La joven villamariense se encargó de vestuarios en obras de San Luis, Bell Ville y en Córdoba con premios en su haber
El vestuario en una obra de teatro es un factor muy importante a la hora de la puesta; incluso puede llegar a ser crucial cuando se trata de piezas de época o de aquellas que enfatizan una preponderancia en lo estético.
Pero pocas veces la audiencia -y hasta la prensa, valga la autocrítica- le otorga el merecido crédito a las personas encargadas de dicha área.
La joven villamariense Yanina Pastor se viene dedicando especialmente a resaltar esta profesión, en la cual se ha destacado en Córdoba y otros puntos del país, recibiendo premios en su rubro.
-¿En qué tipo de producciones has trabajado en Córdoba?
-Durante 2015 trabajé en siete obras de teatro y danza independiente: “Las Pérez Correa, rock and roll presidencial” (de teatro y clown, estrenada en marzo en El Vecindario de Córdoba), “Pedacitos de mí” (de danza y teatro, con dirección de Mayra Del Paco y estrenada en agosto en Merlo, San Luis), «Entonces grito» (de danza y teatro, con dirección de Milbia Tagliavini y estrenada en agosto en Bell Ville), «Un largo, accidentado, insólito y maravilloso viaje» (de teatro, con dirección de Daniela Martín y estrenada en agosto la sala Documenta/Escénicas de Córdoba), «El limonero, bio/logía 3 o de las ausencias» (de teatro, con dirección de Eugenia Hadandoniu y estrenada en agosto en La Nave Escénica de Córdoba), «Bailando sobre pólvora» (de teatro, con dirección de Verónica Aguada Bertea y estrenada en septiembre en la sala Quinto Deva de Córdoba) y «Adiós» (de teatro, circo y danza, con dirección de Eugenia Hadandoniu y estrenada en diciembre en la sala Espacio Ramona de Córdoba).
-¿Cómo has sido convocada para tales proyectos?
-Ya cuando estudiaba en Córdoba la Licenciatura en Teatro tuve la oportunidad de entablar vínculos con personas muy interesantes que hoy en día son artistas que están trabajando muy intensamente en la escena teatral de la provincia, tanto actores, directores y escenógrafos. Esos vínculos estuvieron latentes, ya que, aunque haya vuelto a vivir a Villa María, pude reflotarlos y apenas puse un piecito en Córdoba de nuevo estaban todos ahí con ganas de trabajar juntos.
En 2014 trabajé en la obra «Ser o no ser Hamlet», dirigida por Hadandoniu. Tuvo muchísima repercusión y muy buena respuesta del público y de la crítica. La obra fue seleccionada para muchos festivales y ganó muchos premios, entre ellos “Mejor diseño de vestuario” (en el Festival de Estrenos). Eso me sirvió para que quienes no me conocían notaran mi presencia y me convocaran para trabajar con ellos.
“Que esté cómodo”
-¿De qué manera es trabajar en vestuario y en el diseño de arte para una pieza en particular?
-Cada obra propone un desafío diferente porque cada director y actor tienen modalidades de trabajo muy distintas. Pero en mi caso voy mucho a los ensayos, observo, escucho, veo, saco fotos, hago dibujos mientras los actores trabajan. Trato de meterme en cada obra, en la estética que propone cada director y también en el código actoral que están trabajando los actores. Miro mucho sus cuerpos y los movimientos que realizan. Es una prioridad que el actor esté cómodo y sienta ese vestuario como una parte más de su cuerpo. Y que sea un aporte a su trabajo actoral. Es muy importante que lo visual sea estético y también que dé pistas. El vestuario está contando al igual que la palabra. Está dando información y es algo que está en escena todo el tiempo y comunica todo el tiempo.
-¿Son labores que no se tienen mucho en cuenta en estas latitudes?
-No me importa mucho si tienen el prestigio que se merecen. Cuando tuve que elegir mi especialidad en la carrera, elegí el área Escenotécnica porque siempre me interesó mucho cómo funciona el arte visual en la escena. Siempre me sentí atraída por lo visual, la iluminación, las escenografías; cómo se usan los espacios y cómo se puede innovar a través de todas esas herramientas. Tal vez los nombres del escenógrafo y el vestuarista no salen en primera plana porque los actores exponen sus cuerpos y sus rostros. Nosotros trabajamos en el «detrás de escena» y a mí me encanta estar ahí.
-¿Tus otras facetas de actuación y de dirección han quedado directamente a un costado o pueden verse reflotadas a corto o mediano plazo?
-Es distinto al trabajo del actor porque el teatro es un trabajo muy grupal. A mí me gusta un poco la soledad de mi taller. Voy a los ensayos, estoy, comparto. Pero luego tengo ese momento que es sólo mío y lo disfruto mucho. Cuando me siento a diseñar y luego esos dibujos se vuelven realidad o cuando al fin los ves en escena, es muy hermoso. Por otra parte, mi trabajo de actriz y directora están en estado de latencia hasta que aparezca un proyecto que me movilice.
-¿Cómo combinarás tales trabajos con los talleres que brindarás en nuestra ciudad?
-Este año estoy muy pendiente de los talleres que daré en mi espacio de trabajo. Tengo un lugar más grande y más preparado para transmitir todo lo que sé. Me encanta compartir lo que voy aprendiendo. Trabajo como profesora adscripta en la Facultad de Artes de la UNC en la cátedra de Escenografía I con Santiago Pérez, que es uno de los grandes escenógrafos y vestuaristas de Córdoba. En Villa María abro las puertas de mi casa y todo mi taller está a disposición de los alumnos. Este año agrego un nuevo taller que lo dará una exalumna que es una gran dibujante y esta orientado a los que les encanta dibujar y pintar, más dedicado al dibujo de moda.