El expresidente del Colegio de Arbitros local reflexionó sobre lo sucedido con Martínez, evaluó el compromiso dirigencial y también hizo un diagnóstico de la problemática en el referato argentino
La agresión que sufrió la terna arbitral encabezada por José Martínez, el pasado sábado, dejó mucha tela para cortar y algunas reflexiones de diferentes actores del fútbol local.
En ese contexto, uno de los que puede dar cuenta de la problemática es Angel Torroela, un hombre que sumó muchos años en el fútbol, tanto sea desde lo disciplinario como desde las designaciones de árbitros en el plano local, provincial y nacional.
Separado de la Liga Villamariense desde que cambió su cúpula, Torroela no volvió a ser parte del fútbol local, pero la experiencia le permite ver la realidad y realizar un diagnóstico de lo que ocurrió con Martínez, sin desviarse de la problemática de los árbitros. Y así lo plasmó en el diálogo que mantuvo con EL DIARIO, mientras el fútbol doméstico atraviesa esta etapa de reflexión por lo sucedido.
-¿Lo sorprendió lo de Martínez?
-Me sorprendió más lo de los dirigentes, que no salieron a repudiar a tiempo. El parte de prensa que sacó la Liga, tres o cuatro días después, es pobrísimo, no alcanza. La suspensión del fin de semana sólo sirve para la especulación de los técnicos, de los que esperan que se recupere algún lesionado… Esto de suspender fechas no alivia el dolor de la familia, no reconforta el espíritu de los árbitros agredidos. Esto no soluciona nada. La solución pasa por medidas políticas.
-¿Cómo cuáles, por ejemplo?
-Reunirse todos inmediatamente después y hacer un acta-acuerdo, como tantas hay en esta Liga. Acá está lleno de acta-acuerdos, tantas que no sé qué dicen porque en tantos años de Tribunal de Penas no me tomé nunca el tiempo para leerlas, ya que iban en contra de las reglamentaciones. Pero esta vez quizás servían. Se habla mucho de sacar a los chicos de la calle, pero si los traemos a la cancha con sus padres alcoholizados y armados, no le sirve a nadie.
-¿Explota ahora, pero se da seguido?
-Se da seguido y tanto el técnico, como el delegado saben de qué se trata. Es por eso que digo que se necesita un acta-acuerdo para que el compromiso venga de parte de cada uno de ellos y digan “yo tengo un personaje de estos en mi cancha, entonces quiero hacer algo porque mi club quiere hacer algo por ese chico”, entonces vamos todos. Hoy los clubes preparan a chicos para que sean exitosos y después buenas personas, cuando debería ser al revés. Hay que decir “mi hijo juega en este club porque acá hay formación de personas”. De eso se trata en cualquier actividad deportiva. Son escuelas de alguna actividad.
-¿En este caso será que los clubes no se reunieron rápidamente porque cada uno tiene una historia en contra de Martínez?
-Puede que sí, entre otras cosas. Pero como dirigentes no les podemos dar la oportunidad para que ellos descarguen eso y menos aún donde hay chicos. Los dirigentes son dirigentes las 24 horas del día y saben quiénes son sus “infecciones”.
Martínez manifiesta en todo momento que el primer agresor que aparece dijo “no es con vos”, entonces era contra un pibe en formación (el asistente)… Esta Liga, en Inferiores, goza del gran beneficio de que los dirigen árbitros de Primera división.
Que la hinchada o el abuelo del chico ate alguna situación cotidiana vivida en la calle con alguien que fue policía… Puede pasar, pero quien debe frenar esas situaciones es el dirigente y el técnico. Alguien debe levantarse y decirle “así no es la cosa”. Un técnico trabaja toda la semana y no creo que lo haga con agresiones para con el chico.
-¿El árbitro está desprotegido?
-Todos estamos desprotegidos. Yo creo que en los últimos diez años no pude ir a las canchas en la Liga.
-¿Por qué?
-Porque no podía, me agredían o me decían cosas. Y hay dirigentes de la Liga que me decían que yo no iba porque no quería. Entonces yo preguntaba, “¿usted me va a dar las garantías?”, y me respondían que no. ¿Entonces? Además, que yo estuviera 25 años no fue un capricho mío, sino porque la Liga lo necesitaba.
