Cristina Suárez hace más de un año que está intentando conseguir una fuente de ingreso. El año pasado, un problema de salud la dejó ocho meses internada y desde entonces no ha logrado volver a trabajar
“No le puedo dar a mis hijos lo que necesitan; estoy sola con ellos, y estoy cansada de estar pidiendo. Yo no quiero que me den, quiero trabajar”. La frase de Cristina Suárez hace eco en una fría habitación de la vivienda sin terminar que alquila en barrio Evita desde hace dos meses.
Prácticamente a oscuras, sin rastro alguno de calefacción, y con cortinas haciendo las veces de puertas, la mujer de 40 años que vive con sus cuatro hijos contó las dificultades económicas que atraviesa, después de más de un año sin trabajar.
“El año pasado estuve internada ocho meses, porque me operaron de la vesícula y se complicó, recién me dieron el alta en diciembre y desde entonces que no consigo trabajo”, explicó la señora, a la vez que agregó que “además, tengo el problema de que se me hacen trombosis en las piernas, por lo que no podría trabajar, pero lo necesito”.
Cristina aclara que no quiere ser desagradecida, sobre todo con la Municipalidad, a la cual acude permanentemente. “Voy a pedir ayuda y este mes me ayudaron con la mitad del alquiler, además me dan el bolsón con mercaderías y a veces pastelitos para vender, pero yo no quiero que me den y me den, no quiero ser mal agradecida, pero yo necesito trabajar”, remarcó.
Su voz suena acongojada, y se cruza de brazos permanentemente, como tapándose de los cachetazos del frío. “He intentado golpear muchas puertas, en la Municipalidad me dan soluciones que son del momento, pero yo necesito ingresos, un sueldo”, agregó. Para peor, dejó de cobrar la asignación que recibía por sus hijos, ya que su expareja consiguió trabajo en blanco. “Se me hace difícil, muy difícil, he andado por todos lados pidiendo trabajo, ya no sé adónde más ir. Necesito trabajar sí o sí. Hay que pagar la comida todos los días, todo es plata hoy y no me alcanza”, lamentó.
Actualmente consiguió una “changuita”, por lo que “estoy cosiendo bolsas en una cooperativa, pero no pagan de un día para el otro, me dicen que tengo que esperar a cobrar y tampoco es algo fijo, es una cooperativa que hace bolsas para la Universidad”.
Dice que está dispuesta a trabajar en cualquier rubro. “Hago de todo, desde limpieza, cuidado de mayores, ahora estoy haciendo costura, lo que sea”, describió, y relató que su hijo mayor, de 18 años, también está buscando trabajo: “No consigue nada, se le complica porque es chico, a mí porque son grande, y eso que tenemos muchas ganas de poder trabajar”.
Contactó también a Las Iguanas Solidarias. “Voy cada tanto, me dan ropa… Esto es algo que le pasa a mucha gente, muchos necesitan como nosotros. Por eso no quiero que me den, estoy cansada de estar pidiendo, quiero trabajar”, demandó.
La falta de trabajo le afecta la salud. “Ando nerviosa, vivo nerviosa, vivo mal porque no consigo nada”, contó, y reiteró, cabizbaja que “hoy, en la vida, todo es plata”.