La funcionaria habló sobre la muestra que la institución exhibió en el Festival Villa María vive y siente. También se refirió a las nuevas políticas para salir a buscar público y apoyar a los artistas plásticos locales
Escribe Iván Wielikosielek
Especial para EL DIARIO
Como una capilla ardiente consagrada al arte. Así lucía la carpa del Museo Bonfiglioli en el paseo festivalero del Parque de la Vida. Y allí, en sus paredes de plástico, colgaban las pinturas de Cecilia Orso y Natalia López; Sofía Toribio y Fabiana Romano; Soledad Pérez, Esteban Martínez y Juan Aquilanti. Pero también las fotos de Ulises Vasmulakis, Ana Paula Godoy, Emiliana Sinigaglia, Laura Belomo, Walter Civell y Carolina García; junto a las esculturas de Gabriela Manfredi. Y al fondo, como un iglú de todos los sentidos, una invitación al viaje: la instalación de Josefina Ancarani: “Entropía”. Todos artistas locales.
En medio de la producción villamariense, dos muestras de gran factura: ilustradores de Buenos Aires y las fotos del cordobés Fino Pizarro; una fabulosa serie de retratos de la cultura argentina y de la Docta. (Mención aparte merecen las fotos a Leonor Marzano con el piano del cual surgió el cuarteto, la de Alberto Cognini creador de la revista “Hortensia” y la del pintor Carlos Alonso).
Es mediodía y la entrevista es con la guardiana de la capilla-iglú del arte visual, Analía Godoy, actual directora del Museo Bonfiglioli.
-En enero hubo una experiencia de carpa en un espacio público. ¿Hicieron un balance positivo?
-Totalmente. La carpa que vos decís fue para el Festival de Peñas y muchos artistas pudieron vender obras en ese contexto. Sin embargo, esta es diferente, ya que el objetivo no es vender sino salir al encuentro de nuevos espectadores. Desde el museo tenemos una política de puertas abiertas con actividades en los barrios y talleres de niños exploradores. Quisimos que la gente tuviera un contacto directo con las artes visuales.
-¿Cuál fue el criterio de selección de los artistas?-Invitamos a los pintores y fotógrafos de la carpa pasada y también al grupo que participa de una clínica, la del artista cordobés Lucas Di Pasquale que se dicta en el museo. Son los artistas que, además de cumplir con requisitos de exposiciones y vigencia, se siguen preocupando por su formación.
-Hay muchas fotografías en la muestra ¿a qué se debe?
-A que la escena de las artes visuales se ha transformado completamente. Esta vez se ha sumado la fotografía y su presencia en los museos es muy fuerte. Los fotógrafos ya son tan importantes como los pintores o los escultores.
-¿Cuál ha sido la repercusión de la carpa?-Hubo mucha circulación y no dejo de sorprenderme la cantidad de gente que hace cola para entrar en la instalación de Josefina Ancarani. Eso nos permite pensar para el próximo año en más muestras interactivas. Porque mucho público anda apurado y muchas veces no se detiene. Y obras como la de Josefina te llaman a pararte, a entrar, a vivir una experiencia.
–Decís que el objetivo de esta carpa no fue vender obra ¿te preguntaron precios?
-Sí, hubo muchos interesados en adquirir obra. Y si bien la carpa es una extensión del museo, hemos hecho también de nexo entre los posibles compradores y los artistas.
-¿Una reflexión final?
-Que esta carpa, con todo su interés y encanto, es producto de una gestión que apuesta decididamente por el arte y la cultura villamariense. Y este es un hecho inédito que esperemos se repita muchas veces más.