Tras la publicación el jueves último de la nota titulada “Padre e hijo rehenes de la Justicia”, en la que Elías Daniel Gergis planteaba su situación, llegó a nuestra Redacción la respuesta firmada por Alfonsina Esparza, DNI 38.018.838
Señor director:
Me dirijo a usted para refutar la carta titulada “Padre e hijo, rehenes de la Justicia”. Mi argumento principal: soy la hermana del niño.
Hoy, al llegar a casa, me encuentro con esta nota, y la verdad que esta gran y dolorosa historia que cuenta “Turco”, o el señor Gergis, como quieran llamarlo, está tergiversada, tiene agregados para que el cuento sea más interesante o quizás para darle más acción a los lectores.
Así que, al verme obligada a contar las cosas… he aquí, mi campana.
Mi mamá, un ser brillante por cierto, tuvo una relación corta, podría decirse con este señor. Al pasar algunos meses, muy pocos, queda embarazada; yo misma compré el test de embarazo que iba a convertirme en hermana por tercera vez, un acontecimiento hermoso.
Mi hermano nació el 11 de agosto de 2011, y aquí es donde se corrobora otro error en la nota: no tiene tres años, en agosto no va a cumplir 4, sino 5 años.
La paternidad no se quiso negar, simplemente, estaba en duda, y cuando se hizo el ADN y dio positivo, nadie prohibió nada.
Sí, mi hermano llevó el apellido de mi mamá por un tiempo, ya que el señor desaparecía y reaparecía a su gusto y no nos metamos en temas económicos, porque no quiero defenestrar a nadie. Cuando él decidió ponerle su apellido, se lo puso, sin ningún drama. Aunque, sinceramente, para mí era una lástima que llevara el apellido de alguien que no supo hacerse cargo.
El problema de este hombre no era la paternidad, sino que mi madre no quisiera estar más con él. He aquí el núcleo de su problema.
¿Visitas autorizadas en Tribunales? Jamás se le negó que lo viera. Mis padres están separados desde 2001, y siempre vi a mi papá cuando quise y cuando él quiso, sin impedimentos por parte de mi mamá. Si, él lo llevaba a la guardería de su barrio y por ese tiempo estuvo muy presente, es cierto, mi hermano disfrutaba de esa escuela; es más hasta ustedes nos fotografiaron en el desfile de ese año…
A mi hermano no le gustan las motos y jamás le gustaron porque no le gusta la velocidad ni siquiera cuando vamos en auto, siempre despacio es mejor. De muy chiquito le tenía miedo a los ruidos fuertes. Excepto a la bocina del tren, de la que es fanático.
Si me permiten retroceder un poco la historia, mi mamá al tiempo de estar embarazada conoció a un hombre maravilloso, al tiempo se enamoró y hoy están juntos, y mi hermano lo ama con toda su alma, entendiendo que él no es su padre, porque su padre se llama Daniel “Turco” Gergis, y eso lo tiene claro, pero convive con la pareja de mi madre, que se convirtió en un ser importante y es uno de sus referentes, tanto así que ama a los trenes porque la pareja de mi madre, el cual se desvive por mi hermano, es maquinista de tren.
En 2014 mi mamá decide irse a vivir a Córdoba, el sueño de su vida, junto a su pareja; acá nos quedamos mi hermana y yo, con mi padre, ya que nosotras somos más grandes y quisimos seguir teniendo nuestra vida en Villa María, obvio que unos pocos kilómetros no nos separarán de nuestra increíble madre ni de mi hermanito, jamás.
Pero mi hermanito, iba a ir con ella. Y si dicen que “hombre precavido vale por dos”, mi madre es tan precavida que vale por cien. Por lo tanto, habló con sus abogadas, que manejaban los temas judiciales con el padre de mi hermano, y dejó asentado que se iba a vivir a Córdoba capital, exponiendo barrio, dirección y números telefónicos para que el señor Gergis pudiera tener contacto con su hijo, mi hermano. No se fue sin comunicárselo a la Justicia, porque las abogadas hicieron todos los trámites legales.
Mi hermano, cuando habla de su casita de Córdoba, habla de la casa más hermosa del mundo, así la describe, hasta invita a tomar mates a todas las ancianitas del barrio, tiene amigos, va a una escuela cerca, disfruta su vida, y es un niño feliz.
Desde que viven en Córdoba, el señor Gergis, no se había comunicado nunca y tampoco por supuesto pasó un centavo.
Hasta hace unos meses, cuando tocaron la puerta de la casa de mi madre, era una patrulla policial, una abogada, y el “Turco”. Le plantearon que ella no podía negarle el niño a su padre y que el mismo padre había dicho que mi hermano vivía en una especie de “extrema pobreza”. Mi hermano se largó a llorar, no era la forma de que su padre reapareciera; hay niños que aman a los policías y otros que le tienen miedo, se ve que viene de familia, yo les tenía el mismo miedo.
En fin, mi madre los hizo pasar, sacó todos los papeles que tenía guardados, y los abogados, los policías y el padre de mi hermano, no pudieron refutarle nada. Al tiempo comenzaron los temas judiciales. El ahora pelea por “quedarse” con mi hermano, como si fuera un bien material de un matrimonio. El juicio está en stand by, pero proseguirá en un tiempo.
Sí, mi hermano va a la psicóloga, para que estas cuestiones no lo afecten más de lo que deberían. Mi hermano no quiere ver a su papá, pero no porque se le haya inculcado una idea o porque él no lo quiera, sino porque no lo conoce porque el señor no formó vínculo con su hijo…
“No es fácil llegar a un barrio que no conocés”. Esa frase no sé a qué hace referencia, pero puedo sacar mis conclusiones, ya que no está claro. El barrio es seguro, no tiene de que temer, y si hablamos de inseguridades, hoy por hoy, está en todos lados. Otra conclusión que puedo sacar es que es difícil encontrarlo, bueno, con un mapa es muy simple de solucionar.
Esta es una pequeña parte de la historia, que puedo contarla yo, como hermana; en realidad a toda la historia la sabe mi madre, porque la vivió en primera persona.
Y ahora, voy a hablar desde mi punto de vista y espero no aburrirlos: vivimos en una sociedad que intenta alejarse del machismo, de los tabúes; en una sociedad que evoluciona día a día.
Yo le digo a esta sociedad acostumbrada a reclamar pero hacer poco: es fácil hablar mal sin conocer, es fácil victimizarse, pero cuando somos el victimario, cómo nos cuesta hacernos cargo.
A este señor no se le negó nada; el resentimiento por perder a su pareja lo encegueció. Y haciendo las cosas de este modo no se va a ganar el corazón de mi hermano nunca.
Este hombre reclama la paternidad, reclama sus derechos, pero, ¿dónde está el cumplimiento de sus obligaciones?
Reclama la paternidad pero no sabe los años que tiene mi hermano. Es una vergüenza que exponga así la vida de mi hermano sin tener los argumentos verdaderos; es una vergüenza que sigan victimizando y no vayan más allá de lo que puede decir una persona.
Y si él está arrepentido por haber actuado mal mil veces, yo lo perdono, pero tiene que actuar distinto, porque mi hermano no sabe leer, no va a leer la nota del diario, tiene que ser práctico y cumplir sus obligaciones, y hacer valer sus derechos, pero en son de paz.
¿De qué sirve la justicia si el amor es más valioso?
Si sos padre, no “jodas” a tu expareja metiendo a tus hijos, cuando sos padre tenés que ser padre y punto, porque a los hijos eso les queda, que hayas sido padre, sin tantas vueltas y problemas.