Para que nunca más pase en el Baby
Quizás el hecho de ser abuela no se entienda para muchos que domingo a domingo concurrimos a pretender disfrutar del Baby Fútbol, pero muchas veces las decisiones de dirigentes como el señor Medina y el señor Nicolás Morsila (saben de derecho de los niños porque los dos son abogados), ambos de Asociación Española, hacen que niños terminen con su ilusión de jugar un partido más.
Hoy, que pretendíamos festejar el Día del Niño y que por decisión de ambas ligas los chicos (algunos) debían jugar en clubes distintos (Clase 2003), les solicitaron a estos dirigentes unos minutos para que todos llegaran y pudieran jugar, pero fue una negación total de ambos por lo que América jugó en inferioridad numérica y sin suplentes.
Pero más allá de lo deportivo, todo el mundo del Baby debe saber que a la mayoría de los chicos Clase 2003 los “echaron” de Española hace dos años por decisión de ambos señores y la Comisión Directiva (nadie habló ni dijo nada y tampoco propusieron nada en defensa de los derechos de los niños).
Los dirigentes deben saber que ellos, los niños, están comenzando a transitar un camino en su vida, pero estas decisiones ambiciosas de poder (ambos son profesionales del Derecho y algo, pretendo entender, deben saber), pueden hacer torcer el rumbo que muchos queremos darles a los niños.
Mamás y papás del Baby, sepan ustedes entender que mis nietos son mi tesoro, igual que para ustedes sus hijos, pero las lágrimas e impotencia de estos niños deben estar por encima de todo interés.
Algo está pasando, no discriminemos, no es la primera vez que pasa.
Los dirigentes deben reflexionar y tomar las decisiones justas y correctas.
Nota: el árbitro actúo de manera excelente.
L. B. Costa
DNI 14.050.619
(la “Lita” para los chicos)
El ejemplo de los otros
Hace unos años leí unas reflexiones que todavía me acompañan y que quisiera compartir. El texto es el siguiente:
“La actitud de las personas hace la diferencia. Al estudiar la conducta de las personas en los países ricos, se descubre que la mayor parte de la población sigue las siguientes reglas básicas que hacen a un país grande:
-La ética como principio básico.
-El orden y la limpieza.
-La honradez.
-La puntualidad.
-La responsabilidad.
-El cumplimiento de los compromisos.
-El deseo de superación y su afán por ahorrar e invertir.
-El respeto por su familia y los derechos de cada uno de sus miembros.
-El respeto a la ley y los reglamentos.
-Su amor al trabajo.
-El respeto por el derecho a los demás.
-La integridad en sus acciones como reflejo de su integridad de vida.
¿Necesitamos más leyes? ¿No sería suficiente cumplir y hacer cumplir estas simples reglas? En los países pobres, sólo una mínima parte de la población sigue estas reglas en su vida diaria.
No somos pobres porque a nuestro país le falten riquezas naturales, sino simplemente por ‘nuestra actitud’, nos falta carácter para cumplir estas premisas básicas de funcionamiento de las sociedades. Cambiemos nuestra actitud. ¡Nuestros hijos se lo merecen!”.
Nada más que agregar, señor director. Muchas gracias.
A. Lerda
DNI 12.145.247
Pasaron las elecciones, pero no los reclamos
Pasaron las elecciones, los villamarienses nos expresamos en las urnas y quedó decidido cómo se compondrá, a partir de diciembre, el Gobierno municipal.
Desde la Unión de Trabajadores de Estados Municipales (UTEM) celebramos que, gracias a la militancia gremial de los integrantes de esta institución, la situación de los empleados municipales de Villa María fue tema de debate en cada encuentro de quienes se proponían para hacerse cargo del Poder Ejecutivo local.
De manera clara, fundada y rotunda se hizo pública la situación del empleo estatal en el municipio. Todo basado en datos que no han podido ser rebatidos por la seriedad de los mismos. Diferentes sectores políticos propusieron y debatieron distintas maneras de aportar a la solución de este gran problema de la administración política de la ciudad.
