LVF – Clausura – 8va. fecha – Zona C
César Contreras dibujó un golazo en el Pozo y le dio la victoria 1-0 a Unión Central sobre River. Nueve amonestados y arqueros figuras; el clásico más viejo de la Liga resiste, se aferra a su valor histórico, y sigue la huella…
Escribe: Beto Arce
No es poca cosa contarle a los más chicos, al menos algo, de la larga historia que trae el clásico River-Unión. Es que el paso del tiempo muchas veces agiganta sucesos y otras tantas les tira un manto de olvido encima. Por eso existen tiempos para revalorar viejas configuraciones, las que hacen que el sentido de pertenencia pase a las futuras generaciones con un emotivo valor agregado, y será necesario entonces, quizá, que volvamos a la fuente para encontrar el camino hacia un futuro mejor.
Copado por periodistas, el Pozo de barrio Almirante Brown daba claras señales de que se jugaba allí el partido de la fecha. El escenario mostraba las huellas de agua evaporada como si presenciáramos el descubrimiento de nuevos fósiles, esa agua que rebalsó el campo de juego la pasada semana en solo cuatro minutos.
El clásico más viejo de la Liga Villamariense fue para Unión, y sumó así un poroto más para la histórica estadística que Diber Bocco lleva sin interrupciones, domingo tras domingo. César Contreras, el nombre que quedará registrado por haber marcado el único gol, cuando en los archivos se busque la ficha del 23 de septiembre de 2018.
Un intenso encuentro, cargado de infracciones, de reproches, de gritos y de tarjetas amarillas, como era de esperar, aunque la esperanza es siempre lo que alimenta el sueño de los que quieren cambiarle el sentido la historia o mantenerla, según como se le mire. Como el pibe Matías Sánchez, que aun con sus finitas piernas lleva la 10 en la espalda y lo encara incluso al gigante Coco Reinoso; como Guilhen y Torres, que están hechos y curtidos por la gambeta y el potrero; como Barbero y Alanis, los encargados de conservar y que las cosas queden como están; como Panchito Zucotti, que siempre corre de más y le sobra resto físico, para que no haya que explicar nada acerca de que su papá es el DT; como el Puma Rodríguez, un capitán que dejó la cancha sin chistar y prefirió alentar a su remplazante; o como el Pato Delfino, que a los 44 años se resiste a decir adiós a algo que quizás nunca suceda, porque el fútbol es su historia, y su historia es parte del fútbol.
Un zurdazo desviado de Guilhen; un tiro libre de López que a puro reflejo desvió Alanis; un latigazo de Torres que Barbero desactivó en dos tiempos; otro remate López que controló el “1” de Unión y nuevamente Torres, esta vez con una volea. Todo eso en apenas 12 minutos. La esperanza de ver un gran partido podía ser transformarse en algo real…
Gritaron ¡penal! cuando López tocó el balón con la mano dentro de su propia área a los 23m, aunque el juez precisamente no la vio, porque ni siquiera marcó la no intencionalidad. Tapó Barbero la pelota del partido cuando su compañero Mayco Sánchez intentó despejar y casi la manda al fondo del arco. Respondió enormemente Barbero desviando el fierrazo de derecha de Zuccotti a los 32m; se fue muy cerca el cabezazo de Reinoso en un tiro de esquina a los 34m; recibió un duro planchazo el portero Alanis por parte de Matías Sánchez, cuando los portales del gol parecían abrirse en la tarde de domingo; y en tiempo cumplido Ferreyra le sacó en la línea la ansiada euforia a Medel.
Estuvo Unión más cerca, aunque jamás River lo creyó así, y por eso siguió empujando, hasta que llegó el duro cachetazo… Un remate de Guilhen que no prosperó, ubicó a Contreras en una dudosa posición. Con la cara interna del botín derecho Teté le metió magia y la puso de emboquillada, en el segundo palo, lejos del arquero. Un golazo para aplaudir, aunque más fue para reclamar, como lo hicieron los jugadores “millonarios”… No obstante, el resultado se adaptaba al desarrollo gracias a una preciosa pincelada.
River pudo llegar a la igualdad. Primero a través del ingresado Ledesma, a quien se le vino el arco encima cuando solo había que empujar y la mandó por arriba del travesaño a los 23m; y segundo por intermedio de Arce, con un tiro libre que pasó la barrera y contuvo Alanis.
Ganó Unión y firmó una nueva victoria en el histórico y más añejo clásico de estos pagos. Hoy algunas cosas cambiaron, otras no tanto, y otras definitivamente se resisten a ser reemplazadas u olvidadas por el arrollador paso de la modernidad. Seguramente desde algún lugar, aquellos primeros protagonistas de los River-Unión vieron esta reversión del clásico en 2018 y más allá del resultado, posiblemente hayan sonreído tras el último pitazo. A la salida de la cancha, una voz que no se sabe de dónde vino ni a quien correspondía, aunque suponemos que era de un viejo guardián de los clásicos, dijo: “Quizás no sepan de nuestros nombres, pero estamos felices, porque no nos olvidan…”.
La figura: Néstor Barbero: tuvo un gran primer tiempo y aguantó el empuje con grandes intervenciones hasta el gol de César Contreras, uno de los mejores en Unión Central (no solo por haber marcado) junto al portero Dante Alanis, responsable de mantener en cero su arco.
El árbitro: Gonzalo Ludueña: vivió una tarde llena de gritos y reclamos. Las piernas fuertes y algunas malas intenciones no fueron medidas con un criterio equilibrado, pese a que el encuentro contabilizó nueve amonestados. Quedaron dudas sobre una mano de López dentro de su propia área y también en la posición de Contreras en el gol.