En la agonía del partido, Unión de Arroyo Algodón anotó el 1 a 1 con el gol de Esteban Peralta y logró su primer punto en el certamen. El “Verde”, que despilfarró muchísimas chances, cortó su racha de triunfos
El fútbol, entre varias “frases hechas”, tiene premisas que nunca dejan de tener vigencia. Y en ese sentido, Rivadavia, que tan sólo anotó un gol pese a que generó como para dibujar una goleada, terminó dividiendo puntos porque de “tanto fallar”, terminó de sufrirlo en su propio arco. Es que el partido en territorio cabralense cerró con un enorme grito de gol del visitante, Unión de Arroyo Algodón, que logró su primer punto en su retorno al fútbol oficial de la Liga local.
Todo terminó 1 a 1 en Arroyo Cabral, una repartija que dejó con desazón al local porque por impericias propias resignó la enorme posibilidad de hilvanar su tercer triunfo y, en contrapartida, esa unidad fue festejada como “una victoria” por la visita que contó, como principal virtud, llegar al epílogo con “vida”, ahora bajo el mando de Germán Suárez, otro hombre del pueblo que remplazó en la semana a Víctor Moretti.
Un tiro libre ejecutado con precisión y viveza por Facundo Castro, a los 36 del primer tiempo, le dio el 1 a 0 parcial al local y el cual perduró hasta los 93 minutos, momento en el que apareció Peralta decretó el 1 a 1 final.
En el resto de los minutos, el trámite prácticamente mantuvo una misma línea: Rivadavia, sin el nivel de los cotejos anteriores, igual se las ingenió a través de su jerarquía individual y mayor velocidad de juego para generar innumerables y clarísimas chances de gol, que desperdició una a una por propia ineficacia de sus atacantes y, además, por apariciones rutilantes del joven arquero debutante del visitante, Fernando Paredes.
Previamente al primer gol, los “Nicolás” del local, Domínguez -esencialmente- y Bertholet, despilfarraron nítidas oportunidades, con definiciones al lado de los palos, tiros al travesaño o por encima del arco, mientras la visita pareció sucumbir ante esa supremacía y sólo atinó a cuidarse cerca del área, mirando de lejos el arco custodiado por Emiliano Rodríguez.
Entonces, cuando Facundo Castro anotó el 1 a 0 de tiro libre no sorprendió y se mostró acorde a lo expuesto por ambos bandos.
Tras el gol y en gran parte del complemento, el trámite continuó desarrollándose de la misma manera: el “Verde” dilapidando sus (claras) oportunidades. No obstante, aferrándose a la esperanza que daba esa efímera diferencia en el tanteador (que, a la postre, es lo que importa), Unión, con un enorme “corazón” y el desnivel que le proporcionó Abel Villarreal, empezó a insinuar que algo podía suceder si no lo liquidaba.
Rivadavia, ante esto, nunca le bajó la persiana al partido y el último minuto resultó fatal. Previo, a los 46’, Paredes -nuevamente- le ahogó en una misma jugada el grito de gol a los ingresados Arce y Echegaray y, como respuesta, llegó “la sorpresa del final”. Ya en tiempo recuperado que dio el referí Marcos Zehnder (debutó en la divisional), Rivadavia esta vez falló en su propia área en una confusa acción entre Garis y Rodríguez, quien generó un tiro libre indirecto en el área rival, dándole al visitante esa acción por la que tanto apostó e hizo “un pleno total” porque, si bien no pudo en remate directo, el rebote le favoreció a Peralta, quien mandó la pelota al fondo de la red, para desatar un grito desaforado de todo Unión y el excelente público que lo acompañó hasta Arroyo Cabral.