes de este aceite natural, el DHA (acido decosahexanoico), actúa reparando la capa superficial de las células del cerebro en formación, que son las dañadas por la exposición al alcohol.
En esa línea, hallaron que el daño cerebral causado por el alcohol tiene consecuencias directas en la conducta de la cría recién nacida: aumenta el doble su nivel de hiperactividad y de ansiedad. También determinaron que esos trastornos conductuales son de largo plazo, y persisten durante el desarrollo de animal.
Para disminuir los daños, los investigadores indagaron sobre las virtudes del Omega 3, un ácido graso esencial que se puede obtener del salmón, del atún, de semillas secas y suplementos dietarios.
“Este aceite está altamente concentrado en el cerebro, y su requerimiento se eleva en el tercer trimestre del desarrollo fetal y en los primeros años de vida. Su principal componente, el DHA, representa a los ‘ladrillos’ de las membranas de las neuronas. El alcohol destruye esos ladrillos, y el Omega 3 los reconstituye”, grafica la especialista.
Las pruebas in vivo, llevadas adelante en ratas de laboratorio, demostraron que el tratamiento con Omega 3 disminuye la actividad motora exacerbada, llevándola a valores normales. La dosis (720mg de DHA, equivalente a dos cápsulas de pescado) fue administrada 15 minutos después de haber consumido alcohol. En el caso de los estados ansiosos, en cambio, no observaron ningún efecto, y actualmente están probando distintas posologías.
Un solo atracón basta
¿Qué consecuencias tiene para el feto en desarrollo la ingesta aguda de alcohol en, por ejemplo, una sola oportunidad, durante el último trimestre de embarazo?
Los primeros resultados hallados por Verónica Balaszczuk en pruebas de laboratorio realizadas en el marco de su tesis doctoral indicaban que causa muerte neuronal en todo el cerebro, comprometiendo áreas que no habían sido investigadas previamente. Encontró que afecta la estructura cerebral llamada amígdala (involucrada con las emociones, como el miedo y la agresión), y el hipocampo (vinculado con la memoria).
A esas conclusiones iniciales, se suman las que surgen del reciente proyecto de investigación, en el que administran dosis agudas de alcohol en modelos animales para determinar sus efectos. Observaron que las ratas inyectadas con esta droga eran mucho más activas que los animales de control, y además presentaban fuertes signos de ansiedad (en ambos casos, el doble de los valores normales).
“Estos son los datos iniciales de un proyecto que intenta obtener resultados novedosos acerca de posibles intervenciones terapéuticas ante los efectos devastadores del alcohol, y realizar planes adecuados de prevención y concientización”, señala Balaszczuk.
Las conclusiones de este estudio se encuentran en proceso de revisión para ser publicados próximamente en la revista internacional Psychopharmacology.
Revelan impacto temprano de hipertensión sobre riesgo de demencia
Un nuevo estudio muestra cómo las imágenes de resonancia magnética pueden revelar el daño cerebral indetectable de la materia blanca inducido por la hipertensión, un factor de riesgo importante para la demencia.
Los investigadores de IRCCS Neuromed (Pozzilli, Italia) y la Universidad de Sapienza (Roma, Italia) realizaron un estudio en el que participaron 42 pacientes ambulatorios (40-65 años de edad), de los que 23 eran hipertensos y 19 normotensos. Los investigadores primero midieron el desempeño cognitivo de los participantes del estudio sin signos de demencia o cambios cerebrales estructurales (según lo determinado por un neuroradiólogo), en base a la resonancia magnética.
Además, un psicólogo certificado y que no conocía las características del individuo evaluó la función cognitiva y buscó cualquier alteración de las actividades de la vida diaria al inicio del estudio. Luego, a los participantes les aplicaron la prueba neuropsicológica de evaluación cognitiva de Montreal.
Cuando se analizaron los subdominios cognitivos específicos, el grupo hipertenso mostró dominios de lenguaje, atención y función ejecutiva significativamente deteriorados, y obtuvo una puntuación peor en el aprendizaje de emparejamiento verbal asociado. La hipertensión también pareció afectar la función ejecutiva.
Al comparar el hallazgo entre aquellos con y sin hipertensión, las firmas específicas para el riesgo de demencia en los pacientes hipertensos implicaron deterioro de las fibras de proyección de la radiación talámica anterior derecha, de las fibras de asociación del fascículo longitudinal superior derecho y de las fibras callosas y del fórceps menor. Los investigadores concluyeron que el seguimiento por esta técnica podría identificar a pacientes en las etapas iniciales de daño cerebral que se podrían beneficiar de terapias dirigidas a limitar la transición a la demencia y la neurodegeneración. El estudio fue publicado el 12 de junio de 2018 en la revista Cardiovascular Research.
“Todos los participantes hipertensos estaban recibiendo terapia antihipertensiva, lo que sugiere que una terapia antihipertensiva eficaz no es suficiente para excluir el inicio de la demencia vascular o proteger el cerebro del daño microestructural de la sustancia blanca”, dijo el estudiante de posgrado, Lorenzo Carnevale de NeuroMed. “Nuestros resultados señalan un gran problema en el tratamiento actual de enfermedades cardiovasculares: no podemos ignorar el cerebro. Las terapias actuales no están diseñadas para garantizar al mismo tiempo la protección cardiovascular y la protección de la función cognitiva”.