A finales de la dictadura conocida como «revolución argentina» se convocaron las elecciones generales con Perón virtualmente proscripto dado que se puso como requisito, para ser candidato, un determinado tiempo de residencia en el país que, debido a su exilio, el líder político no cumplía. El acto electoral tuvo lugar el 11 de marzo de 1973. Las dos principales fórmulas presidenciales fueron la del Frente Justicialista de Liberación Nacional (FreJuLi), integrada por el peronista Héctor Cámpora y el conservador Vicente Solano Lima, que obtuvo el 49,5% de los sufragios, y la propuesta radical, que obtuvo el 21,29%, compuesta por Ricardo Balbín y Eduardo Gamond. Era la primera vez que las elecciones nacionales se realizaban con la regla de una segunda vuelta, en caso de que el ganador no lograra más de la mitad de los votos válidos. Pero ante el alto porcentaje logrado por Cámpora-Solano Lima se acordó que no sería necesaria otra elección para consagrar la fórmula del FreJuLi, alianza integrada por Partido Justicialista y partidos menores como el caso del Partido Popular Cristiano. El líder radical, consciente de las escasas posibilidades que tenía de ganar había cerrado su campaña con la frase «el que gana gobierna y el que pierde ayuda», aunque el Gobierno de Cámpora sólo duraría 49 días.
En Córdoba, sumando el 44,2% de los votos, el FreJuLi ganó la gobernación con la fórmula integrada por Ricardo Obregón Cano y el líder sindical de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) Atilio López, apoyados por la juventud radicalizada. Este resultado corresponde a la segunda vuelta electoral que sí se produjo en nuestra provincia dada la escasa diferencia de votos a favor del peronismo que se había dado en la primera vuelta. En la elección definitiva el segundo lugar quedó para la fórmula radical liderada por Víctor Martínez que sumó el 43,1% de los sufragios.
Por la intendencia de Villa María compitieron seis fuerzas políticas. Según los datos publicados por Horacio Cabezas en el tomo III de «Villa María y su radicalismo», Pizzorno, candidato por el FreJuLi, contó 11.220 votos. En tanto que 10.541 ciudadanos sufragaron en favor del candidato radical Emilio Zernotti.
Palabras del día que asumió
Según narra Daniel Baysre, en su libro «El radicalismo que yo viví», Pizzorno llegó acompañado por el comisionado municipal Alfredo Vijande. El Concejo Deliberante estaba repleto de gente. Por entonces ese poder municipal ocupaba el edificio del antiguo Mercado Mitre ubicado en la esquina de las calles Estados Unidos y Santa Fe, la misma construcción que muchos años después albergaría la sede central del Inescer «Dr. Angel Diego Márquez». Presidía el cuerpo legislativo, el peronista Rogelio Sánchez. Existe el registro escrito del discurso de Pizzorno en ese acto de asunción. Sin entrar a contrastar lo dicho con lo que efectivamente se llevó adelante durante el Gobierno municipal iniciado en 1973, contar con las palabras pronunciadas por el entonces flamante intendente permite acceder a la visión que proponía del momento histórico y cómo pensaba la acción de gobierno.
El discurso, pronunciado el 25 de Mayo de 1973, fue iniciado dirigiéndose a los presentes con un inclusivo «conciudadanos» y situando lo local en sintonía con lo nacional.
En relación a la caracterización del momento histórico Pizzorno, imbuido de la oratoria del momento, varias veces lo refiere como revolucionario. Es así que dice «la revolución de las estructuras nacionales es el signo inequívoco de nuestro tiempo»; más adelante precisa que dicha «revolución» consistía en «dar expresión política a una realidad económica y social asfixiada en sus manifestaciones externas, pero explosiva en su potencialidad histórica»; luego aclara que es algo que se está produciendo a nivel nacional y que en la ciudad el objetivo de ese proceso, que se estaría iniciando, sería el desarrollo de «un programa urbanístico; orientado fundamentalmente a servir a los intereses de nuestra sociedad en el cambio que la revolución nacional propicia». Considera que la gestión municipal debía estar al servicio del «proceso revolucionario», remarcando que se estaba ante «el comienzo de una etapa de transformación de las estructuras políticas, económicas, sociales, culturales, de nuestra Patria». En cuanto a la ciudad, agrega que «conforme los resultados de nuestro esfuerzo será el lugar ocupado por Villa María en el concierto de las ciudades del interior del país».
Desde la óptica de Pizzorno la tarea demandaba «imaginación transformadora, voluntad de realización y una profunda vocación popular» y el «pueblo y gobierno» debían «consustanciarse en la tarea necesaria para lograr los fines últimos de una comunidad de hombres libres y creadores; la comunidad del Hombre Nuevo». También planteó la necesidad de un plan urbanístico que estuviera al servicio de esos objetivos, entendiendo «…que el primer objeto de la ciudad (considerada desde este enfoque), es ofrecer a su población comodidades adecuadas para la vida y el trabajo». Por otra parte habló de: «Un programa de extensión cultural, recreación y deporte, la liberación nacional involucra también el libre desenvolvimiento de las potencialidades culturales artísticas de nuestro pueblo, con el apoyo decidido de los organismos oficiales».
El proceso de cambio que se iniciaba estaba enmarcado en una «reconstrucción nacional», a la que el Gobierno municipal debería contribuir ejecutando un plan de gobierno que llegara «a todas las áreas en su aptitud transformadora» planteando que la «inversión pública municipal» trataría de fortalecer el sector privado dando apoyo a proyectos que dinamizaran la economía zonal «afectada actualmente por la crisis manifestada en todo el país». También señaló que la «población» esperaba «con ansiedad la urgente mejora de los servicios esenciales: salud, vivienda, canasta familiar, y hacia ello encaminaremos las primeras medidas de gobierno». A la par de esto señala que resulta imprescindible «la racionalización» y el «ordenamiento administrativos» para el logro de eficiencia en la gestión.
Pizzorno convencido de que se iniciaba una época de grandes cambios, en su discurso puso en valor el rol del Concejo Deliberante y el trabajo con las instituciones educativas de la ciudad. Se planteó como norte contribuir a «conformar una cultura nacional y popular que coadyuve en la formación de la conciencia social, la organización social, y la personalidad social de nuestro pueblo».
Aquel 25 de Mayo, en que también asumieron las autoridades nacionales, registró incidentes en Capital Federal, pero en Villa María la jornada fue de festejos y esperanzas. No todas estas propuestas se cumplirían, a los pocos días el presidente de la Nación renunció para dar lugar a un proceso que llevó a Juan Domingo Perón a ese cargo, meses después nuestra provincia sería intervenida luego de aquel triste suceso conocido como el Navarrazo. Para entonces las condiciones políticas habían sufrido un gran cambio que más adelante se profundizaría con la muerte de Perón y el rodrigazo en junio de 1975. Todos acontecimientos que impactarían en cada rincón del país, nuestra ciudad y su vida política no estarían exentas de esas repercusiones.