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De bosques y praderas

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De bosques y praderas

En la plenitud de Calamuchita, este pueblo de fragancias centroeuropeas disfruta de un entorno fabuloso. Grandes arboledas, arroyos y quebradas alfombradas en césped, con las Sierras Grandes de fondop16 f1

Escribe: Pepo Garay ESPECIAL PARA EL DIARIO

Calamuchita es ancho y hondo, el valle de las grandes extensiones, el que en un territorio abismal conecta a las sierras con el llano, a la montaña con el campo, a las postales magníficas con el hombre urbano, aburrido de ver todos los días lo mismo, y que aquí, por fin, sonríe. Hay que darle las gracias a la región, y a los pueblos que le otorgan buena parte de su encanto.

Como Villa Berna. Esa aldea ubicada en el corazón calamuchitense, 28 kilómetros al oeste de Villa General Belgrano y del movimiento que genera la ruta provincial 5 (columna vertebral del circuito de esta zona de Córdoba), muy cercana a las Sierras Grandes y al coloso Champaquí, que con sus casi 3.000 metros de altura vigilia el entorno a su antojo, dictando el panorama.  

Ahí, arraigada en un escenario de cerros inmortales y faldas impolutas, la localidad respira armonía el año entero. En invierno con la nieve que a veces le baña la silueta de relieve ameno, cabañas, calles de tierra, cercas de madera, arroyitos y bosques portentosos. En verano, con las aguas de los cercanos ríos Del Medio y Los Reartes, que bajan gambeteando rocas y tirando versos, hasta dormir la siesta gorda en el Dique Los Molinos.

Lo cierto es que poco hay para hacer en Villa Berna, más que contemplar las sierras en todo su esplendor, acariciar su sustancia y caminar libremente. O sea, todo. ¿O no es eso lo que buscamos al acercarnos a las montañas mediterráneas? Pues bien, el caserío resulta el lugar ideal para tales menesteres. Y es que desde cualquiera de sus rincones arroja eso: praderas suavecitas que dejan ver las cadenas de roca de los fondos, siempre adornadas en su entorno inmediato por los ya citados bosques.

 

De Suiza a Córdoba

A más de 1.350 metros de altura sobre el nivel del mar, lo frondoso viene con pinos y eucaliptus, y abedules, y robles, y zarzamoras, y frutales varios. Algunas de estas especies fueron traídas desde el corazón de Europa, por aquellos inmigrantes que en Calamuchita encontraron su lugar en el mundo.

Es el caso de Margarita Kellemberg, una suiza que allá por la década del 40 compró una vasta cantidad de terrenos entre las quebradas, y bautizó al paraje en homenaje a su Berna natal. Al tiempo llegaron las casitas, y luego las cabañas con pileta, algunos campings y un puñado de restaurantes, almacenes y otros emprendimientos orientados al turismo, como el que ofrece caballos en alquiler.

Hace rato que Margarita ya no disfruta el duende de Villa Berna. La posta se la pasó al viajero.

 

Cómo llegar

El camino más corto para arribar a Villa Berna desde Villa María es por Villa General Belgrano (a 185 kilómetros de nuestra ciudad) vía Embalse. Una vez en la localidad del “Oktoberfest” hay que dirigirse por el camino que va a Los Reartes. Dos kilómetros antes de llegar al pueblo, aparece la rotonda que marca el comienzo de la ruta (totalmente asfaltada y en perfectas condiciones). En tenue subida en dirección a La Cumbrecita, son 26 kilómetros de marcha, pasando antes por los parajes de Atos Pampa e Inti Yaco

Si el arribo se produce por el norte (a través de la variante Ruta 9 – Pilar – Alta Gracia – Dique Los Molinos), se debe pasar Villa Ciudad Parque y unos cuatro kilómetros antes de llegar a Villa General Belgrano, doblar a la derecha. Desde este punto (ruta provincial 5), son unos 30 kilómetros hasta Villa Berna.