Donaron una estatua del Cura Brochero a la Parroquia San José de Arroyo Cabral
Casi 50 personas formaron parte el último domingo de la cabalgata “brocheriana” mediante la cual se llevó una estatua del beato a la Parroquia San José de Arroyo Cabral, que la recibió en forma de donación.
Cabe recordar que la iniciativa nació a través del villanovense Carlos David Gutiérrez, quien la organizó como forma de agradecimiento y para cumplir una promesa al Cura José Gabriel del Rosario Brochero.
“Andaba con un problema pulmonar, estaba internado en una clínica de Villa María, grave, y le pedí a ‘Brocherito’ que me fuera en paz o que si me tenía que quedar, que me diera fuerzas para recuperarme. Parece ser que tenía que recuperarme, fue un milagro de sanación. De estar gravísimo, inexplicablemente para los médicos, pasé a estar bien”, había narrado el expresidente del Rotary Villa Nueva sobre la experiencia que vivió en febrero del año pasado.
El grupo, conformado por paisanos de Villa Nueva convocados por don Julio Gobatto y de la Agrupación Gaucha La Amistad de Villa María, partió desde la esquina de Rivadavia y Lima minutos antes de las 6 de la mañana con la escultura, que tiene 1,20 metro de alto y que realizó Julio Incardona, de Alta Gracia, quien es el escultor oficial del beato Brochero.
Una ambulancia que dispuso la Municipalidad de Villa Nueva acompañó la cabalgata hasta la salida de la ciudad. En Arroyo Cabral se juntaron con miembros de la Agrupación Gaucha José Quinteros, quienes llevaron a la parroquia una figura de la Virgen de Luján para que les bendiga monseñor Juan Horacio Suárez. “En la Parroquia San José estaban esperando una gran multitud del pueblo y personas de Villa Nueva, Villa María, Palestina, Luca y de la zona”, destacó Gutiérrez.
Allí, tras la bendición de las dos figuras, se celebró una misa; el coro municipal, con su director Matías Heredia a la cabeza, entonó la canción al Cura Brochero «Un paso aquí, un paso allá”. Posteriormente regresaron al predio de la agrupación gaucha, donde compartieron el almuerzo.
Gutiérrez dijo que fue difícil contener la emoción al ver “tantas personas, tanta fe, tanto amor”. “Fue muy fuerte la emoción, el pecho se me explotaba, no me avergüenza decir que fueron muchos los momentos en que se me anudó la garganta y no pude hablar, los ojos se me llenaban de lágrimas de la emoción”, describió.