Los segundos jueves de marzo se celebra esta jornada en diferentes puntos del planeta. Se intenta concientizar sobre la enfermedad renal y alentar a la prevención y la atención médica a tiempo
Cuatro años atrás, en coincidencia con la celebración del Día Mundial del Riñón, el locutor Miguel Bazán recibía la noticia más esperada.
La noche del 8 de marzo de 2012 viajó hacia la capital provincial para internarse en el Hospital Córdoba con el afán de receptar un trasplante de riñón que se concretaría al día siguiente.
Un niño salteño de 10 años, que había padecido un Accidente Cerebro Vascular (ACV), se había convertido en el donante. Una vida prematura que se iba y otra que mejoraba sustancialmente era el resultado de ese intercambio de semejante generosidad humana.
Bazán venía de someterse a tres sesiones de diálisis por semana (cuatro horas en cada jornada), durante cinco años. Sus riñones estaban prácticamente “fundidos”, como él explica, luego de haber ingerido antiinflamatorios por el lapso de dos décadas.
“A los 12 años me diagnosticaron artritis reumatoidea y los médicos me recetaban diclofenac y medicamentos similares hasta el punto en que ya no pude más”, comentó.
Vale añadir a ese cuadro que Miguel tuvo que ser intervenido en tres ocasiones para remplazarle la cadera, por las propias derivaciones del reuma.
El profesional José Del Pozo derivó su paciente al doctor Amadeo Ancarani, quien el mismo día en que hizo la consulta lo envió a su primera diálisis. “Me acuerdo que fue el 12 de enero de 2007. Yo estaba con mis hermanos. En ese momento estaba muy débil, pesaba 60 kilos. Le pregunté: ¿y cuándo tendría que empezar? ‘Ahora mismo’, me contestó”.
Sus recuerdos de aquellos años, a pesar de haberse mantenido activo y trabajando, no son gratos. Además de la imposibilidad de orinar, se le sumaban las restricciones para la ingesta de agua (sólo un vaso por día), y para las comidas (obviamente sin sal), y los cambios de ánimo tras la diálisis.
“Eso te moviliza todo por dentro. Había días que llegaba a mi casa hecho un amor y otros con cara de pocos amigos, que no quería ver a nadie. Aunque después te deja sin fuerzas y terminás fusilado”, recordó con un poco de sorna.
“Ahora tengo otras fuerzas para seguir”
El día a día de Miguel como trasplantado ha mejorado en varios aspectos. “Es como vivir otra vida”, acotó. “Tengo que tomar sí o sí dos litros de agua como mínimo, que es algo que me encanta y no podía hacer. Ahora tengo otras ganas, otras fuerzas para seguir. Por supuesto que me sigo cuidando (por ejemplo, como carne sólo una vez por semana), y voy a control periódicamente. Pero sigo trabajando como locutor (en la FM 105.3 del Grupo Centro y en su propia radio, FM Top 107.5) y volví a cantar. Había arrancado hace mucho con Coqui Dutto, después seguí con Fer Quintás y ahora, después de la operación, empecé en la academia Bravo con Pablo Cordero. Donde puedo cantar en público lo hago”.
Respecto a la situación actual de los trasplantados precisa que hubo avances y algunos desaciertos. “Por una parte, las obras sociales están obligadas por ley a cumplir con el ciento por ciento de los medicamentos. Por el otro, estoy en desacuerdo con que se le pregunte a la familia del paciente que ya había manifestado en un documento si quiere someterse a la donación o no. Es como que no se le respeta la decisión del presunto donante. Por último, creo que debería ser optativa la posibilidad de que el paciente receptor pueda conocer a la familia del donante. Hasta el momento está prohibido”, subrayó.
Por temores
Finalmente, advirtió: “Hay mucha desinformación respecto a estos temas o la gente le tiene miedo. Tanto para donar como para someterse al tratamiento adecuado. Hay que tener en cuenta que si no te hacés un control no sabés qué le pasa a tus riñones porque es una enfermedad silenciosa. Sí o sí hay que acercarse a especialistas y nefrólogos para que te brinden una opinión segura”.