Alejandro Cativelli se fue a jugar al equipo de los que dejan huella. Tuvo cuatro períodos en la Intendencia de su pueblo. Fue uno de los más jóvenes mandatarios cuando asumió. Quedan en su haber varios logros para la comunidad
“A este gringo le van a tener que hacer un monumento”. La frase queda colgada en el recuadro de las exageraciones. Sin embargo, a la hora de repasar la trayectoria de quienes se van a jugar al equipo de los que dejan huella, uno divisa que la historia lo saluda y la pone sobre el escritorio, otra vez.
Ayer se despidió “el Ale”, Alejandro Cativelli, exintendente de La Palestina (1995-2011). Tenía apenas 47 años. La joven pérdida sacudió a quienes lo conocieron a pesar que el desenlace no era inesperado. Hace dos años le dijeron que esa maldita enfermedad le dejaba unos pocos meses de vida. Pero claro, la peleó y le sacó de más, por su insistencia, una característica.
Y a la hora de decir conocidos, habrá que marcar la cantidad de amigos que cosechó. Muchos. Claro que tendrá, además, sus detractores, pero la historia lo escudará en logros.
Hombre de gol
Cativelli nació el 11 de enero de 1969. Era hincha del fútbol y amaba al Club Atlético Belgrano, simpatizaba con Boca, pero la pasión por su RG (club Ricardo Gutiérrez de La Palestina), lo sacaba de todas las formalidades años atrás. Trepaba al alambrado y se olvidaba su investidura de intendente. En su club, el “Gringo” jugó en reserva, después en la Primera división y luego volvió a la reserva. Fue primero defensor, poco tiempo, hasta que se transformó en un 9 de área, goleador y buscador de cada pelota. Pero el mayor gol para su pueblo lo consiguió en la gestión pública. Las peleaba a todas y esa característica la trasladó a su mandato: al convertirse en intendente, en 1995, y apareciendo con sus 26 años por entonces como uno de los más jóvenes del país, comenzó una carrera que tendría ciertas bendiciones. Una fue que su amigo Pablo Alcalino alcanzó la Intendencia de Arroyo Cabral y un hijo oriundo de La Palestina en la Intendencia de Villa María, Eduardo Accastello, para sumar en un dinámico repertorio de gestiones, muchas gestiones. La inclusión más tarde de Accastello en el Gabinete provincial de Gobierno agilizó la constante búsqueda por la ruta hasta Cabral, ya que el camino ripiado a veces dejaba casi aislado al pueblo. El grito de gol llegó más tarde y luego, de amargarse cada diciembre a la hora del balance del año.
Otro de los goles más trascendentes fue también la apertura del CBU local, más tarde complementado con el ciclo de especialización, para dar la oportunidad a los jóvenes de allí que antes debían abandonar el hogar a diario para ir a estudiar a una vecina localidad.
Con sólo esos dos logros, que abren la vida de un pueblo de alrededor de 600 habitantes, podría cerrar un relato. La huella está bien marcada. Sin embargo, quienes conocieron a Alejandro se sumaron a una multitud de amigos. También cultivó un círculo más cercano con quienes compartió cenas y aventuras a gusto.
Más propia aparece la historia de este gringo rubio de ojos celestes, siempre enamorado de una rubia, Claudia, con quien las idas y vueltas de la vida los juntó en matrimonio hace más de 15 años. A los 31, el 25 de noviembre de 2000, “el Ale” y Claudia Grangetto se convirtieron en marido y mujer. Poco tiempo después llegó Valentín, que en abril cumplirá 15 años, y Lourdes, de 13.
El “Gringo” Alejandro Cativelli fue el joven exintendente que gobernó por 16 años su pueblo. Luego lo sucedió su primo Flavio (quien lo venía acompañando en el Concejo Deliberante) y él se convirtió en asesor del legislador provincial Héctor Muñoz. Poco después, la noticia, su pelea de dos años vívidos, porque no se privó de asistir a los festivales para ver a sus amigos del grupo folclórico joven Nuevo Rumbo.
Inquieto, insistente, atrevido, pasional hasta llevar por delante las excusas y hasta el peor de los diagnósticos. Rodeado de amigos que sabían el desenlace y guardado en el pequeño bolsillo la esperanza del milagro, en la tarde de ayer, a la hora del picado con los amigos, el “Gringo” rescató esa frase y se fue a jugar en el equipo de los que dejan huella.
“Gracias, compañero, por tus convicciones”
“Querido Alejandro. Peleaste hasta el final con esa energía y optimismo de pensar que lo lograrías. Quiero decirte que lo lograste porque nadie muere cuando vive en el corazón de su pueblo; esa Palestina que amaste tanto. La que empujaste al progreso de tener ese colegio secundario que nosotros no tuvimos y la ruta. Gracias, compañero, por tus convicciones, por tu lealtad, por tus sueños. Nosotros estaremos al lado de tus hijos pequeños. Nosotros te queremos, Ale”.
De la cuenta de Facebook del exintendente de Villa María, Eduardo Accastello, recordando al fallecido jefe comunal de La Palestina, Alejandro Cativelli