Llegaron desde Rosario y viven con sus dos hijos, de 3 y 7 años, en un carribar que les prestaron

Brenda y su marido necesitan trabajar. Hace un mes que decidieron dejar Rosario y mientras aguardan que las asistentes sociales de la Municipalidad terminen de analizar su caso y se decidan a hacer algo, piden ayuda

-¿Cuál fue el motivo que los llevó a dejar Rosario?

-Y… nosotros vivíamos en una villa. Ahí hay mucha droga, mucha inseguridad, mucho riesgo para las criaturas.

Brenda da la cara y dice que con su marido están dispuestos a trabajar en lo que se les pueda ofrecer: “El se da maña para muchas cosas. Hace changas, puede cargar camiones, lo que sea…”.

Brenda Villanueva agradece a todos los que le han dado una mano desde que llegó a la ciudad. “Un hombre nos prestó el carribar donde vivimos, al lado de su casa. Y otro vecino nos tiró un cable con la luz. Tenemos un solo colchón y dos frazadas, que también nos dieron los vecinos. A todos ellos les estamos muy agradecidos. También a Romina, que nos presta el teléfono al cual se pueden comunicar quienes puedan darnos una mano: 154209676”, dice la mujer en una charla con un periodista de EL DIARIO.

Una sola alegría

El carribar está aparcado en la calle Smitarelo 413 de barrio Nicolás Avellaneda (se llega por la calle Salta hasta Smitarelo, que es la que corre por detrás del predio del Deportivo Argentino, y se debe girar a la derecha, hacia calle Buenos Aires).

Todo parece gris. Aunque hay un único momento en el cual se ilumnina la cara de Brenda, y es cuando dice que a su hijo mayor, el de 7 años, lo pudo escolarizar. “Me lo recibieron en la Escuela Nicolás Avellaneda”, lanza otra vez con el agradecimiento coronando sus palabras.

La tristeza

“Fuimos a la Municipalidad. Hablamos con las asistentes sociales que están ahí en (el hall de) la entrada y nos dijeron que iban a estudiar el caso. Pero esa fue la única respuesta y ya pasó un mes desde que llegamos”, explicó la mujer.

¿Que necesitan? De todo. Un lugar mejor, digno, donde vivir. Alimentos, en lo posible no perecederos, utensilios de cocina, ropa, otros colchones, más frazadas… Y aquello que la solidaridad entienda que es necesario en esta situación de extrema precariedad en la que se encuentran.

“Escaparon” de Rosario y creyeron que Villa María podía ser un lugar en el que sus hijos podrían educarse y crecer en base a su trabajo. De momento, la realidad les dice otra cosa. Pero, no está perdido quién pelea y Brenda se muestra dispuesta a defender a los suyos como una leona.