Pasado el clima electoral, desde nuestra organización debemos resaltar que sería un aporte importante a la próxima administración comenzar a resolver el tema de los precarizados, iniciando el pase a planta permanente de los compañeros que hace años sufren esa situación, a la vez que ir derogando el articulado discriminatorio de la ordenanza municipal que regula la relación entre el municipio y sus trabajadores.
Por otra parte, debemos recordar que los empleados municipales que figuran como “facturantes” aún no han cobrado la cuota de aumento que se les adeuda hace un par de meses. Resulta altamente agraviante para los trabajadores que teniendo que pagar el monotributo que aumentó en julio, han visto reducido su ingreso mensual porque no se les paga el referido aumento.
Nuestro empleador es el Estado municipal y más allá de los cambios de gobierno, la continuidad del Estado no se ve afectada, por lo cual no es excusa válida estar cerca de la terminación de una administración para no avanzar en el respeto de los derechos de los trabajadores.
Desde UTEM no vacilaremos en continuar trabajando en pos del logro de nuestros derechos fundamentales.
Comisión Directiva de UTEM
El sistema capitalista
Simplificando mucho, puede afirmarse que existen dos grandes sistemas económicos: el comunista y el capitalista, ambos con diversos y numerosos matices, dada la complejidad de la conducta humana.
También puede decirse que el capitalismo, como la democracia, es el menos malo de los dos porque sabe crear riqueza y el otro, el comunismo, obsesionado por la distribución y la igualdad, se muestra incapaz de hacerlo porque al atribuir al Estado en exclusiva la creación de riqueza, sin ninguna flexibilidad, odia y anula la libertad de empresa, de iniciativa privada y reduce al mínimo el derecho a la propiedad privada, llegando incluso a avasallarlo y anularlo. En el caso del comunismo, todo lo tiene que planificar y hacer el Estado, convirtiendo así a los hombres en meros instrumentos de trabajo para la gloria del sistema, gloria efímera e irreal, bien es verdad.
El capitalismo se caracteriza por tres principios fundamentales: la supremacía del capital sobre el trabajo, el respeto a la propiedad privada y la libertad de empresa y de mercado, principios del todo necesarios para crear riqueza, artículos, productos y servicios para el consumo humano.
Ahora bien, el capitalismo también tiene sus defectos, muchas veces muy graves, dependiendo del modo como se organice, desarrolle y sea controlado por parte del Estado moderno que, indudablemente, tiene una función importante en la creación de riqueza y su distribución.
El Estado debe intervenir en la economía respetando la libertad de mercado y la iniciativa privada, pero a la vez impidiendo que la supremacía atribuida al capital se convierta en abuso sobre el trabajo, estableciendo leyes adecuadas para la defensa de los más débiles, es decir, el trabajador y el consumidor, y exigiendo su cumplimiento.
Si así no lo hace y se pliega a los intereses del gran capital -léase, grandes empresas, grandes financieros y grandes especuladores-, incumple su función reguladora y deja desamparados a los colectivos más débiles de la sociedad, dejándoles inermes, sin defensa posible.
Ocurre entonces lo que se ha llamado desde tiempos inmemoriales “capitalismo salvaje”, que puede ser más o menos salvaje y que campa a sus anchas mediante el abuso y promulgación por el Estado de leyes injustas que castigan a esas capas de ciudadanos más débiles.
En la Unión Europea (UE) se vive actualmente en el entorno del capitalismo como sistema de producción de riqueza, de carácter y forma moderada, pero en España y otros países como Portugal, Grecia, etcétera, lo que se vive es un capitalismo salvaje caracterizado por el elevado desempleo, la deuda pública disparada, el despilfarro institucional y la corrupción económica generalizada, que hace augurar tiempos nuevos revolucionarios que modifiquen sustancialmente la situación en la que nos hallamos, sobre todo en los países que padecen este capitalismo exacerbado, sin olvidar que también lo sufren, aunque no en la misma medida, otros países integrantes de la UE como Irlanda, Italia y hasta la misma Francia.
Roberto Grao
Foro Independiente de Opinión