Inaugurada el 19 de marzo de 1946, la iglesia “San José” de Ballesteros cumplirá 70 años. Detrás de las Fiestas Patronales y la clásica procesión hay una historia; la de una comunidad que decidió erigir un templo que fuera su orgullo
Con su cúpula inmensa sobre el altar y su torre de tres pisos rematada en mirador desde donde abarcar la llanura, la iglesia “San José” de Ballesteros es tan original como impactante. Y es que su estilo, de un barroco colonial tardío, en nada se condice con el de los templos de la zona. De hecho, los pueblos y ciudades de la “pampa gringa” han abrevado en diseños mucho más modernos o declaradamente renacentistas, como Villa María o Villa Nueva cuyas catedrales han emulado la Basílica de San Pedro. Sin embargo, la iglesia de “San José” es hija directa de la arquitectura jesuita, tomando su diseño muy especialmente de la Estancia Santa Catalina, de 1754. De este modo, Ballesteros apostó por la arquitectura europea en tierras cordobesas, erigiéndose (en cierto modo) en una “sucursal tardía” de la Compañía.
A este respecto trato de imaginarme (a falta de documentos más fehacientes) las charlas entre el párroco ballesterense de 1939, Francisco Compañy, y el arquitecto porteño Carlos Alfredo Rocha. “Queremos que la iglesia del pueblo sea clásica y a la vez muy cordobesa que impacte, pero que sea sencilla. Que a partir de ahora cuando dejemos el viejo salón, sea el edificio más importante de Ballesteros ¿podrían hacernos un diseño acorde a estas exigencias?”. Y me imagino a Rocha diciéndole “Ningún problema, padre Francisco”, y a los pocos días trayéndole varios bocetos. “¡Este mismo! ¡Exactamente este!”, habría dicho Compañy, señalando el dibujo de la actual iglesia; casi como un “hágase la luz” para que pocos años después el templo fuera una realidad.
Y así, el 12 de octubre de ese año se colocaría la piedra fundamental del templo en la esquina de Roque Sáenz Peña y San Martín, en el solar donado por el doctor Ricardo Caballero al que concurriría todo el pueblo. Y casi como una promesa de la concreción, se repartirían postales con el dibujo de la futura iglesia; que aún quedan en el cajón de algunos memoriosos y que sorprenden tanto por su calidad gráfica como por la cercanía entre boceto y edificación.
La piedra fundamental estuvo bendecida por monseñor Fermín Lafitte y el proyecto fue dirigido por el ingeniero Antonio Sánchez Partierra. La empresa constructora fue Zanetti de Bell Ville y el templo se inauguró 7 años después; el 19 de marzo de 1946 para las Fiestas Patronales; siendo Compañy aún el párroco (fallecería tres años después).
Un detalle nada menor, es que las obras del templo comenzarían en la Intendencia del doctor José Lafourade, coincidiendo con uno de los momentos de mayor esplendor de Ballesteros y de sus obras más emblemáticas (no sólo la iglesia sino también los canteros con estatuas del bulevar Roque Sáenz Peña). Pero la iglesia recién se inauguró durante el mandato de Emeterio Samamé.
Cabe destacar que, amén del estilo jesuita, hay otros dos elementos que emparentan a la iglesia de Ballesteros con el legado histórico de Córdoba y el país. El primero es la veleta con forma de carreta que, sobre la cúpula sur, marca la dirección del viento. Se trata de un símbolo del Camino Real y cada vez que el viento sopla del norte la carreta pareciera dirigirse a Ballesteros Sur, de cuya “Esquina de los Ballesteros” vinieron los primeros habitantes. El segundo elemento fue descripto por doña “Muninga” Cáceres en un cuaderno y lo copio textual. “El hermano del ingeniero Partierra se llamaba Ricardo y era miembro de la Comisión Renovadora del Cabildo Histórico de Buenos Aires. De tal modo que consiguió un ladrillo del viejo Cabildo para ser colocado en el altar mayor, donde aún se conserva”. Fue Ricardo Partierra, también, quien donaría los fabulosos vitrales que, rodeando la nave, narran la vida de Nuestro Señor Jesucristo. En otro orden de cosas, la imagen de San José con el Niño en brazos que preside el templo como la campana de bronce, fueron traídos de España. Y según reza en su “Historia de Ballesteros” José Cacciavillani, “está afinada en Fa Sostenido Mayor, el mismo tono en el que cantan varios pájaros de la zona”. Y “Pepe” señala, además, que “se trata de un tono particularmente festivo y optimista”. Y me pregunto (nuevamente con la imaginación) qué porcentaje de influencia tendrá ese “tono musical” en la idioscincracia ballesterense y si a su modo aquel golpe de bronce cada media hora no forjará el carácter de los nacidos y criados en el pueblo.
