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Escenario cinco estrellas made in Villa María

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Escenario cinco estrellas made in Villa María
Javier González en el escenario de 6x12 metros donado a El Globo Rojo por el gobernador De la Sota

El Globo Rojo Club de Arte que coordina el actor y pedagogo Javier Adrián González, ha sido galardonado por el Instituto Nacional del Teatro (Presidencia de la Nación) en el marco del “Concurso provincial para el reconocimiento de gestión de salas de teatro independiente”. El premio recayó sobre tres espacios de La Docta, uno de Río Cuarto y el de nuestra ciudad, puntuado como el mejor del interior de la provincia

 

 Javier González en el escenario de 6x12 metros donado a El Globo Rojo por el gobernador De la Sota
Javier González en el escenario de 6×12 metros donado a El Globo Rojo por el gobernador De la Sota

No hay silencio comparable al de una ciudad dormida o al de un estadio vacío. La ausencia de sonido en esos lugares, en nada se parece a la del campo. Acaso porque aún conserva en su seno el eco de una multitud que ya no está, o porque sin esa estridencia que es su más íntima “banda de sonido”, esos lugares se vuelven súbitamente enrarecidos.

Algo parecido siento al entrar, un jueves a la mañana, a la antesala de El Globo Rojo. Porque una vez allí, parado frente a los afiches de viejas obras, me veo ante las risas de multitudes que ya se apagaron: “El avaro”, “De vestido”, “300 millones”… Al cabo de un rato y por una rara alquimia en la ecualización del aire, los viejos aplausos vuelven a zumbar como un instrumento apenas perceptible tras la música de los días.

Es entonces cuando irrumpe Javier y con su voz pulveriza toda posibilidad de oír el pasado. Acaso porque su saludo es puro presente, pero también (me digo) porque es como si actualizara el “audio” de los 42 años del Teatro Estable, con todas las obras que pasaron, con todos los elencos y todos los aplausos. Su voz de tenor se parece a “la voz del estadio”, que aún ante las gradas vacías ya presagia o convoca a toda una multitud.

Y así, tras contarme brevemente lo del premio con el que acaban de distinguir su sala, me dice: “Esto es El Globo Rojo y esto es el Teatro Estable; los afiches que estás viendo, esas obras pensadas con un sentido social y pichoniano (por Enrique Pichon Rivière, padre de la psicología social). No son obras pasatistas para adormecer conciencias como se planteaba en el menemismo; tampoco son obras complicadas para los intelectuales. Estas son comedias o tragedias que dialogan con la gente y su tiempo de manera directa. Si hemos hecho “El avaro” de Molière, no ha sido sólo para reírnos sino para poner en el tapete el materialismo de estos tiempos. Y si pusimos 40 funciones de “300 millones” de Arlt, fue para que reflexionemos sobre la pobreza; no sólo lo material sino la intelectual que es en definitiva la que nos está matando. Esto es El Globo Rojo y esto es el Teatro Estable. Etica y estética comprometida con el pueblo y el pensamiento”, me dice este hombre como si leyera un manifiesto. Y al hablar, no podría decir con certeza si Javier Adrián González está emocionado o si está actuando como alguien que lo estuviera.
Pero luego me digo que, para alguien como él donde vida y teatro son una misma cosa, la diferencia entre “vida real” y “vida representada” es apenas un detalle de adjetivos, una mera diferencia en lo que atañe a “escenografías”.


Señoras y señores, con ustedes la mejor sala del interior

Entonces le vuelvo a preguntar por el premio y cómo es que su sala (estrenada hace apenas 6 meses) está entre las cinco mejores de la provincia. Y Javier, haciendo un además de “pasen y vean”, me conduce al interior del “Nuevo Globo Rojo” como diciendo “comprobalo vos mismo”. Y así, atravesando un encristalado pasillo azul al aire libre tengo la oportunidad de adentrarme en un ámbito tan clásico como moderno, donde una platea art-decó para 86 localidades (86 butacas centenarias donadas por el viejo cine de Etruria) supervisa un inmenso tablado bajo tachos de luces de última tecnología. “Todas prende -me dice Javier riéndose- pero no nos dieron el premio sólo por las instalaciones sino por el trabajo en la formación de actores, por la calidad de las obras y el carácter social ininterrumpido del grupo. Y si no, fijate en los promedios…”.

Y Javier, como un chico orgulloso de su libreta de calificaciones, me muestra el texto con el top-five provincial. “Primer puesto para “La Chacarita” (de Córdoba) con 9 puntos. Segundo para el “Centro Cultural Independiente María Castaña” (Córdoba) con 8,9 puntos. Tercero el “Espacio Cirulaxia” (Córdoba) con 8,8. Cuarto “El Globo Rojo Club de Arte” de Villa María con 8,7. Y quinto “El Mascavientos” de Río Cuarto con 8,5. O sea que podés poner sin miedo que El Globo Rojo tiene la mejor sala de teatro independiente del interior de Córdoba”.

