Ante una intensa caída de agua, pasaron las motos, cuadriciclos, autos y camiones por distintos cruces de rutas. Los fanáticos no perdieron la oportunidad de decir presente
Una vez más el Rally Dakar pasó por Villa María y Villa Nueva dejando la huella y el rugido de motores de máquinas que nunca dejan de sorprender.
Desde bien temprano (6.15), comenzaron a pasar las primeras motos (que habían partido inicialmente desde Rosario) traídas por ruta nacional 9 y empalmadas luego por el camino que conduce a la Fábrica Militar. Posteriormente, ruta 2 fue la avenida principal que unió las dos “Villas” con una atracción que fue ocupando lugares al costado del camino por los ansiosos espectadores que aguardaban el paso. Ya en Villa Nueva (por avenida Libertad), bajo un alero, con paraguas, rompevientos, con bolsas de consorcio al estilo chaleco, o bien desde sus casas con puertas y ventanas abiertas, los vecinos saludaban a los pilotos que con bocinas o señas de luces agradecían el gesto.
La predisposición de los pilotos ante los pedidos del público fue increíble. Basta con resumir que mientras esperaban el “verde” del semáforo en avenida Libertad, los fanáticos se tomaban selfies con “héroes” que quizás ni conocían. La buena onda es la particularidad que caracteriza a esta competencia aguerrida, den la que los pilotos afrontan un viaje solitario y de vez en cuando necesitan un “mimo” de la gente.
Dos puntos centrales donde se registró la mayor concentración de aficionados fueron las estaciones de servicio ubicadas en el cruce de rutas 2 y 158. Desde ambos costados, aguantando la lluvia, el viento y el frío, la postal de una mañana especial comenzaba a llenarse de emoción.
No eran muchos los casos, pero algunos se “descolgaron” a cargar combustible, lo cual generó una revolución de gente que los rodeaba para poder saludarlos, desearles buena suerte, tomarse una foto o bien contemplar la magnitud de la máquina que luego de despediría con el rugido del motor y el aplauso de hasta los “playeros”.
Con todo y a pura velocidad, aunque con las precauciones del caso, ya que la pista lo pedía, por el agua y el contexto, las máquinas marcharon rumbo a Las Perdices con la noticia confirmada de que el tramo en Córdoba se había suspendido.
Pero así es el Dakar, con sus particularidades que lo identifican. Nunca es igual, siempre es distinto: el clima manda y tras varios días de desarrollo el paisaje puede modificarse en cuestión de minutos. El Dakar es el “limbo” del mundo automotor, y por eso los fanáticos y amantes no quisieron perdérselo.
“Siendo un espectador”
El villamariense Gustavo Beccaría, exparticipante del Rally Dakar, estuvo en el cruce de rutas 2 y 158 al costado del camino y dijo lo siguiente: “Aquí estamos, siendo un espectador más de esta gran competencia. Aunque habíamos realizado la preinscripción no pudimos ser de la partida, pero lo importante es acompañar. Sin duda que la atracción y la acción del Dakar está en la tierra o en las dunas, y a lo mejor para muchos no es emocionante ver pasar las máquinas por la ruta. De todos modos el paso del Dakar es único”, destacó.