Hace quince años que Mariano Pérez trae bandas de la escena “under” a la ciudad, formaciones que aún no han dado y muchas veces “no quieren dar” el salto hacia lo “mainstream” o masivo. Fanático de la Velvet Underground, de Fun People y los Rolling Stones, el joven productor habló de la movida villamariense que lo tiene entre sus principales propulsores
La habitación de Mariano es, sin dudas, una las mejores disquerías especializadas de la ciudad; una fabulosa “biblioteca sonora” del underground en formato casete, vinilo y CDés. En su pequeña repisa roja (ineludible herencia de la pieza de la infancia) conviven CDés de Fun People y Malditos Bufones, la Velvet y Sumo; Los Nauseabundos de Alegría y Attaque 77, Los Espíritus y los Stones. Dentro del placard como una cueva de Alí Babá, cientos de placas prolijamente acomodadas aguardan ser frotadas por una gamuza o terciopelo (mejor si es subterráneo) para liberar extrañas melodías. Y sobre el estante superior de la cómoda y como si vigilaran esos polícromos tesoros de “sound and vision”, un viejo muñeco de Astroboy monitorea la pieza junto a una Tortuga Ninja. Y es que para guardar “toda esa data” como dice Mariano, es necesario no haberse desprendido jamás de la percepción del mundo de los niños. Y seguir buscando nuevos discos con la misma pasión con que se buscan figuritas. Sólo que este álbum interactivo no se reduce a manchadas hojas del pasado sino a un sitio donde convergen el oído, la estética y el corazón. Y de esa conjunción entre “visión artística” y “códigos de amistad de la infancia” nació la vocación de Mariano como productor de eventos. Pero escuchemos lo que dice él mismo de su oficio. Play.
“En realidad no me considero un productor sino alguien que hizo un camino paralelo. Lo mío es una búsqueda que tiene que ver con algo personal que me identifica más que con lo empresarial. Por eso las bandas que traigo no son convocantes ni lo van a ser, porque tienen que ver con la escena under y una búsqueda mía que después se convierte en necesidad de plasmar. Es como si llamara a mis amigos y les dijera “vengan a ver esta banda que está buenísima”. No tengo una visión comercial ni me digo “esto me va a dejar plata”. Al contrario. Más de una vez voy a pérdida. En esto no hay negocio y nunca lo va a haber. Pero sí hay un público interesado y una gran satisfacción personal en ejecutar. Mis espectáculos tienen identidad y han hecho retumbe en otros lados como Mendoza, Rosario, Buenos Aires, Córdoba y Río Cuarto. Allá se enteraron que en Villa María estaba pasando algo y entonces muchos músicos se interesaron en venir a tocar. Y yo los he recibido como lo que son: amigos que quiero y admiro”. Stop.
Pienso que este primer párrafo podría ser un verdadero “manifiesto” de todo productor de shows alternativos. Sin embargo, detrás de esa “poética” hay un ser humano de carne y hueso que se hizo de abajo. Y con la pregunta más obvia empieza esta entrevista.
-¿Cómo es tu historia con el “under”?
-Arranqué armando shows porque siempre fui un curioso de la música. En ese entonces tenía 20 años y tocaba la batería. Nada serio. Pero un día surgió la posibilidad de producir porque tenía un amigo, Gustavo Sosa, armando fechas en “El Angel” (actual “Fin de la Costa”). Y entonces me dio un escenario chiquito en la parte de atrás que se llamaba “El Infierno”. Ahí empezamos a traer solistas y bandas.
-¿Qué bandas?
– Fun People, Francisco Bochatón, Fantasmagoria, a Boom Bomm Kid de solista, Lash Out. Y de la ciudad Los Nauseabundos de Alegría, Fucking Flanders, Malditos Bufones… En la parte de adelante, Gustavo traía cosas más grandes: Babasónicos, Attaque 77, Intoxicados, Las Pelotas, La Bersuit, Los Ratones Paranoicos…
-¿Cómo te sentías en medio de esos grupos?
