Historia de dos ciudades
Hace días leí una semblanza sobre Eduardo Accastello, en la que se historiaba su vertiginoso paso a la Intendencia, “…Carisma no le faltaba. Estómago tampoco…”. Su incondicional adhesión a Menem primero y a Néstor después, que le permitió acceder a millonarios fondos, emparentados con la creación del Eninder, “…Como idea, formidable. En la práctica, una caja negra inconmensurable…”, la creación de una maquinaria electoral en apariencia invulnerable, las crecientes sospechas de corrupción y abuso de poder, hasta el cerco de impunidad que logró erigir en su entorno.
Hoy este entramado de corrupción e impunidad está chirriando. Cuando jueces y fiscales omiten cumplir con el mandato para el que fueron investidos, el periodismo de investigación ocupa el lugar vacante. Las denuncias, hasta ahora, no han merecido ni una mínima actividad investigativa por parte del cuerpo de fiscales de Instrucción. Con uno u otro argumento, casi en forma sistemática, o se archivan las causas o se las manda a navegar por el proceloso mar de los apartamientos, las incompetencias o vaya a saber en qué otro laberinto queda atascado el expediente. Querellas por desvío de fondos, millonarios sobreprecios, abusos de poder, “embostamiento” criminal del Ctalamochita, se diluyen en el limbo de la nada, la ficción y la entelequia.
Este maridaje entre los “dueños del poder” y la Justicia “omisa” se conecta con las instituciones de una comunidad y las personas que la informan.
Porque sostener durante 16 años una gestión en la que detrás de cada obra se adivina un “negocio” no puede concebirse sólo por la astucia, camándula o fullería del “elenco oficialista”, que hoy sigue, en su mayoría, atornillado en sus cargos de siempre.
Quien recibe un beneficio, tiende, consciente o inconscientemente, a soslayar las lacras morales del benefactor, a ser indulgente con sus perversiones. En el orden social, sucede algo similar. Los grandes logros materiales de los regímenes antidemocráticos de la historia, llevaron a las masas a endiosar a los conductores “providenciales” de sus destinos. Generalmente, todos esos regímenes terminaron en un desastre.
Villa María también recibió con alborozo los dineros de De Vido. Durante 16 años las comunidades intermedias no abrieron la boca. Por algo el “caballito de batalla” de la propaganda del Sr. Accastello en su chasqueada trepada a la Gobernación se centraba en varios audiovisuales denominados “Transformaciones”.
Puentes, costaneras, parques, aeropuertos, fueron suficiente para amalgamar una mayoría que permitiera que los que habían llegado al poder se eternizaran en el mismo.
El materialismo más crudo llevó a la sociedad a ignorar las señales de alarma. El avasallamiento de las instituciones de control, la proliferación de “entes” que se siguen manejando al margen de la Carta Orgánica, el soberano desprecio por las pocas voces de oposición, la humillante y perversa sumisión de los concejales del oficialismo o de los que se tiñeron de oficialistas luego de que se hicieron elegir como opositores, todo eso fue ignorado y sacrificado en el pagano altar de la indecencia y el cinismo.
Nada de eso hubiera sido posible si en la sociedad hubiese madurado una oposición responsable y consecuente. Salvo pocas y honrosas excepciones, la chatura intelectual, la incoherencia y la incongruencia en el comportamiento de quienes se plantaron como “opositores”, la mediocridad de sus objetivos y el corto alcance de sus anhelos fue la tónica dominante de los contendientes que tuvo el accastelismo en todos estos años.
Si todas esas falencias existieron desde siempre, en la última elección por el Sillón de Viñas se fagocitaron a la enésima potencia.
Multitud de “listas de apuro” en una mezcla heterogénea de personajes hasta entonces ignotos. Partidos políticos que renunciaron a postularse en su propia entidad y se camuflaron detrás de una aparente (e inexistente) coincidencia doctrinaria. Nóminas que como aspiración de “máxima” buscaban “ratonear” alguna concejalía. Así se desató un carnaval histérico de operadores y aprendices del “arte de la trenza”, movilizados en forma compulsiva y trastornada con el solo objetivo de alcanzar aunque sea una infinitésima partícula del mosaico del poder que las urnas ofrecían.
