
A las 21.30 plasmará su repertorio de humor y música variada elaborada a base de sus característicos “artefactos exóticos”

-Hace mucho que no actúa por nuestra ciudad.
– Sí, es cierto. Pero ahora se ha dado porque estamos en gira por Córdoba, Río Cuarto y Villa María con el nuevo espectáculo.
-¿De qué va “La guitarra indomable”?
-Cuenta con nuevas canciones de distintos géneros desde el bolero, el tango hasta el folclor (sic), monólogos, poemas y, por supuesto algunos artefactos musicales exóticos.
-¿Cuáles, por ejemplo?
-No querría decir demasiado para que se pierda la sorpresa, pero te puedo contar de la “flauta capicúa” que se toca de a dos. Ahí interviene mi hijo Lucas, quien hace un personaje en el show. Es el actor y humorista y ha trabajado en el teatro infantil.
-¿Su ingreso surgió espontáneamente?
-Fue bastante natural. El empezó de asistente de escenario y de golpe empezó a cubrir una historia dentro del espectáculo hasta que se sumó a compartir instrumentos. También me está ayudando a hacer el guión de una película (que transcurriría en San Luis o en Córdoba, dentro del género de absurdo), y en unos cortos o micros que, en principio, lo pensamos para Internet.
-Sobre ese tema, ¿cómo ve a los nuevos cómicos que surgen en las redes sociales?
-No me asustan ni me preocupan los formatos nuevos o diferentes, sino más bien qué hacen con esos productos. Es cierto que “estandaperos” por la web hay miles y se van reproduciendo como Pokémones (risas). Pero lo importante es lo que ofrecen porque, en el fondo, es un hecho artístico. Y veo que hay pibes que tienen mucha polenta.
-¿No observa que compiten con sus propuestas?
-Entiendo que no porque lo que hacen pertenece a lo efímero de la web, a la velocidad del olvido, mientras que en el teatro se deja cierta marca, una huella. Además, en mis shows, hay mucha interacción con el público.
-¿Y cómo se compone su audiencia en estos momentos?
-Es inclasificable, porque hay un sector de muy veteranos que me siguen, matrimonios jóvenes y algunos chicos rebeldes que van, hasta niños, quienes se pueden enganchar más con la cuestión corporal o la expresividad. Mi humor permite que puedan ir todos. Es bien sano.
-A pesar de ser un cómico, sus puestas tienen mucho de un recital de música, porque le piden sus “hits”.
-Es cierto. Hay cosas como ya establecidas. Siempre que termino, saludo y tengo que volver a hacer “Corbata roja punzó” en el bis. Es un clásico. Aunque más allá de ese tema, no he tenido golpes de éxito, digamos. De todos modos, tengo una base muy sólida de reconocimiento a donde voy. Tampoco soy un bicho televisivo que está todo el día en pantalla, a pesar de que no reniegue de la tele.
-Tampoco hay muchos programas de humor actualmente
-No, casi nada. Sí hay muchos animadores que intentan ser graciosos. Pero una cosa es ser humorista y otra cosa es intentar ser gracioso, que funciona hasta cierto punto.
-¿Cómo testea el nuevo material, con familiares o conocidos?
-A veces los que están más cerca son los peores (risas). Las veces que he probado con allegados pasó que no se reían de algunas cuestiones que en público sí funcionaban, o al revés. Por eso, lo que hago es mechar cosas nuevas en los shows ya probados para ver cuál es la reacción.
-¿Y respecto a otros países, reaccionan a chistes o historias diferentes?
-No te creas. En mi carrera he recorrido mucho afuera, como Chile, Uruguay, Perú, Colombia y hasta Miami, donde teóricamente somos absolutamente diferentes. Sin embargo, se ríen y los motivan historias y circunstancias muy comunes a las nuestras.
Entradas. A $270 y $300 en Hipólito Yrigoyen 329.