-Yo estaba ahí, chico y como empezando de abajo, pero a la vez jugando en primera porque lo vivía todo desde adentro. Y si sos buen observador, estando adentro se te abre la cabeza. Yo no estudié nunca para ser organizador de eventos, pero todo lo que aprendí son cosas que fui plasmando por ideas que tengo. Es una inquietud. No quiero que esta data muera en mí y la comparto. Así que subo las cosas a las redes sociales para darlo a conocer. Es un trabajo de hormiga y eso hace que la escena siga latiendo.
-¿Nunca te interesaron las bandas grandes?
– Conozco a muchos productores que apuestan por cosas más populares y está buenísimo que eso exista en Villa María. Pero yo nunca me voy a comprometer con un proyecto grande porque no es lo mío. Si me decís La Mancha de Rolando o Don Osvaldo, no entiendo nada…
-¿Cómo es el público de tus shows?
-Siempre es el mismo, gente joven de entre 18 a 23 años. Cuesta mucho ver mayores de 30. En cada espectáculo no supero las 40 ó 50 entradas, porque las bandas a las que apunto requieren una escucha diferente o estar en cierta movida que no es masiva. Nunca traigo una banda que pega y es apta para todo público.
-¿En qué lugar se junta la movida de la ciudad?
-Ufff… El lugar es todo un tema. Antes estaba “Mundo”, “Polaroid”, “La Lomo”… Pero hoy en Villa María no tenés más que “Polaroid”. También está “La Rocanrola”, pero es un espacio muy chico, o “Me Mata Limón” que es en Villa Nueva. Pero “Polaroid” a pesar de su buena disposición, también es chico y no tiene escenario. Ni hablar de que ahí las agendas están que arden…
-¿A qué se debe la falta de lugar?
-Creo que ha influido mucho lo de las fiestas electrónicas en Buenos Aires y las pastillas. Y entonces la Municipalidad está metiendo muchas trabas. Para que te des una idea, a los recitales más potentes los estamos haciendo en Arroyo Cabral por falta de espacio. No es que yo me quiera ir, pero si no voy a tener lugar no me queda otra. Por suerte hay muy buena onda con Quito, el dueño de “Crua Chan”, de Arroyo Cabral.
-Es una paradoja que en una ciudad con tantas bandas haya tan pocos lugares ¿no?
-Sí, es una paradoja y un bajón. Lo curioso es que acá estaría el Centro Leonardo Favio para ir a tocar pero tenés que pagar; cuando supuestamente es un espacio democrático de todos los villamarienses para mantener la cultura viva. Yo hice gestiones para mostrar documentales de rock pero no me prestaron jamás la sala de proyecciones sino que mandaron al Parlamento de los Niños. Y pienso que hubiera estado muy bueno presentar una peli del under ahí…
Vamos las bandas
-¿Cuántas bandas trajiste a la ciudad?
-Estoy por cumplir 15 años como productor y en este tiempo traje más de 200 bandas entre las de Buenos Aires, Córdoba, Rosario y las locales. Estoy haciendo entre dos y tres shows por mes.
-¿Y el perfil de la oferta musical?
-Hay de todo. Algunas bandas son más grandes dentro del “under” como Pro y otras tienen que ver con la electrónica experimental como Emisor, un artista de Buenos Aires que tiene 13 discos y al que traigo siempre. También hay grupos “pop” como Auto y otros más rockeros como Satan Dealers o El Perro Diablo. Otras bandas más setentosas, como Hola Skull, donde los locos suben a tocar en cuero a lo Iggy Pop…
-¿Te pasó de traer bandas “under” que hoy ya no lo son?
-Sí, claro. Alguna vez traje a Onda Vaga y El Mató a un Policía Motorizado. Son bandas que empezaron de cero y ahora llenan estadios.
