El Banco Nacional Suizo comenzó a aplicar tasas de interés negativas para amortiguar el impacto de la apreciación del franco frente al euro. Antes, guardar dinero en el banco era algo positivo. Ahora, en cambio, las empresas danesas adelantan el pago de los impuestos para desprenderse de su dinero en efectivo. No todo es malo. Algunos daneses que tienen créditos hipotecarios con tasas variables han notado que sus bancos les pagan todos los meses por estar endeudados, en lugar de cobrarles intereses por sus hipotecas
Sí, los bancos les cobran a los clientes por guardar sus fondos, en lugar de pagarles intereses sobre sus depósitos. La tasa de depósitos que el Banco Central Europeo tradicionalmente pagaba a los bancos por el dinero que inmovilizaban en la entidad pasó la semana anterior de -0,2 a -0,3 (ahora son los bancos los que pagan al BCE por estacionar sus fondos allí). Tres de los vecinos más pequeños de la zona euro -Dinamarca, Suecia y Suiza- han llevado sus tasas de interés a territorio incluso más negativo ante los recortes de tasas del BCE, lo que ha producido una serie de desenlaces inusuales con ramificaciones que afectan a todos, desde las grandes empresas a los consumidores. Estos países ofrecen un panorama de lo que podría ocurrir si la zona euro se adentra más en el sendero de las tasas negativas.
«No creo que hayamos visto los último de esta tendencia», afirma Jes Asmussen, economista jefe para Dinamarca del banco Handelsbanken. «Cuando me formaba como economista, las tasas negativas no aparecían en los libros de texto. Pero es el mundo en el que vivimos ahora y no ha dejado de dar vueltas».
Las tasas negativas no estaban los planes de nadie. En economía, cero es el piso. No obstante, el estancamiento del continente ha sido tan prolongado y difícil de resolver que los bancos centrales de la región están recortando las tasas de interés para estimular la actividad. Si es beneficioso reducir las tasas de 1% a 0,5% y de ahí a 0%, ¿entonces por qué no probar con -0,5%?
La aventura europea con las tasas negativas recién empieza y el fin no está nada claro. La tasa de depósitos negativa del BCE ha ayudado a reducir el valor del euro, lo que beneficia a los exportadores de la región. La economía europea, sin embargo, crece a ritmo de tortuga y la inflación se ubica cerca de cero.
¿Una nueva burbuja?
Además, una pregunta fundamental sigue sin resolverse: ¿pueden las tasas negativas rescatar a una economía? Si los bancos centrales se siguen adentrando en territorio negativo, ¿se reanudará el crecimiento? ¿O acaso la peculiar naturaleza de las tasas negativas es un preludio de consecuencias perversas, como el acaparamiento de efectivo, la formación de burbujas de activos en rubros como los bienes raíces y una inflación desbocada?
En teoría, las tasas negativas fijadas por el banco central se traspasan a las empresas y las personas al fomentar el crédito. El efectivo, en estas circunstancias, se parece a una papa caliente: todos quieren usarlo, no guardarlo.
Hasta el momento, los resultados han sido dispares. El crédito bancario ha subido en forma modesta en la zona euro, contribuyendo su parte a una recuperación económica que ha marchado a paso lento pero seguro. La inflación, sin embargo, no ha repuntado. Los precios apenas aumentaron 0,1% en noviembre. Suecia ha registrado una inflación cercana a cero desde 2013, pese a que en febrero engrosó las filas de los países con tasas negativas. La meta de inflación del BCE es de poco menos de 2%.
En Suiza, el banco central trató durante mucho tiempo de impedir un alza excesiva de su divisa frente al euro mediante la creación de francos suizos que luego usaba para comprar la moneda común europea. A principios de este año, sin embargo, la entidad dejó de lado tal política, preocupada por la cantidad de activos extranjeros en su cartera.
Para amortiguar el impacto producido por el fortalecimiento del franco, el Banco Nacional Suizo recurrió a las tasas negativas, que disminuyen el atractivo de tener la divisa. El franco, de todos modos, se disparó contra el euro y, desde entonces, se ha estabilizado tras un alza de 11% frente a la moneda común.
Dinamarca, en cambio, ha tenido más éxito al emplear las tasas negativas como una herramienta para estabilizar la moneda. Las tasas negativas ayudaron a derrotar una serie de apuestas a una apreciación de la corona danesa. El crecimiento de la economía es robusto y se prevé una expansión de 1,6% este año.
De todas maneras, las tasas inferiores a cero en Dinamarca y Suiza han contribuido a un drástico incremento de los precios de las viviendas, lo que ha desatado temores de una burbuja en las principales zonas metropolitanas. El precio promedio de un apartamento en Dinamarca subió 8% interanual en el primer semestre, mientras que el costo de un departamento en Suecia es 16% mayor que hace un año.
No es lo único. Miles de propietarios daneses tienen que pagar hipotecas con tasas de interés negativas. En vez de pagar el principal más los intereses mensualmente, pagan el principal menos los intereses. «Espero que sea un fenómeno pasajero», dice Soren Holm, director financiero de Nykredit, el mayor prestamista hipotecario de Dinamarca por volumen.
Las tasas negativas tienen un costo anual para los bancos daneses de más de 1.000 millones de coronas (unos US$145 millones), según la asociación que los agrupa.
«Son los bancos los que pagan por esto», asevera Erik Gadeberg, director gerente de mercados de capitales de Jyske Bank. Si la situación empeora, el banco podría verse obligado a cobrarles a las empresas depositantes más pequeñas y, más adelante, tal vez a los consumidores. «De una u otra forma, lo tendríamos que traspasar al mercado», manifiesta.
Un banco suizo ya lo ha hecho. Alternative Bank Schweiz, un prestamista muy pequeño, envió en octubre cartas a sus clientes que portaban malas noticias: les empezaría a cobrar por sus depósitos.
Miles Kimball, economista de la Universidad de Michigan, ha predicado el evangelio de las tasas de interés fuertemente negativas a los bancos centrales. Cuando la demanda de dinero es baja, sostiene, los bancos centrales deberían facilitar el crédito todo lo que sea necesario, aunque implique pagarles a los bancos para otorgar préstamos.
No es un tema puramente académico. En momentos en que las tasas están en cero en la mayor parte de los países desarrollados, los bancos centrales podrían tener que combatir la próxima recesión sin mucho espacio para reducir las tasas.
«Es incorrecto decir que a los bancos centrales se les agotaron las municiones», dice Kimball. «Las tasas negativas pueden estar a disposición antes de la próxima recesión. No hay un límite de hasta dónde se pueden bajar».