Se trata de Leonardo Palacio, un hombre nacido en Tío Pujio que engañó a comerciantes de distintos puntos del país, a los que les pagó la mercadería adquirida con cheques falsos. Por un pedido de la Defensa, podrá pasar Navidad con su familia
La Justicia de Villa María condenó ayer a un hombre que estafó a varios comerciantes con cheques apócrifos, pero pudo salir de la cárcel antes de las fiestas de fin de año gracias a un pedido de su defensora.
Al cabo de un juicio de trámite abreviado, Leonardo Javier Palacio fue declarado autor responsable de ocho hechos de “estafa” y se le impuso una pena de un año, 11 meses y 15 días de prisión de cumplimiento efectivo, la que se le dio por compurgada debido al tiempo que llevaba entre rejas.
Previo a la audiencia de debate, el fiscal Francisco Márquez había propuesto una condena de dos años de prisión para el caso de que el acusado confesara los hechos que se le atribuían, pero la asesora letrada Silvina Muñoz solicitó que la misma se redujera en 15 días para que su defendido pudiera pasar la Nochebuena junto a su madre (que estuvo presente en la sala) y el resto de su familia.
Los buenos oficios de la defensora tuvieron eco en el acusador público y a la hora de los alegatos requirió la pena finalmente impuesta por la camarista Silvia Saslavsky de Camandone.
Palacio, de 34 años (3 de julio de 1981) y con último domicilio en barrio Ameghino de esta ciudad, fue detenido a fines de diciembre de 2013, por lo que iba a cumplir los dos años en unos 10 días.
Pese a obtener la libertad, el convicto oriundo de Tío Pujio fue declarado reincidente ya que registra un antecedente penal por una condena de cinco años de prisión (que cumplió en 2008), impuesta por la Cámara Tercera del Crimen de la ciudad de Córdoba a raíz de un hecho de robo con arma.
Cheques falsos
Las maniobras delictivas que llevaron a Palacio a la cárcel se produjeron durante el transcurso del año 2013 y los damnificados fueron comerciantes de diferentes puntos del país.
De acuerdo a la instrucción judicial, utilizando distintos nombres el estafador logró adquirir 30.000 kilos de arroz en Entre Ríos, 1.000 kilos de yerba en Misiones, 50 cocinas en Villa María, numerosas aberturas en Oliva y cajas de vino en una distribuidora de Córdoba, entre otros productos.
Luego de recibir las mercaderías en lugares insólitos (por ejemplo, una estación de servicio de la ciudad de Oliva y hasta una solitaria calle de Tío Pujio), Palacio “pagaba” con cheques que aparentaban ser buenos.
Sin embargo, cuando los comerciantes pretendieron cobrar esos valores, los mismos fueron rechazados por distintas circunstancias: pertenecían a cuentas adulteradas, eran robados y algunos hasta habían sido confeccionados en una computadora hogareña.
Para articular las maniobras delictivas, Palacio se contactaba con los comercios por e-mail, invocando el nombre de una firma que en realidad no existía. Así logró engañar a muchos empresarios, quienes cayeron en la trampa urdida y enviaron las mercaderías a los destinos establecidos por el estafador.
De todos modos, los transportistas que le entregaron los pedidos fueron fundamentales a la hora de reconocer a Palacio como el comprador, por lo que la prueba en su contra fue más que abundante.
Al momento de declarar sobre condiciones personales, el presidiario ahora liberado dijo que supo trabajar como empleado en el frigorífico “El Galleguito” y en la estación de servicio Esso ubicada en Buenos Aires y la exruta pesada.
Qué dice la ley
El artículo 172 del Código Penal de la Nación establece que “será reprimido con prisión de un mes a seis años el que defraudare a otro con nombre supuesto, calidad simulada, falsos títulos, influencia mentida, abuso de confianza o aparentando bienes, crédito, comisión, empresa o negociación o valiéndose de cualquier otro ardid o engaño”.