El Colegio de Arquitectos de la Provincia de Córdoba fue el primero del país, creado a partir de una ley sancionada en democracia y con las instituciones funcionando plenamente.
Su historia es el resultado de la pasión y el esfuerzo de incontables personas que lucharon por hacer realidad el anhelo de una entidad propia que las representara e implementara.
A partir del año 1956, toda actividad ligada a la construcción estaba regulada por el Consejo Profesional de la Ingeniería y la Arquitectura, en virtud de la Ley Provincial 1.332.
La frustración de los arquitectos iba en aumento, ante una entidad que no sólo no los representaba, sino que además entorpecía su desarrollo profesional.
A la par de los colegas cordobeses, en otros puntos del país se trabajaba con el mismo horizonte, especialmente en Santa Fe y Buenos Aires. Ya para ese entonces la idea de un colegio, y por consiguiente una nueva ley que lo sustentara, había cobrado fuerza entre los arquitectos de diversos rincones del territorio nacional.
Esto tuvo su correlato en la Federación Argentina de Sociedades de Arquitectos (FASA), que comenzó a organizar encuentros nacionales bregando en pos de la colegiación de los arquitectos de toda la Argentina. Desde esa entidad se resolvió crear la Comisión de Colegiación en diciembre de 1979, que se reuniría periódicamente en los años subsiguientes con representantes de varias provincias.
Ya en octubre de 1980 se llevó a cabo la Primera Convención Nacional de Entidades Profesionales, la que dejó por sentados importantes antecedentes respecto a la juridicidad y constitucionalidad de la colegiación.
Una política bien diseñada
El año 1983 sería especial. El ánimo general era esperanzador y había deseos de participar en la vida política de las instituciones.
En ese clima generalizado, el anhelo de una entidad propia manejada por y para los arquitectos parecía cada vez más cerca de concretarse, aunque no sin esfuerzo.
Con ese nuevo empuje, desde la SAC se convocó a una Comisión de Colegiación, la cual tendría una participación fundamental.
De este modo, se escucharon las propuestas del conjunto de los arquitectos a fin de elaborar una ley lo más completa posible y se creó la Comisión Provincial de Colegiación, con delegados de diversas localidades. Esa intensa participación alentó el espíritu federalista del movimiento y sentó las bases para las futuras regionales.
La primavera
Llegó 1984, con el gobierno del país en el poder del pueblo y de sus representantes. El momento era propicio para intensificar el trabajo y divulgarlo al resto de la sociedad. Los primeros meses los arquitectos iniciaron una campaña de difusión en los medios de comunicación, para informar a la población en general y obtener adhesiones de otras entidades. En junio el proyecto de ley fue ratificado en el Segundo Encuentro Nacional de Colegiación y al mes siguiente toma por fin estado parlamentario.
Finalmente el 30 de octubre sería sancionada la Ley 7.192, que ordenaba la colegiación de los arquitectos de Córdoba. Las calles serían testigos de la algarabía de aquella gloriosa jornada en la historia de nuestra profesión”.