Parafraseando a la porta norteamericana Emily Dickinson, podríamos decir que para hacer un Día de la Primavera, hace falta un poco de sol, unas canciones y un grupo de jóvenes; pero si faltan las canciones (e incluso el sol), con los jóvenes sólo bastará.
La cita obligada, en Villa María, es la costanera: un clásico. Guitarras, pelotas, grabadores, juegos, asado, jarras que vienen y van, selfies, risas, chistes, besos, guiños…
Un paseo de no más de veinte cuadras a la vera del Ctalamochita sirve para tomarle el pulso el mítico 21 de septiembre, que, con el paso de los años no ha hecho más que sumar chicos y chicas de distintos puntos cardinales del país a la tradición: la primavera se ha vuelto más “cosmopolita” en la Villa; las universidades (UNVM y UTN) y los terciarios convocan y el calendario hace el resto.
A la pregunta: ¿de dónde son? La respuesta es, invariablemente “¡De todos lados!”.
Cientos de chicas y muchachos le pusieron color al río, como si de una convención de pájaros migrantes y domésticos se trataba, que se encontraran para celebrar la siempre renovada fiesta de la juventud.
Una guitarra pinta una chacarera y una pareja baila descalza sobre el pasto de la bajada Entre Ríos; a unos pocos metros, dos jóvenes juegas con sus perros lanzando palos al agua; palos que los canes corren a buscar; en el mismo sector, un grupo de estudiantes de Enfermería baila al ritmo de un tema que propone un equipo de música. Postales… Un grupo de trabajadores que prefieren no develar dónde laburan hacen un asado mientras disfrutan del paisaje, visiblemente agradecidos del calor que deja al aire hombros, piernas y cabelleras…
Postales de primavera.
Niños trepan a las ramas del enorme ombú que se yergue en medio de la arboleda de diversas especies que hay al lado del Balneario; algunas familias matean; éste va con sus rollers, aquellos con sus bicicletas.
Postales del Día de la Primavera, Día del Estudiante, Día del Fotógrafo, Día del Artista Plástico…
A pocos metros de allí la ciudad sigue con su rutina diaria; como cualquier ciudad. A la vera de la costanera también, pero del lado del cemento, discurren como cada día las dudas, las cuitas, las disputas, los problemas: Pero a orillas del río que besa a la ciudad, la gente joven le puso ayer una pausa a la centrifugadora y se fugó en una canción, en una risa, en una promesa de amor. Porque comienza la primavera, la estación que remite al renacimiento, al rejuvenecimiento, a la renovación, a la resurrección. En la literatura es muy frecuente que la primavera represente la juventud, esa época de la vida en la que una persona está en la «flor de la vida».
Ayer, a la vera del Ctalamochita, todo era renacer. La flor de la vida se abría al sol entre canciones, risas y brindis, en ese punto justo en el que el hombre se siente eterno.