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La jueza de Niñez dejó de trabajar y dijo que ya no puede hacer nada

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La jueza de Niñez dejó de trabajar y dijo que ya no puede hacer nada
“Estoy frente a un techo: no puedo hacer más nada y el no poder hacer me hace mal, física y psicológicamente”, señaló Cecilia Fernández, quien también fue concejala del radicalismo cuando se reinstauró la democracia

En un breve pero contundente contacto con EL DIARIO, confió que se sentía mal y angustiada y que se cansó de pelear “todos los días”

“Estoy frente a un techo: no puedo hacer más nada y el no poder hacer me hace mal, física y psicológicamente”, señaló Cecilia Fernández, quien también fue concejala del radicalismo cuando se reinstauró la democracia
“Estoy frente a un techo: no puedo hacer más nada y el no poder hacer me hace mal, física y psicológicamente”, señaló Cecilia Fernández, quien también fue concejala del radicalismo cuando se reinstauró la democracia

Escribe Diego Bengoa
De nuestra Redacción

Desde el martes pasado, la jueza Cecilia Fernández no va más a Tribunales y su idea es no retornar. Así se lo confirmó ayer a EL DIARIO, cuando explicó que en estos días se está tomando jornadas que le adeudaban y que presentó su renuncia para acogerse a los beneficios de la jubilación a partir del 1 de abril.

El Tribunal Superior de Justicia (TSJ) aún tiene que aceptársela, algo que cree que se concretará “porque es un derecho”.

Hacía desde mayo de 1994 que era jueza de menores y hace un lustro tenía competencia también en violencia familiar. El Juzgado a su cargo se denomina en la actualidad de Niñez, Juventud, Violencia Familiar y Penal Juvenil.

Se retira agotada “física y psicológicamente”, según confió ayer a este matutino. Los últimos años sus declaraciones fueron reiterativas, precisamente porque en casi todo lo que le demandó al Ejecutivo (provincial y también al local) no tuvo respuestas.

Dijo que durante todo este tiempo envió notas al máximo tribunal judicial de Córdoba y a los ministerios y que les dijo a los funcionarios lo que sentía, pero de poco sirvió.

“Creo que ha llegado el momento de irme. Me voy medianamente tranquila, me podría haber quedado un tiempo más, pero creo que estoy frente a un techo: no puedo hacer más nada y el no poder hacer me hace mal, física y psicológicamente”, admitió.

“No podés estar todos los días peleando por conseguir un botón antipánico, porque no sabes adónde enviar a un niño. No le veo salida a esta situación. Desde 2011 que pido la reglamentación de una ley, en 21 años no se ha logrado que exista una cámara de menores para darles las mismas garantías que a los mayores de edad”, ejemplificó.

“Tampoco tenemos abordaje de las adicciones ni equipo para constatar los casos de violencia. Son discursos personales repetidos. Siento que hemos ido para atrás. Esa mamá condenada (se refiere a la pena impuesta a una mujer por venta de marihuana) asiste al juzgado hace muchos años y los jóvenes señalados por el chico cuidacoches (en alusión al “trapito” baleado en la zona de la costanera en febrero pasado) pasaron por el juzgado”, dijo para graficar que el Estado no dio contención a personas que estaban en conflicto con la ley o en situación de vulnerabilidad. “Me voy con una sensación de desazón”, añadió.

La jueza reveló que ya había solicitado licencia “porque iba a trabajar con mucha angustia”, lo que ocurrió en consonancia con las condiciones que le permitieron iniciar los trámites de la jubilación.

En sus primeros años al frente del juzgado le tocó enfrentar tres casos muy dolorosos: las muertes de Maximiliano Rodríguez, Gonzalo Ledesma y Paolo Lafurcada, durante agosto de tres años consecutivos. En los últimos tiempos demandó recursos y trazó un panorama social muy complejo. ¿Encuentra alguna vinculación entre ambas etapas?
-Eran épocas distintas. Yo empecé a trabajar de otra manera y con muchos proyectos, tratando de hacer cosas por los chicos, pero todo se fue modificando. Maximiliano o Gonzalo eran niños que no estaban en conflicto con la ley penal, sino en situación de riesgo; hoy la realidad es otra. Después ocurrió que nos adjudicaron competencia en violencia familiar sin tener preparación. Se nos ha desatendido en muchas cuestiones. Y una dice “hasta cuándo esto”.

¿Se va con la conciencia tranquila?
-Sí, porque considero que he luchado con todo lo que he tenido a mi alcance. Peleé por cuestiones de las que he estado convencida. No se lograron no por falta de acción, porque he enviado notas, he pedido, he dicho. En algunas cosas fui escuchada y en otras no. No puede ser que tenga que pelear para contar con botones antipánico. No hay recursos para disponer de rondas policiales a víctimas para evitar que los victimarios las ataquen. Estamos empantanados, pero me voy tranquila porque he peleado hasta el último día.

Usted ha hecho declaraciones que molestaron al oficialismo en innumerables oportunidades. Muchas veces se la buscó despreciar diciendo que tenía un interés partidario, atento a su pertenencia al radicalismo, y en ese marco se dijo que buscaba un cargo político. ¿Es éste su retiro total de la función pública?
– Totalmente, es así. Y siempre dije lo que creía que era la verdad, sin ningún otro interés.

En su último año fue muy cuestionada por su actuación en el caso Joel Solá. ¿Esto le generó algún replanteo personal?
-Es una frustración que muchos de nuestros chicos terminen como él. Con Joel trabajábamos desde que tenía 13 años, con una familia que no lo podía contener y una mamá que poco antes había dicho que no se podía hacer cargo. Sigo las derivaciones del caso, quiero saber por qué murió, qué ocurrió. Nosotros hemos remitido todas las copias a la Fiscalía de Córdoba. Lamentablemente, a Joel no lo pudimos rescatar.