Fui egoísta siempre porque tal vez no formé gente, como así tampoco había gente.
Arbitraje “bajo”
-¿Es liviano decir generalmente que el arbitraje “está bajo”?
-Si hablamos del arbitraje argentino, hay que cortarlo: está el arbitraje de las ligas nuestras, que son formativas, y el arbitraje a nivel nacional. Este último, en la medida que los dos gremios no se pongan de acuerdo para cumplir la tarea para la que están llamados, que es ser gremios, no “designadores”, el arbitraje irá en decadencia. Primero porque la formación del árbitro tiene una terrible cantidad de quioscos que abre el Consejo Federal por todo el país, con cursos nacionales. Todos generan árbitros enojados.
-¿Por qué?
-Porque la mayoría no llega o llega tarde. A casi todos los internacionales les pasa que dirigen Primera división, donde los gremios pelean internamente para ver a quién meten, y ahí nomás bajan a jugar la B Nacional.
A los gremios les interesa poco porque no están en la cuestión de fondo, nunca ponen en la mesa de la discusión lo más importante, mantienen discusiones perdidas, de “sabiondos” que aparecen en la televisión.
Al árbitro primero lo debe llamar la Escuela, donde hay cinco tipos exárbitros que son instructores, que están puestos para ver todos los partidos y captar la falla del árbitro, aunque estos instructores hoy son odiados. ¿Por qué? Porque al árbitro se lo comió la televisión.
El año pasado me preguntaron por un árbitro y dije “este es de las características de Herrera”, y me dijeron “vamos en coche” y le hicieron contrato. En ese momento, Herrera era “el árbitro”, es más, en el superclásico del gas pimienta, él no se equivoca en lo que hace. Se tomó su tiempo, que es lo que corresponde para no equivocarse, ya que uno tiene que pensar no sólo lo que pasa adentro de la cancha, sino también afuera, cuando salgan enfurecidas esas 50 mil almas que estaban en el estadio. Mirá qué sencillo era tomar la determinación 20 minutos más tarde. Pero no tuvo más prensa y quedó allí. Después nadie le informó a Herrera sobre lo que hizo, se equivocó una vez en otro tipo de partido y lo pagó caro.
-¿El problema está allí?
-Sí, el árbitro queda enojado y va a dirigir enojado.
Julio Grondona fue el último presidente del Colegio de Arbitros, algo insólito. Un vicepresidente de FIFA tiene que firmar la planilla de los árbitros que dirigen el domingo… Es insólito, tanto como que ahora quien designa sea el presidente de Racing, Luis Blanco. ¿Cómo puede ser que el presidente de un club elija a los árbitros? Entonces parece que no hay nadie confiable que pueda estar en ese lugar.
En ese marco, la Escuela es quien debe potenciar al árbitro, no el sindicato. Se mezclan las cosas y termina el gremio designando a un árbitro. Fijate que los gremios tienen una oficina cada uno en AFA, algo increíble.
De consulta
El teléfono de Torroela no es moderno, pero sabe sonar seguido.
Son los árbitros quienes llaman al villamariense diariamente, sabiendo que es un hombre de consulta.
“Ahora no hago nada, aunque fui a algunos ateneos a Córdoba, con algunas asociaciones donde hay muy buen plantel de chicos. Hoy ACAF, por ejemplo, es una asociación que está trabajando muy bien en la escuela”, comentó.
Además, afirmó: “A veces discuto algunas cosas porque considero que estas actividades necesitan sí o sí de un nivel pedagógico”.
“Hay chicos que vienen y me dicen: ‘Me mandé un moco’, y ahí nomás les digo: ‘Un moco te puede causar algo grave’. No hay que tomarlo livianamente, aunque sí con responsabilidad”, añadió Torroela, quien pidió que los árbitros deben tener “un chiquito, sólo un chiquito de soberbia, y una humildad bien entendida; humildad que significa honorabilidad y dignidad”.
“El árbitro, cuando se viste de árbitro, aún habiéndose sacado las pinzas de la bicicleta, se infla cuando entra en la cancha y así debe ser, tomando confianza”, finalizó Torroela, quien lamentó que un gran problema pasa también por la falta de veedores.