Escribe Pablo Carrizo Redaccion UNCiencia
A días de arribar a Córdoba para presentar su libro “100% cerebro”, el neurocientífico dialogó con UNCiencia. Considera relevante avanzar en la comprensión de qué es la consciencia y cómo la relación entre los genes y el ambiente moldea nuestros comportamientos. Su publicación se propone derribar afirmaciones que carecen de sustento científico. “100% cerebro” se presentará mañana a las 18.30, en el aula magna de la FAMAF de la Universidad Nacional de Córdoba, con entrada libre y gratuita. El evento es organizado por UNCiencia y librería Quade.
Pedro Bekinschtein es doctor en biología, neurocientífico e investigador del Conicet, y desde hace años se dedica a la divulgación y a la enseñanza de las ciencias. Fruto de su importante trayectoria académica y de su pasión por comunicar, ha editado recientemente el libro “100% Cerebro”, trabajo que sistematiza estudios destacados e interrogantes actuales sobre el órgano más relevante de la anatomía humana. La publicación será presentada mañana, a las 18.30, en el Aula Magna de la Facultad de Matemática, Astronomía y Física. La actividad es organizada por UNCiencia y librería Quade, con entrada libre y gratuita.
¿El gen del mal existe? ¿Por qué queremos separar lo innato de lo cultural? ¿Quiénes son más inteligentes, los hombres o las mujeres? ¿Qué es aprender? ¿Podemos afirmar que nuestra memoria cambia según nuestras creencias? Estas son algunas preguntas que se despliegan en las 256 páginas del libro en el que el investigador aporta una mirada profunda y descontracturada sobre los estudios neurocientíficos y sus implicancias en nuestra cotidianeidad.
A pocos días de su llegada a Córdoba, Bekinschtein diálogo con UNCiencia.
-¿Cuándo y cómo nació la idea del libro? ¿Cuál es su aporte particular entre tantos trabajos que se editan sobre el cerebro?
-“100% Cerebro” podría haber nacido del amor por contar la ciencia del cerebro, pero en mi caso se originó más bien en un sentimiento de indignación por el vapuleo de muchos medios y autores al pensamiento científico. Si bien hay una buena cantidad de autores que sustentan lo que escriben en evidencias, también hay muchísimos escritos que no tienen necesariamente evidencias científicas y están más bien basados en experiencias o anécdotas personales que nada tienen que ver con la ciencia. “100% Cerebro” usa a la neurociencia como excusa para transmitir el pensamiento científico a la vez que responde preguntas comunes de los no científicos y derriba algunas afirmaciones que no tienen sustento en la evidencia. Como dijo la periodista Nora Bär en la presentación del libro «es un curso acelerado de pensamiento crítico».
-¿Cuáles son, a tu criterio, los desafíos actuales más relevantes en el estudio del cerebro humano?
-Voy a elegir dos, medio arbitrariamente, pero son los que se me vienen a la cabeza ahora. El primero tiene que ver con comprender qué es la consciencia y saber si el libre albedrío existe o no ¿Qué es lo que nos hace humanos? ¿Somos dueños de nuestras decisiones o la consciencia sólo es una explicación que nos damos de decisiones que se toman inconscientemente?
El segundo desafío tiene que ver con la memoria, que es mi tema de investigación. Me gustaría saber cuál es el sustrato biológico de la memoria, cómo se almacena la información, cuál es el código por el que se guarda y recupera un recuerdo. Y cuando sepamos eso, entender qué es el olvido y cuál es su sustrato biológico.
–Hablando de la memoria, hay una expresión llamativa en tu libro: “La memoria es la mentira más piadosa del cerebro ¿Qué significa? ¿Es posible afirmar que nuestra memoria está en permanente construcción?
-Parto de la idea de que todos los recuerdos son falsos. Y esto es porque nunca evocamos un recuerdo en la misma situación en la que vivimos la experiencia. Por eso, la memoria es un acto constructivo en el que hay que rellenar los huecos con información de otras experiencias mezcladas con lo que nos ocurre en el presente. Hay muchas evidencias de que cada vez que recordamos algo, guardamos el recuerdo modificado. O sea que lo que recordamos con mayor frecuencia es probable que sea lo menos parecido a la experiencia original. Pero si no recordamos las experiencias, puede que las perdamos. Así que no hay salida. Las evidencias de muchos años de estudio de la memoria indican que no hay ninguna razón para pensar que el cerebro actúa como una videocámara o como un disco rígido. La información se transforma con el tiempo y con el uso. Creo que es necesario aceptar estos hechos para poder entender mejor el cerebro y el comportamiento humano.
-Según tu perspectiva, tratar de comprender el comportamiento humano separando “lo cultural” de “lo biológico” supone un dualismo erróneo. ¿De qué modo nuestras conexiones neuronales son determinadas por el “ambiente” o “lo cultural”?
-El ambiente se mete en nuestra cabeza porque cambia la biología de las células. Desde el punto de vista de un biólogo esto es obvio, el problema está en entender cuál es ese proceso biológico y cuáles son las reglas que lo gobiernan. En las últimas décadas se ha empezado a avanzar mucho en el campo de la epigenética que es el estudio de los cambios en la activación de genes que producen los estímulos ambientales como, por ejemplo, el estrés. El estrés cambia la manera en la que se ordena el ADN en el espacio porque produce modificaciones químicas en su estructura. Ese cambio estructural produce una modificación en la manera en que se activan y desactivan los genes que, en definitiva, son los que van a producir cambios en las neuronas y modificar el comportamiento. De esta manera no existe una dicotomía entre lo biológico y lo cultural, porque lo segundo es lo primero y viceversa.
-En tu trabajo proponés dedicar recursos a crear una fuerte base cerebral en la niñez, como un modo de prevenir neuroenfermedades que surgen en la adultez y en la vejez. ¿Cómo se sustenta esta idea?
-Existen cada vez más evidencias para sostener que las experiencias durante los primeros años de vida tienen un gran impacto en el cerebro adulto. Esto no es nuevo. A pesar de que no es santo de mi devoción, el psicoanálisis busca en la infancia el origen de algunos trastornos de la vida adulta. Se sabe que el estrés en la infancia temprana puede modificar la manera en la que se arman los circuitos que sostienen el comportamiento social. Un niño o niña que crece en un ambiente adverso y hostil generará comportamientos acordes a manejar las respuestas a ese ambiente amenazante, y más tarde, estímulos que no serían amenazantes, sí lo serán para él o ella. En el libro cuento las investigaciones de Charles Nelson en los orfanatos de Rumania, quien descubrió que no sólo el abandono en la infancia produce cambios en el comportamiento del adolescente y el adulto, sino también cambios físicos medibles en el cerebro que tienen que ver con el volumen y otros aspectos de la manera en la que se comunican las estructuras.