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La realidad nos choca de frente

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La realidad nos choca de frente

29 DE AGOSTO, DIA DEL ABOGADO

Escribe Florencia Vottero (*)

En este nuevo aniversario del nacimiento de Juan Bautista Alberdi, razón del Día del Abogado, y ante la oportunidad de emitir opinión de la profesión en la actualidad y todo lo que conlleva el desempeño en la vida profesional, ameritó un análisis profundo de esta parte, de los conflictos, desafíos y grandes satisfacciones que día a día presenta la profesión en la realidad social que nos toca vivir.

Elegí desempeñarme en el área penal, área de no muy frecuente desempeño para la mujer y menos en los inicios de la vida profesional. Sin embargo, esto fue un propósito y motor desde lo personal, encontrando en los colegas y del otro lado de la “barandilla” tribunalicia, un profundo respeto y predisposición a la labor del abogado, más cuando una nueva generación desde afuera y desde adentro viene pisando fuerte, removiendo viejas estructuras y demandando mejores soluciones y respuestas. Una generación que busca una solución integral, que no se queda en fórmulas mágicas, sino que se actualiza con las demandas sociales.

Creo que ese es el mayor desafío, las demandas sociales, las cuales hacen que el profesional se actualice y se enfrente a nuevos desafíos. Es un justo medio entre lo que es y lo que queremos que sea.

Contrapuesto a esto, uno de los mayores peligros de la Justicia y de los que trabajamos en pos de ella, es la presión social magnificada por el gran acceso a la información y desinformación permanentes, acompañada de la cultura de lo inmediato y lo urgente, ese es el mal con el que nos toca lidiar.

Lo inmediato es lo que lleva a cárceles abarrotadas de detenidos, una sociedad que quiere “mano dura” con el delincuente y presiona las decisiones judiciales; y así se hace el círculo vicioso, porque nos encontramos pendientes del resultado y no de la causa del problema, por el simple hecho que demanda tiempo y recursos, y no poseemos ninguna de las dos.

Cuando se caminan los barrios olvidados, cuando se ingresa a una cárcel, cuando se conoce a los familiares de cada detenido, cuando les ponemos rostro, nombre y una historia a cada una de las personas que llegan al estudio, la realidad nos choca de frente y, consecuentemente, conoce del flagelo de la droga, de los olvidados, los sin trabajo, los marginados, solo porque nos quedamos con una condena o una absolución. En síntesis, un resultado, pero el problema está ahí, y es ahí cuando no hay respuestas.

Es por ello que, cuando la Justicia, los profesionales y la sociedad, en vez de condenar, busquemos soluciones reales en la causa de los conflictos, ahí podremos decir que estamos realmente haciendo algo por el futuro.

Hoy, ante la indiferencia y la falta de recursos económicos para llevar adelante prácticas efectivas, el único y más valioso recurso que poseemos es el humano. Lo veo todos los días en las ganas de perfeccionarse, de enaltecer la profesión, en las personas del Poder Judicial, que independientemente de las diferencias propias que poseemos por los diferentes puntos de vista, tratamos de hacer lo mejor, muchas veces con el motor humano.

Con un Estado que cada día se desentiende más de la problemática social, ahí estamos los ciudadanos, en la lucha, desde el lugar y la posición que nos toca. Mientras los valores éticos permanezcan intangibles, el motor de cambio está en marcha.

Es por esta breve reflexión, en una fecha de relevante conmemoración, que debo hacer una mención generalizada al círculo profesional y judicial por el cual transito mis días laborales.

A todos ellos, y con mucho aprecio, tan solo me queda desearles un feliz Día del Abogado, pero por sobre todo, una excelente y dedicada vida profesional, tal como lo pude describir en palabras anteriores.

(*) Abogada