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Herencia: jinetear y trabajar el cuero

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Herencia: jinetear y trabajar el cuero
Tres palos hacen al puesto de este paisano que se resguarda bajo dos enormes algarrobos

Un relato de esos, los legados de su padre que puso en práctica hace mucho tiempo cuando llegó desde Santa Fe y hoy son su medio de vida a la vera de la ruta nacional 158, donde vende cueros y hace trabajos artesanales

Tres palos hacen al puesto de este paisano que se resguarda bajo dos enormes algarrobos
Tres palos hacen al puesto de este paisano que se resguarda bajo dos enormes algarrobos

El hombre cruza la ruta con una carretilla. Allí traslada su taller y se instala a la vera de la ruta. Dos algarrobos cubren su puesto de tres postes formando un arco. Del travesaño cuelga su producción: un par de cuchillos antiguos con cabos de fino trenzado, rebenques, zinchas, estribos y más. «Esto lo hago como artesanía, viene de herencia y hoy es mi medio de vida». Hugo Alberto Almaraz es «un paisano gordo», tal como se define entre risas, que ofrece trabajos en cuero, al costado de la ruta nacional 158, en Luca.

 

La charla continúa mientras sus manos manejan el cuero
La charla continúa mientras sus manos manejan el cuero

Por 15 días

El próximo 19 de marzo cumplirá 58 años y lleva “16 años acá, medio que me conoce toda la zona”, arremete Almaraz.

Si bien llegó a esta zona allá por 1981 para trabajar en la estancia La Herencia (de los Olcese), proveniente de Paraje El Tala, provincia de Santa Fe e hijo de entrerrianos (Bovril) y aunque regresó un par de años a su pago para desempeñarse en la cabaña de Stabile en Roldán, finalmente arribó a Luca, pero sólo «por 15 días». «Nos quedamos una semana más y otra y las nenas empezaron el jardín de infantes y acá estamos…». De esa manera se afincó y más tarde uno de sus hijos le sugirió esta alternativa que lleva adelante. «Cuando jineteaba hacía algunos trabajos por pedido, porque algunos conocían lo que hago”.

 

Los «achaques»

«La salud me produjo achaques en el campo y eso a uno lo complica», narró Almaraz para dar vuelta la página y «como esto lo sabía hacer, trabajar bien el cuero, salí con un par de guascas», explicó en «jerga paisana» a los trenzados hechos a mano para fustas, rebenques, zinchas o cabos de cuchillos.

Así comenzó a «hacer trabajos para gente conocida de toda la región, además de gente de campo o ingenieros, personas relacionadas de alguna manera al campo que les interesa o les gusta el cuero». «Hay gente que le gusta y compra y otros que lo necesitan para trabajar», abonó.

 

Cuero puro

Almaraz detalló que consigue los cueros y los trabaja: «Hay que saber hacerlo, esto no tiene químicos y no siempre es el mismo proceso, todo depende para qué será utilizado… Esto lo aprendí allá en Las Rosas, en un establecimiento donde amansaba caballos para polo y había una curtiembre grande».

La verdad que va desapareciendo el oficio. Trato de enseñarlo a mi hijo de 14 años (el menor) pero te tiene que gustar y ser constante».

«Hacer un trabajo de 60 tientos puede demorar dos meses y medio», aseguró mientras señala un rebenque con un culote de plata «que es del año 1800. Después toma «una cuchilla Solingen (Alemania) traída desde Italia, que tiene 120 años. Hay elementos antiguos, cosas viejas que suelen estar tiradas en el campo. Tras hallarlos se ve si tiene sello, porque eso dice lo que le da vale, y se compra para recuperarlo y se le hace este tiempo de cabo», relató mientras en sus manos «teje» una «bomba zurda» (riendas) para una gente de Hernando.

 

Un conocido

Apostado en esa sombra, tranquilo, marcó que «uno sobrevive, hay buenas y malas», pero dejó en claro que no sólo se trata de comercializar, de vender, porque «para gente de muchos lados, aunque sea para preguntar o charlar».

«Me han invitado nueve años seguidos a la exposición de Palermo, desde la Sociedad Rural Argentina, para que lleve mis trabajos, y no he podido, de quedado y medio vergonzoso», se lamentó.

De todas maneras, se consuela con saber: «Los que pasan ya saben, me cuentan que se van comentando que si alguno necesita un trabajo bueno en cuero, tenés que ir a Luca, que hay un paisano gordo en la entrada».

En Luca, «junto a un par de paisanos formamos la Agrupación Gaucha El Moreno, con la ayuda del intendente (Osvaldo) Arietti», afirmó.

Y en esta Luca, Almaraz echó raíces. Padre de cuatro mujeres y dos varones, la mayor de 38 años y el menor de 14, «que se quiere escapar para la jineteada». Ahora, bajo los algarrobos, justo enfrente de la parrillada, los camioneros lo saludan. «Este es mi puesto: tres palos», cerró.


Amansar

A la hora de contar sobre su herencia, el hombre recordó: «Anduve 30 años jineteando con mi padre, que también me enseñó a domar caballos, a amansar. Y he sacado premios por montas de muchos pueblos, incluso clasifiqué en el 86/87 en un zonal para Jesús María (Festival Nacional e Internacional) que se hizo en James Craik, pero después no llegamos, hay que tener suerte también», sostuvo. Mencionó que uno de sus hijos, Roberto, es reconocido jinete con un fracaso, un fraude, porque la verdad que a uno le da vergüenza contar esto», refirió sobre presuntos cambios en los resultados de los jurados para adjudicar premios. También Almaraz se expresó hacedor del pasquense Héctor «Pepe» Pedernera, a quien aseguró haber «formado» a la par de sus dos hijos «buenos jinetes» y hasta formó parte de jurados en zonales para Jesús María.

En cuanto a hacer mansos de andar a los equinos, Almaraz indicó que ha trabajado en lo de Tito Saluzzo en Las Varillas (Capital de la Jineteada) y en campos de la zona, aunque la salud le impide mayores esfuerzos.

«Hoy los caballos molestan para la gente, pero no entienden», lanzó.