Por el Peregrino Impertinente
Desde tiempos inmemoriales, los vascos se han caracterizado por su entrega, su capacidad de trabajo, su espíritu de lucha. Así las cosas, habría que ver por qué le dicen “Vasco” a Olarticoechea, que será un muy buen tipo, pero como técnico de fútbol es más feo que tener una coito con Rodríguez Larreta.
Producto de ese carácter indómito, los habitantes del pequeño país ubicado entre España y Francia han podido conservar el uso del euskera. Un idioma milenario y de origen aún desconocido, que en la actualidad es hablado por buena parte de la población vasca y que crece día a día, igual que las ganas de agarrar al que inventó el Pokemon Go e inflarlo a trompadas.
En Euskal herria (lo que en castellano podría traducirse como “país del Euskera”) dicen “ongi etorri” en vez de “bienvenido”, “zorrionak” en vez de “felicitaciones” y “eskerrik asko”, en vez de “gracias”. De ello se deduce que para aprender esta lengua cautivante y enrevesada hasta la médula hay que ser muy picante pa’ los bollos.
“Aekxo arrkeak”, dice entonces el vasco y uno, ahora consciente de la complejidad del hablar en aquellas tierras, le pregunta qué significa el término “Nada, pasa que estornudé y me tragué un cascarudo al mismo tiempo”, contesta el brioso euskaldun, muy suelto de cuerpo.
A quienes les interese la lingüística, seguro encontrarán de utilidad saber que el euskera es uno de los idiomas más antiguos del mundo y el único de Europa occidental que no posee raíces indoeuropeas. Castellano, chupate esa mandarinoak.