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Bendición de agua

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Bendición de agua
Termas de Río Hondo, Santiago del Estero

La agradable localidad es favorita de aquellos que buscan las propiedades terapéuticas de las aguas termales. Acompañan en el descanso una desarrollada infraestructura, el canto del río Dulce y otros paseos

Termas de Río Hondo, Santiago del Estero
Termas de Río Hondo, Santiago del Estero

 

Escribe Pepo Garay
Especial EL DIARIO

En la inmensidad de Santiago del Estero, de desiertos interminables y paisajes salvajes, donde domina el monte y se adivina el duende del campesino, el bombo y el violín, las Termas de Río Hondo se levantan como una promesa imposible, pero paradójicamente real. Una ciudad bonita y muy bien pertrechada para el turismo, gracias a las termas que le dominan el mapa y que generan visitas masivas. Favorita de los jubilados, convida también a todo aquel que al igual que las personas mayores busque paz y entretenimiento en su justa medida.

Conocida popularmente como “Las Termas” (así, sin más), la localidad del norte provincial se asienta en el límite con Tucumán, a 90 kilómetros de la capital San Miguel de Tucumán, a 65 de la otra cabecera, Santiago del Estero, y a 650 de Villa María.

Allí se hace fuerte con una sorprendente infraestructura turística, de más de 200 hoteles y alojamientos varios que, en su mayoría, ofrecen piscinas pletóricas de aguas termales. Ese es el principal llamador con el que cuenta el municipio: unos torrentes que salen calentitos, repletos de propiedades terapéuticas que ayudan a descansar, rejuvenecer cuerpo y alma, y cargar pilas.

Así lo entienden las decenas de miles de visitantes que aterrizan en Río Hondo cada año. Fundamentalmente a partir de mayo y hasta fines de septiembre, en lo que por estas latitudes se entiende como la “temporada alta”. Entonces, las aguas cálidas y alcalinas, generosas en hierro, fósforo, yodo, bromo, sodio y otros componentes “revitalizantes”, se disfrutan al máximo. Las mismas brotan briosas desde las napas, auspiciadas por el río Dulce, que corta a la ciudad en dos y le brinda al plano una postal clásica.

Acompañan en el objetivo esparcimiento cantidad de restaurantes (ideales para saborear, por ejemplo, el dorado, que se pesca en las cercanías), tiendas de todo tipo (sobresalen las de recuerdos y productos regionales), paseos de artesanos (imperdibles los productos elaborados por experimentadas y querendonas manos santiagueñas, como tejidos, cerámicas y reliquias de canastería y madera) y el casino-bingo. Todo al alcance de la mano, en un centro cívico de agradable figura, con moderna plaza central y el lidero parque Güemes, exuberante en verdores.

Seamos claros: no es Villa Carlos Paz. Mucho menos Mar del Plata. Pero es justamente ese equilibrio de movimiento, servicios y tranquilidad lo que atrae a los acólitos de Las Termas.

 

Río, reserva, dique y autódromo

Después hay que volver a nombrar al río Dulce (respiran varios campings, un par de parques acuáticos y vegetación en sus riberas), que convida a su vez algunos espacios donde el agua sale cálida y bienhechora.

En el área se erige la Reserva Natural Tara Inti, término que en quichua (lengua todavía hablada por muchos santiagueños de las áreas rurales) significa “Isla del Sol”. El espacio recreativo protegido de 24 hectáreas alberga 600 metros de pasarelas y cuatro miradores para apreciar humedales y la vida silvestre de la región, labrada fundamentalmente por algarrobos, quebrachos colorados y mistoles (tanto le han cantado al mistol los compositores de chacareras), y más de 100 especies de aves (entre ellas, patos, flamencos, cigüeñas y garzas), además de cantidad de reptiles (ranas, sapos y lagartijas).

Por otro lado, el dique Frontal corporiza un agradable paseo, ideal para el amante de la pesca (allí habitan dorados, sábalos, pejerreyes y bogas) y de los deportes náuticos. Sobresale el paredón en sí, de más de 200 metros de largo y una altura máxima de casi 30. El lago que se forma tiene alrededor de 18 kilómetros de largo y otros tantos de ancho.

Finalmente, quien guste de los fierros no puede dejar de visitar el moderno autódromo local, que cada año recibe la única fecha latinoamericana del Moto GP. Un museo dedicado al mundo motor completa la experiencia.