
Los carburantes a base de soja, palma o colza terminan generando hasta un 80% más de emisiones que los tradicionales, según los datos derivados de un informe elaborado por la propia Unión Europea, que fomenta estos combustibles para reducir el impacto del transporte en el cambio climático. La siguente advertencia fue escrita por Lucía Villa, para el diario Público, de Madrid
Los biocarburantes, que son combustibles para el transporte producidos a partir de cultivos y en teoría más respetuosos con el medio ambiente, se están revelando como una fuente de energía más contaminante que los combustibles fósiles a los que quieren sustituir y un verdadero problema para las políticas europeas de reducción de emisiones.
El año pasado, la Unión Europea ya aprobó limitar el uso de los biocarburantes que proceden de cultivos alimentarios como la colza, la palma o el trigo por el importante impacto que están teniendo sobre el precio de los alimentos. Pero, además de agravar el hambre en el mundo, estos agrocombustibles tampoco están aportando soluciones al problema del cambio climático.
Una investigación encargada por la Comisión Europea y publicada el pasado abril refleja que, al contrario de lo que se venía considerando, el uso de algunas de estas materias primas para producir combustible está resultando altamente contaminante.
En principio, los biocarburantes emiten mucho menos C02 de forma directa a la atmósfera que los combustibles tradicionales, pero los cambios en el uso del suelo que provocan estos cultivos, con enormes deforestaciones tropicales y el drenaje de turberas asociado, hace que, de forma indirecta, las emisiones de gases de efecto invernadero se disparen.
El caso es especialmente preocupante para los combustibles fabricados a base de palma y soja, dos de los cultivos más utilizados en la producción de biocombustibles. El informe de la UE revela que, sólo derivados de los cambios en el uso de suelo, el primero emite 231 gramos de CO2/MJ y el segundo 150. Para hacerse una idea, la legislación de la Unión Europea calcula que las emisiones generadas por los combustibles fósiles como la gasolina son de 94 gramos de CO2/MJ. Es decir, que los efectos para el clima terminan siendo mucho peores si se utiliza palma en lugar de petróleo.
El maíz y la caña de azúcar, a salvo
No todos lo biocarburantes contaminan igual. El maíz, la remolacha o el azúcar de caña (utilizados para producir bioetanol) no emiten tantos gases de efecto invernadero y los hay, incluso, que ayudan a mitigar el cambio climático, como los cultivos no alimentarios a base de plantaciones forestales, pero son más caros y su cuota de mercado es apenas significativa. En contraste, el biodiésel obtenido con colza, palma, soja y girasol (los más contaminantes) representan casi el 70% del mercado de biocarburantes de la UE.
“Los agrocombustibles se presentan como la solución a los combustibles fósiles cuando en realidad, y salvo contadas excepciones, están agravando los impactos negativos económicos, sociales y ambientales del sistema de transporte europeo y español”, dice Abel Esteban, coordinador de la campaña de bioenergía de Ecologistas en Acción.
La ONG Transport and Environment, de la que forma parte Ecologistas en Acción, ha recogido las conclusiones del informe europeo -que sólo calcula las emisiones indirectas- le ha sumado las emisiones directas y lo ha comparado con los datos correspondientes para los combustibles fósiles tradicionales. El resultado es que, de media, el biodiésel genera emisiones alrededor de un 80% más altas que el gasóleo fósil al que sustituye. Por su parte, el bioetanol es aproximadamente un 30% menos perjudicial, con excepciones como el trigo o la cebada.
“El 76% de los biocarburantes que se prevé se utilizarán en Europa en 2020 arrojan unas emisiones de GEI similares o peores que las de los combustibles fósiles a los que sustituyen”, sentencian desde Transport and Environment.
El problema es la política de apoyo a este tipo de carburantes que se adoptó en la Unión Europea a partir de 2009 en aras de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en el sector del transporte. La política europea no contabiliza las emisiones indirectas derivadas de los cambios en el uso del suelo, sino sólo las emisiones directas; así que, aunque en la práctica los agrocombustibles son más contaminantes, en la teoría se presentaron como beneficiosos para combatir el cambio climático.
La directiva y una modificación
Así, la Directiva de Energías Renovables obligó a los Estados miembros a que para el año 2020 utilizaran al menos un 10% de energía renovable en el trasporte, la mayor parte biocombustibles, además de otros.
A raíz del debate surgido en el seno de la UE por estos cultivos, se modificó la directiva, que limitó el uso de agrocombustibles al 7% y prohibió subvencionarlos a partir de 2020. No obstante, hasta esa fecha se prevé que su consumo siga creciendo. En concreto, España prevé duplicar su importación al final de esta década.
“Incluso después de la reforma se prevé que las emisiones del transporte europeo aumenten en 2020 un 4%, debido exclusivamente al impacto de los agrocombustibles”, señala Ecologistas en Acción, que denuncia que se estarán ocultando “las emisiones equivalentes a 12 millones de vehículos adicionales en nuestras carreteras”.
Para capacitacion – Cooperativas incluidas – Programa Crédito Fiscal 2016
El Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación presentó ayer en Córdoba los alcances del Programa Crédito fiscal 2016 para la capacitación en el ámbito del trabajo. “Las empresas y cooperativas de trabajo que presenten proyectos con el fin de fortalecerse mediante acciones de formación continua, recibirán certificados de crédito fiscal para cancelar obligaciones de AFIP”, detalló Graciela Aparicio, de la Gerencia de Empleo y Capacitación Laboral de la cartera nacional.
El programa cuenta con un financiamiento global de $200 millones para todo el país y los proyectos de capacitación que resulten aprobados podrán contar con un financiamiento de hasta $500 mil por empresa.
El crédito servirá para cancelar obligaciones fiscales emergentes del Impuesto a las Ganancias, Ganancia Mínima Presunta, IVA y gravámenes internos.
La presentación se desarrolló en el salón de actos de la Municipalidad de Córdoba. Allí, Aparicio explicó al diario especializado y cooperativo Comercio y Justicia que el programa se instrumenta por medio de la Dirección de Empleo y Capacitación Laboral del municipio y que los créditos fiscales se dan mediante convenios que se realizan con la Subsecretaría de Políticas de Empleo y Formación Profesional del Ministerio de Trabajo de la Nación.
La funcionaria especificó que las empresas interesadas deberán presentar un proyecto. Pueden hacerlo micro, pequeñas, medianas o grandes empresas, así como cooperativas de trabajo. Un dato destacable es que se podrá capacitar a trabajadores tanto ocupados como desocupados.
Las actividades que una empresa podrá encuadrar dentro del crédito fiscal son cursos de formación profesional; formación para certificación de estudios de nivel primario, secundario, terciario o superior y entrenamiento para el trabajo. También las capacitaciones en prevención de riesgos del trabajo y certificaciones de calidad de procesos, productos y de competencias laborales.
El monto financiable por empresa será, en el caso de las Pymes, de ocho por ciento sobre la suma de los últimos 12 salarios abonados. En tanto que para grandes compañías es de ocho por mil sobre la suma de los últimos 12 salarios abonados. Para las cooperativas de trabajo el monto financiable es hasta ocho por ciento sobre la suma de adelantos de retornos en concepto de retribución del trabajo realizado por los asociados para el año anterior a la presentación.
Para mayor información dirigirse a la Delegación
Córdoba, ubicada en 27 de Abril 351, teléfono (0351) 4231630, e-mail drcordoba@trabajo.gob.ar