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«Lo armé para unir a mi familia»

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«Lo armé para unir a mi familia»
Los Echegaray a pleno en el Luxor. Las funciones continuarán hoy a las 19 y 21, el viernes a las 21 y sábados y domingos a las 19 y 21

Como cuarta generación de tradición circense, habla un referente del entretenimiento rodante que tiene a su hermana, un sobrino y su papá viviendo en Villa María

Los Echegaray a  pleno en el Luxor. Las funciones continuarán hoy a las 19 y 21, el viernes a las 21 y sábados y domingos a las 19 y 21
Los Echegaray a
pleno en el Luxor. Las funciones continuarán hoy a las 19 y 21, el viernes a las 21 y sábados y domingos a las 19 y 21

Carlos Dante Echegaray nació en Peyrano, provincia de Santa Fe, y fue anotado en la localidad bonaerense de Máximo Paz. Nunca en sus 50 años de vida regresó a esos pueblitos donde sus padres transitaban, medio siglo atrás, la pintoresca pero a la vez sacrificada vida de los empleados de circo.

“Mi papá, además de ser alambrista y domador, le tiraba los puñales a mi mamá”, dice ahora, con una sonrisa dibujada en su rostro, el dueño del Circo Luxor.

Cuarta generación de una tradicional familia ligada al arte circense, Echegaray -exlocutor del legendario Carlos Villagrán, “Quico”-, logró crear su propia compañía y girar desde Uruguay (donde se instalara por un buen tiempo), hasta desembarcar el año pasado en nuestra provincia.

“Fuimos a Santa Rosa de Calamuchita porque ahí iban mis padres y mis abuelos muchos años atrás, por caminos intransitables y en barraquitas, no en casas rodantes con todos los lujos como las de ahora”, comentó a EL DIARIO.

El propósito de armar su propio circo también tuvo que ver con los afectos. “Me iba muy bien con ‘Quico’, pero quería hacer algo mío y además juntar a mis hijos que ambos estaban trabajando en Europa”.

Su hijo mayor, Dante, quien trabajara en España, Francia y Alemania (en el afamado Circo Flik Flak), es un destacado malabarista y acróbata del “globo de la muerte” con el cual lograra dos hazañas: ser uno de los diez motociclistas del Circo Rodas que deambularan dentro de un armatoste de seis metros (cuya peripecia alcanzó el Récord Guinness) y haber rondado por las alturas de un globo que se había desprendido dos metros y medio de su parte inferior.

Su hija menor, María Sol, también ha demostrado sus virtudes en el exterior en el manejo de aros, liras, telas y acrobacias. Ambos forman parte de la propuesta que llegara a nuestra ciudad la semana pasada, en prolongación bulevar Sarmiento al 2300.

 

En defensa de su arte

Criado a base de apuntalar carpas y fatigar rutas como eterno forastero, se apasiona cuando habla de su vida y su arte. Por ello, se disgusta con los supuestos bastardeos del concepto circense. “Me cae mal cuando dicen que ‘hacen circo’ para referirse a algo que se hace para llamar la atención. También estuve siempre en desacuerdo con el uso de animales -ya prohibidos por ley-, y no sólo por el maltrato, sino porque además se trataba de una avivada del dueño que no les pagaba a los artistas o directamente los echaba, para utilizar a los animales en más funciones a fuerza de latigazos”.

Tampoco puede ver a los jóvenes malabaristas en las esquinas de los semáforos. “Eso no es circo ni tampoco un trabajo. Si querés ganar plata, andá a laburar”, acotó un tanto polémico.

Carlos Dante pasó por diversas disciplinas bajo la carpa: el péndulo, el “globo de la muerte”, la cama elástica, el trapecio, payaso y bicicleta de una sola rueda, a la cual todavía se le anima. Pero su despegue profesional con “Quico” surgió en otras circunstancias y por su afán de “caradura”.

“Hace como 14 años atrás, en el sur, el locutor de la compañía se enfermó y yo presenté a ‘Quico’ ese día. Le gustó y continué hasta hace cinco años atrás. Era muy amigo de sus hijos y a veces lo sacaba a pasear por las calles en un Falcón 85 para que nadie lo reconociera”.

Girando por América Latina vivenció la increíble idolatría por el entrañable personaje. “Estábamos cerca de Oruro, en medio de la montaña. Yo pensaba ‘qué hacemos acá’. Al final, una verdadera multitud lo fue a ver. Fue algo alucinante”.

 

La “flia” villamariense

Villa María no es un punto más en el tour del Luxor para Echegaray. Aquí están residiendo actualmente su hermana, un sobrino y su padre, quien siguió los pasos de su tía hermana, quien se casara con un villamariense.

“Esta ciudad está más linda, limpia y ordenada que antes. También vinimos para estos lados porque tenemos algo que en Buenos Aires, por ejemplo, no conseguís. Que te digan ‘buenos días’, ‘buenas tardes’, ‘hasta luego’, para alguien que siempre está viajando, es como que te sentís en casa”.

Sobre su propio circo, Carlos señala: “Ni es el Circo Tihany ni el Circo Papelito, estamos en el medio. Somos una propuesta tradicional, pero modernizada para toda la familia”. Los espectadores se podrán encontrar con diversas atracciones, aunque -según añade-, varios se sorprenderán con “el elefantito más chico del mundo”, que obviamente no tiene que ver con un mamífero vivo.

Aunque sus “fichas” están puestas en su nieto, la sexta generación en ciernes, que por ahora juega y practica en la cama elástica. “Así aprendimos todos, jugando”, desliza.