Setenta años después
El padre Miguel Angel Crippa es el párroco de Ballesteros desde 1995 y, con 21 años de servicio, está a sólo dos de igualar el “récord” de Armando Piazza, cura de Ballesteros entre 1948 y 1971. Crippa junto a las tres mujeres del consejo administrativo parroquial me reciben en la sala de la iglesia. Y así, Cristina Quinteros de Ceballos, Norma Comba de Nocelli y Mónica de Repetti me cuentan sobre las actividades que preparan para el 19 de marzo, de los 50 chicos que tomarán la primera comunión por la mañana (cambiando la fecha tradicional del 8 de diciembre al tratarse de un año excepcional por los festejos) de la misa y la procesión que tendrán lugar por la tarde y de la cena en la Sociedad Italiana al final de la jornada. Y hablando de comuniones, le pregunto a Crippa si se mantiene el número desde que asumió como cura. “Sí, se mantiene e incluso es un poco superior al de los ´90, al igual que los bautismos. El único número que ha bajado tremendamente es el de los casamientos. Cuando me hice cargo de la parroquia casaba 20 parejas por año. Hoy, apenas si llegan a dos o tres con suerte. Han cambiado los tiempos y creo que a los jóvenes ya no les importa demasiado el sacramento. Pero este no es un problema sólo del pueblo sino de todo el país, incluso de todo el mundo”.
Les pregunto a los cuatro qué cosas harían falta en la iglesia. “Tendría que estar pintada para este cumpleaños, pero antes hay que arreglar un problema de humedad -dice Crippa-. Además, a la torre hay que ponerle unas tejas nuevas”. Y las mujeres me comentan que la comisión realiza muchas actividades para recaudar fondos. “Dos colectas al año y dos ventas de empanadas”. También me cuentan que integran la Comisión de Cáritas que en 2015 entregó 30 nuevas viviendas en el pueblo. “Además, para Navidad organizamos el Pesebre Viviente y ahora un Taller de Oración. También hay un Grupo de Jóvenes nuevo, con chicos de 20 años y tenemos once catequistas. En cuanto al mantenimiento, en 2004 se pintó la iglesia completa y se iluminó la torre, en 2006 se inauguraron las rejas y en 2009 los pilotines. Pero como dice el padre, nos faltaría volver a pintarla de nuevo para el día de su cumpleaños”.
Igual, con más o menos pintura, la iglesia luce su fachada jesuita imponente por encima del caserío. Y cuando llega la hora de la foto me pregunto qué hubiera pensado el padre Compañy si hubiera podido ver este momento. Porque la iglesia que mandó construir para que se levantara en la llanura aún sigue siendo el edificio más importante de Ballesteros, la referencia obligada cuando el pueblo se ve de lejos. Y esa arquitectura que un día brotó como un árbol de cuatro pisos regada por el sudor de todos los ballesterenses, devino en perla colonial de la pampa gringa, en patrimonio irrenunciable de una comunidad, en fabuloso símbolo de identidad como su campana, llamando a sus hijos desde una altura de vértigo.
Curas y amigos de la iglesia
Desde que fuera declarada “Parroquia” en 1918, esta es la nómina de curas que se hicieron cargo de la Iglesia “San José”. Angel Farías Leal (1918-1920); Alfonso María Buteler (1920-1923); José Pío Angulo (interino, 1923); Francisco J. Ferrero (1923-1931); Pablo Colabianchi (interino, 1931); Calixto Favre (1931-1933); Alejandro T. Allende (1933-1936); Francisco Compañy (1936-1948); Armando Conrado Piazza (1948-1971); Juan Sierra (interino, 1971); Paulino Vaca Vallejo (1972-1975); Gabriel Green (interino, 1975); Rafael Ruiz (1975-1979); Pedro Zurinyach (interino 1979-1980); Avelino Chiavassa (1980-1987); Luis Figuera (1987-1991); Williams Bianco (1991-1995) y Miguel Angel Crippa, de 1995 a la actualidad.
A su vez, el Consejo Administrativo Parroquial está conformado en la actualidad por Cristina Quinteros de Ceballos, Norma Comba de Nocelli y Mónica de Repetti, a quienes se suman Ana Formica, Benita Setien, Estela Maris Albertengo, Susana Miranda, Malvina Cuchetti, Silvia Luján, Ricardo Agüero, Marcela Palacio, Marcela Trabucco y Cristina de Torno.
Iván Wielikosielek