Dos robos seguidos obligaron a los papás de Lautaro -quien padece una enfermedad en la médula-, a cerrar el almacén con el que colaboraban en la economía familiar. Hoy siguen adelante con el tratamiento como pueden
Lautaro tiene 10 años y padece una enfermedad que le impide el normal funcionamiento de la médula. Tuvo que dejar una de sus pasiones: el rugby, y ahora pasa sus días en una habitación especialmente acondicionada para él, con un barbijo y extremos cuidados. Si el tratamiento da buenos resultados podrá retomar su vida normal y si no, los médicos indicaron que necesitará un trasplante.
Sus padres luchan a destajo para que no le falte nada a la familia y para cumplir al pie de la letra todos los tratamientos. Para eso, además del trabajo del papá de Lautaro, Sergio Díaz; la mamá, Jésica Villegas, decidió abrir un almacén en la esquina de Sarno y Santa Fe, en el barrio San Nicolás, para colaborar con la economía familiar.
Sin embargo, tras sufrir dos robos en 15 días, debió cerrarlo porque no se pudo recuperar económicamente.
“No sé cómo haremos con un ingreso solo, pero no podíamos seguir con el almacén”, dijo Jésica a EL DIARIO.
El primero de los robos fue hace unos 15 días atrás. Le sustrajeron un ventilador industrial, la caja registradora, cigarrillos y todas las bebidas alcohólicas. “El jueves pasado, a la madrugada, volvieron a entrar y me sacaron un equipo de música, la balanza, la pirotecnia y, otra vez, las bebidas alcohólicas y otras mercaderías”, informó.
Esa fue la gota que rebalsó el vaso. “Decidimos cerrar. Nosotros teníamos el almacén porque necesitamos recursos para el tratamiento médico de Lautaro, pero así como estábamos no alcanzábamos a reponer la mercadería que nos robaban”, señaló.
Fue muy crítica con la Justicia: “Nosotros dijimos a la Policía los datos que teníamos, ellos investigaron bien, pero el fiscal demoraba las órdenes de allanamiento. No sabemos por qué”, señaló. Al final, se enteraron de que algo de lo sustraído fue recuperado.
“Lo que más nos duele es que los ladrones son vecinos. Ellos saben de la enfermedad de Lautaro, pero parece no importarles nada”, planteó la mujer.
“Yo los conozco desde que nacieron. Y si bien robos hubo siempre, me parece que al menos antes había códigos. Hoy se perdieron”, agregó.
La enfermedad
Tres hijos tiene la familia: Lautaro, el mayor; Lara de 8 años y el pequeño Lorenzo, que hoy cumple su primer añito.
En las vacaciones de julio del año pasado Jésica notó que su hijo mayor se agitaba y que tenía unos moretones en el cuerpo que no desaparecían. “Primero, en el Hospital, me dijeron que se podía haber golpeado jugando al rugby; pero después, en un control médico, le hicieron bien los análisis y descubrieron que tiene hipoplasia medular, una enfermedad que impide la formación de las plaquetas”, explicó.
Con ese diagnóstico fue llevado al Hospital de Niños de Córdoba capital, donde permaneció hasta diciembre del año pasado. “Lo pudimos traer con la condición de poner una habitación especial para él y extremando los cuidados. Para afrontar esos gastos contamos con mucho apoyo: la escuela Trinitarios, donde asiste gracias a una beca; el Jockey Club, donde juega al rugby, además de familia y amigos.
“Contamos con una obra social que pese a la demora inicial (recién en octubre empezaron a enviar los medicamentos), nos está cubriendo lo más importante. Sin embargo, tenemos que viajar, hacer los controles, extremar cuidados y ahora nos encontramos con un ingreso menos”, planteó. Quien quiera colaborar con la familia Díaz-Villegas para el tratamiento de Lautaro, puede comunicarse con Jésica al 0353-154780491.