Los bochornosos resultados están a la vista: seis de las ocho listas no pudieron colectar ni siquiera un 2% de los votos. Esta atomización opositora le dio al oficialismo el más preciado regalo: la tercera vocalía en el Tribunal de Cuentas. Oyola y Boaglio será el “tándem” oficialista, convertido ya en un mero furgón de cola del accastellismo residual.
La orfandad y la carencia dirigencial de la denominada “oposición” colaboró activamente con los designios de los enquistados en el poder. Sería auspicioso que algunos dirigentes aprendan la lección y comiencen a trabajar en un nuevo proyecto de ciudad.
Una Villa María que, además de exhibir maravillas arquitectónicas o emular festivales de antología, se convierta en la ciudad del respeto mutuo, de los valores familiares, del orden en el tránsito de sus calles, de la seguridad de sus vecinos, de la prevención del delito y la drogadicción, de un río no contaminado, de la prioridad de la atención a los barrios antes que al “centro” y, por sobre todo, se restablezcan los controles sobre el manejo de los fondos públicos y los funcionarios rindan las cuentas de los dineros que les son confiados.
Que la moral vuelva a ser parte de la política y que el vecino que es elegido como alcalde de nuestra comunidad esté al servicio de la misma y no a la inversa.
Hoy, cuando todo cruje alrededor del hombre que se erigió en monarca, renegando de su juramento republicano, recuerdo la frase de Arthur Schopenhauer: “La ambición por el poder y la riqueza es como el agua salada, cuanto más se bebe, más sed produce”.
José Naselli, extribuno y vecino
Engañados
Somos una familia normal del sur del país en la que un día los hijos crecieron y decidieron continuar sus estudios universitarios en la ciudad de Córdoba.
Hasta allí formaría parte de un relato de lo posible en la vida de cualquiera de nosotros.
Sin embargo, debemos detenernos aquí para detallar los pormenores que implica ese paso que, como tenderíamos a pensar, es algo natural, obvio, sencillo y hasta casi digitado por la dinámica propia de una ciudad que se enorgullece de producir ciudadanos especializados en diversas ramas de las ciencias.
Primero que nada, hay que saber que hay dos caminos: pensiones-residencias o departamentos.
Nuestro primer contacto fue con una inmobiliaria (pueden corroborar que casi ningún particular ofrece directamente sus propiedades), lo cual implica el pago de comisiones y pagos extraordinarios “para no dejar a los chicos solos”… Creo que es un “canon” mensual a quien se ofreció como contacto para alquilar el departamento.
No sería “demasiado”, si todo lo demás fuera “un poco más normal”. Paso a detallar: nos obligan por contrato a pintar con pinturas de primera calidad, cuando en realidad le pase la uña delante del corredor inmobiliario y vio como la “pintura” era una especie de tiza; ponen en el contrato que tiene una cocina y es lo más parecido a una chatarra, bocas de gas sin tapones (eso sí: nos obligan a entregarlo con la firma de un matriculado cuando ellos no respetan las mínimas normas de seguridad), detalles de “mal pintado” por doquier, ventanas sin sus cierres y varios etcéteras.
¿Ustedes se preguntarán por qué terminé alquilando? Dos son las razones: porque me vine desde más de mil kilómetros con la ilusión de encontrar el departamento que me describían por e-mail (una fotos bellísimas), llego con el tiempo justo, pasaje de vuelta en mano y me doy cuenta que nada que ver (en el sur le llaman “engaño”, no sé como se le dice a esa situación en Córdoba capital)… No había tiempo de nada.
Además, porque me dijeron que tengo la posibilidad de hacer un descargo, el que me ayudará al momento de rescindir el contrato (cosa que, por supuesto, hice); sólo espero que realmente sirva como prueba el día que termine dicho contrato.
Queríamos dejar la inquietud para que familias que vengan sepan de las situaciones que pueden llegar a enfrentar y también para que tanto autoridades como profesionales que viven de la renta de propiedades pongan un esfuerzo para hacer más llevadera la estadía de nuestros hijos en la ciudad de Córdoba.
Horacio López – DNI 20.596.399