Escribe: Instituto Especial Del Rosario Servicio de Educación Temprana

Decía el psicoanalista Erich Berne: “Si no te acarician, se secará tu espina dorsal”.

Desde que nace el niño necesita, tanto como su alimento, el contacto con el otro y, una vez adquirida la verbalización, la mano que lo tome para caminar o sólo para tocarlo decidirá su carácter y su destino. Existe un “hambre de piel” que pocos confiesan, pero que tiene que ver con la filosofía y se experimenta a cualquier edad.

Las caricias estimulan las endorfinas, hormonas relacionadas con la sensación de placer; mejoran el sistema inmunológico, aumentan la vitalidad y elevan la valoración personal. Se acaricia no sólo con las manos, también con el tono de voz, la mirada, el gesto, el interés, la dulzura, la sonrisa. En la sala de un hospital de niños, los bebés comenzaron a desmejorar cuando cambiaron a la enfermera que les dirigía palabras cariñosas.

La aceptación ajena es la fuente de energía más potente para desarrollar la creatividad y la propia capacidad de amar. Las caricias abarcan todas las actitudes y los sentidos del hombre. Hay un niño anhelante de afecto, aún dentro del ser más rígido y, en ocasiones, bastará una frase sincera y afable para mejorarle las horas y aliviarle las autoexigencias.

Efectos de las caricias en los bebés:

• Regulación de peso y del proceso de crecimiento.
• Mejora las condiciones para la adquisición del lenguaje.
• Aumento de las moléculas del placer: endorfina.
• Antídoto contra la fatiga escolar o depresión infantil.
• Genera una mejora general del sistema inmunológico incluyendo en la calidad de la hidratación de la piel.
• Ayuda en la integración entre los afectos y la motricidad.
• Refuerza el sentido de identidad y de pertenencia.
• Siembra las bases de la autovaloración.

Este contacto piel a piel creará una relación muy íntima entre padres e hijo y potenciará su desarrollo físico, emocional y mental.

La tasa de cesáreas en el sector privado es alarmante

La tendencia médica intervencionista en la atención del parto es una de las causas centrales del grave incremento de nacimientos por cesárea -más del 50% en el sector privado y un 30% en el público-, alertaron varios especialistas.

Los factores que se suman y asocian a esta práctica son «ventajas» como la programación del nacimiento, la rapidez de esta cirugía, que facilita hacer varias en el mismo lapso de un parto natural, o evitar inconvenientes que lleven a una situación judicial, agregaron.

En los últimos 15 años el aumento de cesáreas ronda entre el 50% y 70% en el sector privado y en un 30% en hospitales públicos, cifra que contrasta con la tasa ideal que plantea la Organización Mundial de la Salud: que sea inferior al 15%.

Esta realidad generó una preocupación entre médicos por los perjuicios que puede provocar la cesárea y ante «la tendencia a una práctica médica más intervencionista», dijo a Télam Flavia Ranieri, directora del área de Maternidad del Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires.

«A esto se suma que a veces no hay obstétrica y el médico no tiene paciencia; también hay ocasiones en que las mujeres eligen la cesárea porque piensan que no hay dolor» en la práctica, indicó.

La alta tasa de estas intervenciones «es preocupante porque la cesárea fabrica una patología para la mamá y el bebé y el problema es que detrás de una sigue otra y otra», expresó.

Entre las enfermedades, Ranieri dijo que se ve «un aumento del acretismo placentario, que antes era una patología menos frecuente».

El acretismo placentario consiste en una adherencia anormal de la placenta a la pared uterina por la cual el alumbramiento puede conducir a una hemorragia masiva.

Es una complicación obstétrica potencialmente catastrófica para la madre y está adquiriendo características de epidemia, asociado al aumento de la tasa de cesáreas, precisa el Hospital Italiano. En el factor «rapidez» hay «un rédito económico al hacer varias cesáreas en un mismo día, en lugar de estar varias horas con la misma paciente», condenó.