-¿Pensás que traicionaron el espíritu del cual surgieron?
-Yo creo que el músico toca para que sus canciones sean conocidas y vivir de la música. Pero es cierto que algunos tienen un doble discurso o una postura. El Indio Solari, por ejemplo, no da entrevistas por una cuestión “anticomercial” si querés, pero el tipo está muy despierto con los negocios y cuando toca te cobra su entrada a un precio elevadísimo. Digamos que con esa filosofía no la puede seguir jugando de under. Luego está el caso de Boom Boom Kid (ex-Fun People) que podría poner su entrada mucho más cara y sigue cobrando cien pesos. Además, te vende sus discos a 25. Si vas a ver a Boom Boom Kid con 200 mangos pagás la entrada y te comprás un disco, un sticker, un fanzine y una remera; cuando en Buenos Aires la entrada sola te sale eso. Es como que le das algo a la gente y le hacés entender que las cosas no son sólo guita.
-¿Y en Villa María cuánto cuesta entrar a un show?
-Entre $50 y $60 como una cerveza. Es lo que cobran las bandas de acá por un toque. Y yo cobro eso también a mis espectáculos y tengo que mover cinco músicos de Buenos Aires con hotel y comida más la banda de acá a la que también le tengo que pagar. El precio real debiera ser $100 pero no podés cobrar eso porque no hay costumbre. Llega la gente a la puerta y si le clavás 100 no entra.
-¿Y el precio de los discos?
-También es todo un tema. Por eso armo ferias con lo que no se consigue en disquerías a precios accesibles. Porque muchos precios están inflados. Un disco de Massacre no te puede salir 250 pesos. Es una locura. ¿Cómo querés que la gente compre discos así? ¿Cómo querés que el curioso gaste para ver qué onda?
-¿Cuál es tu secreto para que vengan a la ciudad bandas tan especiales?
-La amistad y el tratar directamente con los músicos. Porque cuando las bandas crecen empezás a tratar con los managers y eso hace que la comunicación no sea fluida. Y hablar con intermediarios no es lo mío. A los músicos los traigo porque son amigos y me gusta su música. Las fechas están tramitadas desde un acto de amor más que desde un negocio. Y a eso se lo hago ver desde el vamos. “Che, me gusta tu música y me encantaría que vengas a tocar”. Luego cubrimos los costos con la entrada y algún esponsoreo. Y siempre sale bien. Es puro amor y buena voluntad.
-La última, Mariano ¿cómo compraste tantos discos?
-De curioso nomás. Disco que sale del under me lo compro. En los recitales siempre busco grabaciones de bandas y me intereso por todo lo que va por fuera del circuito. Pero no me lo guardo para mí. Toda la data que tengo la comparto a través de mi Facebook que está liberado. No hace falta tenerme de amigo para chequear y escuchar. Todo lo que tengo y todo lo que sé lo aprendí de curioso, leyendo los agradecimientos en letras chiquitas de los discos, buscando siempre. Pero no te niego que hoy comprar discos es caro, más si uno tiene familia. Supongo que puedo seguir con mi colección porque aún no tengo hijos.
Iván Wielikosielek
Dos shows “made in” Mariano
Esta noche a las 22 en “Polaroid” (Mendoza 534) tocará el músico porteño Fede Cabral presentando temas de su tercer disco. Cabral fue cantante de Sancamaleón, banda con videos de rotación por MTV a fines de los 90. También tocarán los villamarienses Juan y Los Días, Martín y yo y Los Forritos.
Por otra parte, el jueves 12 en el mismo escenario se presentará Auto, el proyecto solista de Guillermo Rodríguez, actual guitarrista de Daniel Melero. Actuará también el villamariense Beto Cárdenas y el cordobés Luciano Duarte presentando “Pulpo”, su nuevo disco editado por el sello “Red” de Buenos Aires. Va a musicalizar Mayco Vera, ex-DJ de “Mundo”.