Maravilla Natural del Mundo desde 2011, el Parque Nacional corporiza un paseo elemental. Las principales actividades, en un excepcional entorno selvático
Escribe: Pepo Garay – Especial para EL DIARIO
E n el año 2011, por votación popular, las Cataratas del Iguazú fueron oficialmente nombradas como una de las Siete Maravillas Naturales del Mundo. Con eso queda todo dicho. Lo que sigue será comentar las muchas particularidades de este Parque Nacional, sus características y paseos. Incluso, cuando para estimular la cita con el glorioso espacio protegido aquello no haga falta.
Exuberante escenario
Ubicado en el extremo noroccidental de la provincia de Misiones, muy cerca de la frontera con Paraguay y compartiendo beldades con Brasil (aunque este capítulo estará íntegramente dedicado al lado argentino), las Cataratas tienen como anfitriona a Puerto Iguazú. En esa ciudad hará base el viajero, para luego dirigirse al rincón prometido.
Una vez allí, la visita comienza con una distendida caminata, la mejor forma de conocer el edén de casi 68 mil hectáreas perteneciente a la eco región Selva Paranaense. Exuberante escenario de clima subtropical serrano, de enorme variedad de flora y fauna (sobresalen monos cai, tucanes, lagartos, tortugas, urracas, corzuelas, vencejos y hasta yacarés y yaguaretés) y en el que las principales estrellas son engendradas por el Río Iguazú, experto en aquello de regalar saltos de agua.
La propuesta viene de la mano de un extenso sistema de pasarelas dispuesto para admirar las cataratas, ya sea a través el Circuito Superior, el Circuito Inferior o el Circuito de la Garganta del Diablo.
El primero tiene una extensión de más de 1.700 metros, y permite a través de los balcones una vista panorámica del continuum de saltos que hace de epicentro del parque, entre ellos el Méndez, Chico, Ramírez, Adán y Eva y Dos Hermanas. La experiencia emociona al más piantado. Lástima la cantidad de gente, de cámaras, de celulares y el amontonamiento general. Incómoda constante en las pasarelas, salvo en la hora previa al cierre (al borde del atardecer), cuando los contingentes ya se subieron a sus buses.
En tanto, el Circuito Inferior (también promedia los 1,7 kilómetro) conecta al embelesado espectador con las rompientes de varios de los saltos antes citados, además del brazo del río Iguazú (bancos de arena incluidos). Desde allí es posible tomar una lancha para acceder a la Isla San Martín, corazón del lugar.
A la Garganta del Diablo, por su parte, se llega en Tren Ecológico mediante (demora 25 minutos desde la Estación Central y 15 desde la Estación Cataratas). Tras ello, queda sortear una pasarela de aproximadamente 1.000 metros de largo. Desde el balcón, se aprecia la caída de la célebre Garganta del Diablo. Un milagro de 80 metros de altura, la catarata más grande de las casi 280 que bendicen al Iguazú.
Otras opciones
Otras opciones de caminatas son el sendero Macuco (7 kilómetros ida y vuelta, de fuerte impronta selvática, finaliza en el salto y olla del Arroyo Arrechea) y el Sendero Verde (de 600 metros de extensión, enlaza el área de servicios de la entrada y su museo con los circuitos Superior e Inferior y la Estación Central).
Además de las actividades convencionales, el visitante puede optar por contratar las excursiones que ofrece la empresa concesionaria. Entre ellas, destacan los paseos en lancha (que sortea el río a gran velocidad y se acerca hasta algunos saltos permitiendo la literal y muy divertida “ducha” de los pasajeros) y en bote a remos (en el sector superior del parque, de aguas lentas y mansas).
En cualquier caso, lo elemental pasa por contemplar la naturaleza, sentirse inyectado de selva, de pájaros, de cataratas… de la maravilla.