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“Amputando la historia de la ciudad”

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“Amputando la historia de la ciudad”
Para el extribuno José Naselli existe actualmente una negativa a revisar la gestión accastellista
Para el extribuno José Naselli existe actualmente una negativa a revisar la gestión accastellista
Para el extribuno José Naselli existe actualmente una negativa a revisar la gestión accastellista

Escribe: José Naselli (*)

Amputar: cultismo que proviene del latín amputare (cortar, mutilar), formado por el prefijo am (por ambos lados) y putare (podar selectivamente, depurar)

 

1- El municipio: es la forma más elevada y perfecta de las sociedades humanas, surge de la naturaleza y es reconocido por la razón. Su existencia tiende a un bien humano concreto y total denominado “bien común”. Tiene “carne y sangre”, Instintos, pasiones, reflejos, dinamismo. Condición primordial para que exista un “municipio” es la convivencia en un marco de respeto, amistad y legalidad. Solamente así el municipio puede cumplir su fin natural: el bien común.

2- La autoridad: es el derecho a dirigir, mandar, ser obedecido y escuchado por los vecinos. Tal ejercicio conlleva derechos, pero también deberes, y su origen deriva de la voluntad o consenso del pueblo. El gobernante es sólo el “depositario” de la autoridad y su deber es dirigir al cuerpo político a la consecución de sus propios fines, esto es, lograr el bien común de los vecinos.

3- El municipio como “unidad” histórica: el municipio es una unidad humana, institucional, geográfica e histórica. No podemos aceptar que coexistan dos “Villas”, la del “antes” y la del “después”. Cuando la autoridad establece la necesidad de imponer cambios institucionales está ejerciendo un derecho legítimo. Pero si ese cambio pretende (de manera expresa o tácita) dejar de lado, borrar de la memoria, relegar hechos y actos de verdadera perversión institucional ocurridos antes del período de su mandato, está violando la línea de continuidad y unidad histórica del cuerpo político cuya representación ejerce.

4- En los últimos cuatro años de la gestión Accastello, el Deliberante sancionó sendas ordenanzas otorgando a dos entes cuantiosas sumas en concepto de subsidios.

Cada ordenanza disponía un régimen de rendiciones de cuentas que fue violado impunemente.

Fueron más de 60 millones de pesos que se gastaron, desvergonzada e indecentemente, sin control legal.

Los mismos concejales (abroquelados en el despotismo que les otorga el número), que habían votado la ordenanza, consintieron con su impasibilidad este verdadero crimen de la democracia.

Por supuesto que esos concejales fueron apañados por la actitud contemporizadora y cómplice de otros funcionarios y la omisa y degradante inactividad de la Justicia.

5- La decisión de establecer un nuevo régimen de rendición de cuentas, en el marco de una política de “borrón y cuenta nueva” equivale a otorgar a quienes se burlaron de la ley, las mieles del perdón y del olvido. Los funcionarios que no rindieron las cuentas cometieron una fechoría de lesa democracia.

Sin embargo, algunos de ellos hoy siguen rigiendo la vida institucional de esos entes, como si nada hubiere pasado.

6- Hagamos un rápido repaso: a) Los tribunos oficialistas, que fueron electos para controlar, fiscalizar, abortan la continuidad de la constatación de las “conciliaciones bancarias”. b) A pesar de que la gestión del estacionamiento medido nació de un entramado corrupto (falsificación de firma), y del escandaloso abuso de su extensión hasta 2019, los beneficios de la operatoria no vuelven a los vecinos que la sostienen. c) Los concejales de la mayoría se niegan tenazmente a una auditoria externa. d) Tampoco permiten auditar las tenebrosas actividades del Eninder. e) Se cierra la “unidad básica accastellista” enmascarada cínicamente con el eufemismo “Casa de Villa María en Córdoba”, pero seguimos sin saber cuánto le costó a la ciudad tal ilícita e inmoral aventura. f) Durante años el IMI se manejó con un Reglamento de Compras y Contrataciones fraudulento. g) Nunca supimos el costo real de cada una de las denominadas “250 Viviendas”. h) Se ocultó el desaguisado de los juicios por el impuesto “a la valija” que la administración actual debe seguir pagando. Podríamos seguir un buen rato enumerando ejemplos: Parque de la Vida, Jardín Botánico, ploteo ilegal de los ómnibus del transporte urbano, despilfarro generalizado de fondos públicos en propaganda política, propaganda que terminó beneficiando a esos mismos concejales y tribunos que rechazan las auditorías propuestas.

Cada negativa de revisión de la gestión accastellista equivale a amputar selectivamente la historia de la ciudad.

7- La terca y torpe actitud de los concejales y tribunos oficialistas de obstruir toda investigación respecto a la gestión municipal de los últimos años, obedece, sin lugar a ninguna duda, al temor, a la pavura de que queden al descubierto las lacras y estigmas de sus propias acciones.

La “protección judicial” de la que gozaron y siguen gozando no les es suficiente. Les espanta que se abra una ventana y la luz del sol ponga al descubierto la inmoralidad intrínseca de muchas “acciones de gobierno”.

8- El espanto que hoy embarga a estas circunstanciales “mayorías” les impide comprender que el poder de la corrupción es malbaratar la energía del ser y del bien del conjunto social.

Tal poder se destruye a sí mismo, al destruir aquel bien que es su materia. Si es cierto que la política es (o debiera ser) intrínsecamente moral, la primera condición política de un buen político es la de ser justo.

Amputar la historia de la ciudad es renunciar a lo justo y a lo honesto. Es promover una antinomia entre el ayer y el hoy, que terminará frustrando cualquier proyecto de cualquier gobernante de conducir a nuestro municipio hacia el bien común de sus vecinos.

(*) extribuno, vecino