Elige telas, cose y es una fuente de motivación para los jóvenes de la comparsa
Escribe Clara Trillini
Desde hace varios meses, sobre la mesa de su cocina, María Albertengo tiene desparramados varios trozos de tela, almohadillas llenas de agujas y alfileres con cabezas de colores, hilos y su infaltable máquina de coser. Es domingo, pero ella se levantó a las 6 de la mañana, porque la edición número 30 de los Carnavales Gigantes se acerca. Falta menos de una semana. Y hay que apurarse.
Con el aniversario, ella también cumplirá treinta años en una labor que eligió desde la primera edición de la fiesta popular villanovense.
«Comencé a trabajar para el barrio Florida. Yo vivía ahí y un vecino me preguntó si quería participar. Le dije que sí y entonces empecé a colaborar en el armado de la carroza. Estaba todo hecho de papel, nada que ver con lo que se usa ahora. Me acuerdo de una carroza que representaba un paisaje del Caribe, y yo, renegando con una planta que no quedaba derecha, conocí a Héctor Tulián, que estaba trabajando ahí, en el mismo galpón», relató María, haciendo memoria de cómo se inició su paso por el equipo que está detrás de todo el brillo que se despliega en las noches de carnaval.
En ese momento, nació su amistad con Tulián, quien hoy es uno de los pilares esenciales de la organización de la comparsa y batucada de barrio Los Olmos. Pero en esos años, él habló con María para colaborar con Florida. Y ahí estuvieron un par de años, hasta que la nueva comisión del centro vecinal dejó de lado la idea de la participación en los carnavales y, ambos, se fueron a trabajar para Los Olmos, donde están en la actualidad.
«Cuando empezamos a trabajar juntos, armamos una subcomisión, por fuera de la que maneja el centro vecinal. Entonces, nos dividimos las tareas. Una señora corta las telas, yo me encargo de coser, otras de bordar, y Tulián está en la organización de los chicos en la comparsa», explicó.
Entre telas, piedras e hilos de colores
Cerca del mes de septiembre, empiezan a desarmar los trajes de la edición anterior, y seleccionan aquellos elementos que se pueden reutilizar, como el caso de las piedras de colores. Un momento clave es cuando tienen que decidir la temática de la edición que se avecina y, recién después de tener eso definido, viajan a Rosario para hacer la compra de todos los materiales que necesitan. María es una de las que emprende el viaje dispuesta a ver piedras, elegir colores y seleccionar la cantidad que necesitan de cada cosa.
«Hay muchos materiales nuevos. En las primeras ediciones usábamos lentejuelas y mostacillas de vidrio pequeñas. Pero ahora un elemento muy lindo es el mostacillón, que brilla más», comentó entusiasmada, porque «el lugar es grandísimo», y hay de todo para elegir.
Pero en su trabajo, hay mucho de aprendizaje constante. María relató que, el año pasado, pensando en los trajes de la edición 29, Tulián le mostró un par de imágenes y le preguntó si era capaz de hacer esos trajes que se veían. «¿Por qué no?», le contestó ella. Decididos los modelos y ya manos a la obra, María se dio cuenta de la ardua tarea que tenía enfrente y más de una vez se cuestionó: «¿Para qué me habré metido en esto?» Sin embargo, el trabajo en equipo, más allá de lo puramente organizacional, también en motivación cuenta mucho. Entonces, ahí estuvo Tulián para decirle que si ella había dicho que podía hacerlo. Y ese empujón también se lo dieron cuando este año estuvo a punto de abandonar su colaboración por la enfermedad -y luego fallecimiento- de su esposo Pedro.
Trabajar para ganar
María también intenta transmitirles a los chicos y chicas que participan en comparsa y batucada su motivación. «Yo siempre trabajo para ganar», comentó ella. «Porque uno quiere estar siempre más adelante que la edición anterior. Hace algunos años no podíamos hacer todo esto que hacemos ahora. Este año, hasta hemos hecho botas. Aprendemos siempre, miramos videos de cómo se hace, cómo se adorna», agregó.
Y además del tiempo, el dinero invertido también cuenta, y mucho. Por eso, una vez que finalizan los carnavales en Villa Nueva, desde Los Olmos ya empiezan a diagramar su agenda de presentaciones en pueblos y ciudades no sólo de la provincia de Córdoba, sino también de otras provincias argentinas. Hasta febrero o marzo, la época de carnaval no termina para ellos.
Haciendo una cuenta rápida y a grosso modo, calculó que un traje «no demasiado cargado pero tampoco básico, con armazón y plumas», llega a costar hasta 25 mil pesos.
La última puntada, la dará el jueves a la noche o quizá hasta el viernes a la mañana, cuando falten apenas poquitas horas para el inicio de la primera noche de los Carnavales Gigantes. Hasta ese momento, María estará hilvanando telas, haciendo que las chicas y chicos se midan los trajes y, finalmente, cosiendo. Pero no todo termina ahí. Después de la puntada final, se preparará para ir al salón de Unión Eléctrica, sobre calle Belgrano, donde se concentran los integrantes de la comparsa. Maquillará a las chicas, las ayudará a vestirse, seguramente dará alguna puntada de emergencia y luego, con ellas, sin bailar pero siguiendo el ritmo y viéndolas brillar, las acompañará a lo largo de la pasada por avenida Carranza.