Reviviendo los 40 años del cruento golpe militar, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos Delegación Villa María se permite hacer una apretada síntesis de su constitución tanto a nivel nacional como local y al compromiso asumido en este largo camino de Memoria, Verdad y Justicia, siendo activa protagonista para condenar a militares, civiles y miembros de la Iglesia Católica.
Sin venganza, sin violencia, sin odios, sin rencores, pero con el firme convencimiento de que el camino elegido es el que nos permitirá cimentar una sociedad sólida y poder legar a las generaciones futuras, la esperanza de vivir en un país venturoso.
Constitución de la APDH
Corría el año 1975, cuando los movimientos por los derechos humanos empiezan a organizarse, a conmoverse antes del golpe, con la presencia de la Triple A, que nadie negaba y que funcionaba como un aparato represivo institucionalizado.
En aquel año, más precisamente el 18 de diciembre de 1975, se constituye la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) a nivel nacional, que propone como prioridad la lucha por la vida y la libertad, derechos esenciales para una sociedad inerte, que sistemáticamente los había ido perdiendo; banderas que aún hoy, luego de tantos años de recuperada e imperfecta democracia, tienen vigencia.
Es difícil mensurar de qué modo el trabajo de la APDH, a favor de las denuncias primero y el juzgamiento después de las violaciones de los derechos humanos en Argentina, contribuyó a que la sociedad tomara conciencia de ello y recibiera con mayoritario beneplácito el Juicio a la Junta y la conformación de la Conaedep, medidas dispuestas por el presidente Raúl Alfonsín, pero también rechazamos oportunamente las leyes de Obediencia Debida, Punto Final, indulto y apoyamos ferviente sus anulaciones en el año 2001 y el vigor y promoción a los juicios de lesa humanidad en la Presidencia del Dr. Néstor Carlos Kirchner.
Junto a otros sectores, APDH acompañó la tarea de la reconstrucción del Estado, con el firme propósito de luchar contra el despotismo y haciendo conocer el pasado y procurando la sanción política y judicial a los militares, civiles golpistas y a miembros de la Iglesia Católica.
En esa línea de trabajo en Villa María, como en todo el país, con el advenimiento de la democracia en 1983 se fueron armando lentamente las instituciones y las organizaciones sociales. La ciudad estaba en plena efervescencia y convocatoria, en ese contexto de movilización social convergieron representantes de distintas organizaciones gremiales, políticas, la Municipalidad, los familiares de desaparecidos, los ex detenidos políticos, profesionales, docentes, instituciones intermedias, periodistas y medios de prensa.
En ese contexto se empieza a pergeñar la idea de una organización que aglutinara, sirviera de contención y fuera representativa de todos los sectores involucrados. Dos integrantes de la junta promotora de la delegación de la APDH Villa María, Mario Moral y Nelson Viqueira, hablaron en el acto de constitución de la misma. En varios momentos el público rompió en aplausos y en una de esas manifestaciones fue cuando se agradeció a Don Gregorio Felipe “por su sólida actuación en la lucha de Familiares filial Villa María”.
En el Acta Nº 1 de Constitución se expresaba la idea de unir a toda la comunidad del Departamento General San Martín, para lograr la plena vigencia de los derechos humanos, consagrada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, sancionada en 1948 y dejar formalmente constituido el Consejo de Presidencia de la delegación, que luego designaría una mesa ejecutiva.
El propósito era concretar un movimiento que trasuntara el alto contenido de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, enunciado en el principio de que: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona, que procede del reconocimiento de la naturaleza misma del hombre”, por ese motivo un núcleo de personas representativas de todas las actividades comunitarias de Villa María dispuso constituir la Delegación Departamental de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH).
Era necesario trabajar para cuidar y consolidar una democracia débil por las circunstancias históricas y por los cuestionamientos castrenses, que presionaban en forma permanente al Gobierno constitucional del Dr. Raúl Alfonsín, dilatando el juzgamiento de los excomandantes ordenado por el presidente y promoviendo medidas de impunidad, para resguardarse de la Justicia.
Se inició así con vigor una tarea de concientización de la población para superar una aparente indiferencia y falta de información de los actos aberrantes cometidos por el terrorismo de Estado. Se trabajó para superar la incertidumbre y la autocensura, procurando garantizar en el tiempo el compromiso de participación, que sería fundamental para frenar el avance de las fuerzas armadas que estaban dispuestas a continuar amedrentando a la sociedad. La labor de difusión se centró en atender casos relacionados con las situaciones que habían pasado los familiares de detenidos y desaparecidos y en ese sentido se impulsaron charlas-debates en distintos lugares de la ciudad y la zona.
Seguidamente y en reconocimiento a ello, damos algunos nombres que fueron artífices en la conformación de la Entidad.
Omar Mignola (PC), Elmira Cisneros de Lara (FIP), Elvio Omar Toscano (DC), Gregorio Felipe, Berta Rodeiro de Mercado y Silvina Requena (integrantes del grupo de Familiares de Detenidos y Desaparecidos), Armando Bataglia (Asociación Gremial Poder Judicial), Oscar Mengarelli, Mario Moral (Movimiento por el Cambio Democrático), Graciela Taquela, Camilo Rodríguez, Teobaldo Morales, Hugo Tello, Ilda Maestro de Canelli, Illia Corzo (PC) y Cristina Angeli.
Omar Toscano, APDH
Historia de un mural premiado y tapado
“Nunca más”, el mural realizado en 1986 por los artistas villamarienses Raúl Pierotti y Cristina Angeli (foto), estaba ubicado en la plazoleta de Mendoza y Carlos Pellegrini y hacía alusión, precisamente, “al deseo del pueblo argentino de que no se vuelva a repetir la ignominiosa época del llamado Proceso de Reorganización Nacional (PRN) en que se torturó y mató impunemente”, según dijeron los propios creadores en oportunidad de su inauguración.
La obra fue el primer homenaje local artístico a los desaparecidos y en repudio a la dictadura militar y fue premiada por la Unesco.
El tiempo y cierta inclinación hacia la desmemoria que imperaba sobre todo en la década de 1990 (años de pizza, champán y ninguna política pública relacionada con los derechos humanos) hicieron su tarea, pese a que los mismos autores la restauraran en dos oportunidades, y finalmente las sucesivas capas de blanqueo consiguieron que la obra ya no exista para los ojos de las nuevas generaciones.
Afortunadamente existen los archivos. Hoy, podemos dar a conocer a los más jóvenes y recordar a los desmemoriados que, alguna vez, en Mendoza y Carlos Pellegrini, se dijo “Nunca más”.