Colonia Caroya es una ciudad que palpita tradiciones, sobre todo aquellas con origen en el Friuli, región italiana de la que provienen los fundadores de la localidad norteña. Prueba de esas querencias es la Sagra Nacional de la Uva. Un evento que reúne a paisanos y turistas en torno a la comida, las bandas musicales, los juegos, las risas entre familiares y amigos y, por supuesto, el vino. Todo al aire libre, al compás de las pasiones locales y de la sombrita que regala la naturaleza. Será el próximo domingo 13 de marzo en horas del mediodía, justo enfrente del célebre Centro Friulano.
Hay algo de ayer en los festejos, que honran a la cosecha de la vid y la producción vitivinícola artesanal. Llegan propios y ajenos, como llegaban antes, en las reuniones populares del Friuli, los viajeros, alimento y bebida bajo el brazo para bailar y cantar, y charlar y ser felices.
Aquí y ahora, el marco lo definen las mesas que se desparraman bajo la sombra de ancianos plátanos, en la plenitud de la avenida San Martín. Llega la música por todos lados, de la mano de los grupos musicales. También sale de los parlantes y hace vibrar a los bailarines de danzas italianas y al público en general.
El meneo es apenas interrumpido por la comida, que obviamente también sigue la línea trazada por los friulanos. Aunque el menú todavía no ha sido confirmado, sí se espera disfrutar de varias de las delicias propias de la gastronomía del norte peninsular, como el salame casero (“el mejor del país” juran los lugareños y los carteles de los muchos negocios de Caroya dedicados al rubro), el “frico” (tortilla de papas, variedad de quesos y cebolla), el “frisoriade” (salame frito en vinagre), las pastas caseras y la polenta.
Naturalmente, para acompañar habrá vino, vino y más vino. Del bueno, el que producen las varias bodegas artesanales que pueblan Colonia Caroya y su zona de influencia.
Pisada de la uva y grupos
Ya cuando la fiesta está en su zenit, surgen de entre el gentío las tinas de madera. Señal inequívoca de la famosa “pisada de la uva”. Una antiquísima costumbre que la cita revive cada marzo, al son de jóvenes (y no tanto) que con los pies descalzos se empeñan en pisar las uvas, igualito que el nono y la nona, allá a lo lejos. No falta quien se pone a bailar adentro de la tina, al ritmo de la música que sigue sonando, que nunca para, que hace mover hasta a los muertos.
En ese sentido, la 36º edición del evento viene con un cartel copioso en números artísticos, entre los que destacan la Banda de Gendarmería de la Escuela de Suboficiales Raúl Remberto Cuello, el Conjunto de Danzas Italianas Alegrîe, el grupo Furlan di Doman y el Cuarteto Juventud.
DONDE: Colonia Caroya
CUANDO: Domingo 13 de marzo
Por el Peregrino Impertinente
RUTA alternativa – Y más allá, Pompeya
Ocurrió hace más de dos mil años. Lejos estaba el mundo de conocer las maravillas tecnológicas sobre las que nos ilustró Aguad, cuando el volcán Vesubio se puso loco y empezó a escupir lava como nunca antes. Entonces, varias ciudades de lo que actualmente es el sur italiano quedaron sepultadas bajo la ceniza. Una de ellas se llamaba Pompeya, “Y más allá la inundación” dice uno de esos viejos que todo lo relacionan con un tango o con anécdotas personales que en realidad nada tienen que ver nada y a las que uno sólo puede responder con un diplomático “claro, claro, tal cual, más bien”, aunque por dentro esté pensando en el suicidio.
Hoy, recorrer Pompeya es toda una experiencia. En el parque, ubicado muy cerca de Nápoles y de dos millones de remeras de Maradona con la leyenda “Qué me vienen con el ‘Pipita’ Higuaín”, el viajero descubre un mundo de ruinas, extraordinariamente conservadas durante tantos siglos por obra y gracia de las cenizas.
Antes sepultadas bajo el manto gris, las construcciones exponen el estilo arquitectónico del imperio romano y abundantes pistas sobre la forma de vida de aquellos tiempos. “Bah, si total todo eso lo puedo ver jugando al Age of Empires en la Play”, salta el adolescente de turno, antes de que lo zurzamos en la nuca y lo obliguemos a comerse el joystick con un vaso de jugo.
Entre las joyas de este Patrimonio de la Humanidad podemos destacar el Anfiteatro, los templos de Venus, Apolo, Júpiter e Isis, el Foro, la Palestra Grande y la Basílica, además de viviendas donde, entre otras cosas, se revelan las libidinosas costumbres de algunos vecinos de la época. “Y qué quieren, si me ponen el Templo de Venus al frente”, se justificaba uno de ellos, y con razón.