Escribe Diego Bengoa DE NUESTRA REDACCION
Famosos dicen ser víctimas de hackers, pero también ciudadanos desconocidos aseguran que sufrieron la vulneración de su Facebook o correo electrónico. Especialistas lo ponen en duda
En el mundo de la farándula porteña cada tanto algún famoso o personaje conocido dice haber sido víctima de un hackeo y sus fotografías privadas se viralizan rápidamente por medios, redes sociales y teléfonos. Les pasó a muchas vedettes, a la nieta de Mirtha Legrand y recientemente a la periodista Marina Calabró, hija de Juan Carlos Calabró: su imagen desnuda se convirtió en tendencia en Twitter y los medios hablaron de ella.
Pero entre los ciudadanos desconocidos también se habla mucho de esos presuntos hackeos: “Me hackearon el Facebook, no fui yo quien escribió todo lo que apareció en mi cuenta”, suele aparecer en los muros que vecinos de la otra cuadra tienen en esa red social.
Según el informático y policía Sergio Martínez, “en el usuario común el hackeo no existe, existe el descuido”. Para Fernando Labat, vicepresidente del Consejo Profesional de Ciencias Informáticas de la provincia, tampoco.
Sobre todo esto fueron consultados por EL DIARIO.
“En base a estadísticas a nivel mundial, está claro que el 85% de los hackeos de las empresas está producido desde adentro de las mismas”, aseguró Labat, para quien “ser víctima normalmente pasa mucho por la responsabilidad del usuario”.
“Si paso caminando de noche por una zona peligrosa con un maletín transparente con documentación importante o dinero, las probablidades de asalto son altas. Y eso es lo que nos pasa también con la computadora”, graficó Labat.
Martínez, por su lado, aseveró que en el usuario común el hackeo no existe, sino que lo que se da “es el descuido de poner una contraseña fácil como 1234, el nombre del perro o el número de documento”.
“Hay algo que se llama ingeniería social, que se usa mucho para delitos que tienen que ver con la estafa y defraudación. Mucha gente recibe un e-mail con un formato similar al de una página web original del banco y le dicen que están actualizando datos de su cuenta bancaria y le piden la contraseña. Muchos, por desconocimiento, la dan; la falla está en el cuidado que uno debe tener”, describió.
Martínez consideró que esto sucede mayormente en adultos que “no están familiarizado con la tecnología”. Labat coincidió que se da en los mayores, pero por una cuestión de valores, “porque creen en el valor de la palabra”.
Agregó que no existen más que mil o dos mil hackers en el mundo. “Muchas fotos no han sido hackeadas, hubo un disparador como vos, yo o el técnico que arregló tu teléfono o tu notebook”, subrayó.
Ante preguntas, Martínez admitió que por correo electrónico uno puede ser víctima de la descarga de un programa “que puede haber sido creado para chuparte información y enviarla a un correo determinado” y, en ese caso, admitió que “es complicado darse cuenta” de que te están espiando. Por eso recomendó “tener un antivirus y la conciencia de no descargar cosas porque sí, pero ahí está la falla, porque se abre una ventana y la gente abre. Es un problema de concientización”.
“El hacker o cracker, que va en busca de hacer daño o delinquir, apunta a una empresa grande o a un gobierno y si es detectado, va preso dos días y lo toma alguna entidad gubernamental para usarlo de su lado por los conocimientos que tiene”, apuntó.
“La gente común no es hackeada, uno lee que dicen que le hackearon el Facebook, pero en realidad lo dejó abierto en algún lado”, ratificó.
Ambos confirmaron que existe un programa que puede ser instalado en la computadora para rastrear todo lo que uno teclea, pero aclararon que para colocarlo hace falta el contacto físico con el elemento, aunque se puede hacer desde otro lugar, pero se requiere tener un conocimiento muy complejo.