– ¿Lo pongo así, entonces, sin que me tiemble el pulso?
– Sí, por favor, ponélo así porque no lo digo yo… ¡Lo dice el Instituto Nacional del Teatro! Y quiero que esto se sepa porque es un reconocimiento que nos da muchísimo orgullo, tanto por nosotros como para aquellos que han aportado a este proyecto. Hoy tenemos 62 empresas y comercios que nos auspician para seguir adelante y este es un modo de retribuirles a ellos y a las 150 familias que nos componen. Porque entre el proyecto del Teatro Estable y las tres escuelas (de Teatro, Danza y Música) tenemos 150 miembros.

– También hay aportes oficiales ¿No?
– ¡Claro! Tenemos el aporte invalorable del Ministerio de Cultura de la Nación, la Agencia Córdoba Cultura, el Instituto Nacional del Teatro y la Municipalidad de Villa María. En su momento, el Eninder también nos dio una mano enorme. Pero El Globo Rojo es un emprendimiento que todavía se está pagando.

– ¿Te referís a la sala?
– Sí, a la sala y al mantenimiento. Es un presupuesto muy grande pero hay un compromiso a tres años todavía. Por eso es que muchos de nosotros hemos pedido créditos. Pero creo que le estamos devolviendo con creces a la comunidad, porque con este tipo de premios Villa María puede sentirse orgullosa de su teatro.

 

Para que Dios ya no atienda sólo en Buenos Aires

Javier González en el patio de El Globo Rojo
Javier González en el patio de El Globo Rojo

– A propósito del elenco, ¿cómo es que pasaron de hacer obras pequeñas a estrenar “Esperando la carroza” con 15 actores y cinco técnicos?
– Se debe a que el año pasado estuvimos muy disgregados, haciendo tres proyectos de manera separada tanto en la sala como en las escuelas. Y al empezar el año, nos dijimos: “Vamos a unificarnos porque hay que pagar El Globo Rojo”. Y con ese criterio estrenamos “Esperando la carroza”. En esta obra, los actores pertenecen no sólo al Teatro Estable sino también a la Escuela de Teatro. Los más jóvenes aprenden un montonazo al lado de los que tienen más experiencia. Y la legitimación que les da el aplauso y la carcajada los motivan para seguir este camino.

– Entonces, el dinero recaudado en estas funciones es crucial de cara al futuro…
– ¡Es como oxígeno! Por eso tenemos que aprovechar el éxito que venimos teniendo. El año pasado hicimos más de 40 funciones de “300 millones” y tuvimos más de 2.300 espectadores. Pero necesitábamos guardar la plata para cancelar deudas. No te olvidés que de diciembre a febrero el teatro se muere pero las boletas siguen llegando…

– Hablaste de dos mil tresciendos espectadores en 40 funciones ¿Son números comunes para una ciudad como Villa María?
– ¡Ni para Villa María ni Córdoba son comunes! Pero quiero decirte que estos números y este crecimiento tiene que ver con un proyecto de gobierno que ha priorizado la federalización de la cultura. Pensá que hasta hace poco, Dios atendía en Buenos Aires y, para nosotros, en Córdoba capital. Por suerte ahora eso está cambiando. Córdoba siempre se quejó de Buenos Aires pero jamás le abrió la puerta a los teatros del interior. Nosotros hemos decidido no quejamos y adoptar un posicionamiento estético e ideológico completamente diferente. Y creo que con este galardón hemos dado un gran paso en pos de la autonomía.

– ¿Ha crecido el teatro independiente en la ciudad?
– Villa María ha crecido en todos los sentidos y el teatro no ha sido la excepción. Esta última intendencia ha potenciado todo a niveles impensables. El teatro se multiplicó en producciones independientes, salas y una gran diversidad estética. Y eso es buenísimo porque las diferencias te permiten crecer. Por otro lado, el aporte de la UNVM ha sido decisivo. Y gracias a ella, Villa María se ha vuelto epicentro cultural de la región. A nuestro centro por ejemplo, viene gente de Bell Ville, de Marcos Juárez, de Chazón y de Etruria. Son personas que viajan dos veces por semana a tomar clases, algo inédito y fabuloso…

– La última pregunta es personal ¿Qué pasa con Javier González que ya no se sube a las tablas?
– Pasa que el proyecto actual necesita una presencia muy fuerte en gestión, y por eso he tenido que desdoblarme. Sólo estoy abocado a la dirección y peleando para hacer crecer este club de arte. De momento esas son las prioridades. Pronto vamos a terminar de pagar El Globo Rojo y cuando no haya más deudas, voy a subir. Estoy seguro que voy a volver a subir…

Iván Wielikosielek