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Villa María se funde en un abrazo de zamba

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Villa María se funde en un abrazo de zamba
Las peñas siguen convocando a multitudes cada verano

En el año que se va, las peñas folclóricas emergieron en la ciudad y llenaron de mística distintos espacios. El Festival de Peñas, que llega a su edición 50 y el martes anuncian la grilla, sin dudas marcó el camino de este tipo de eventos, ahora influenciados por la formación universitaria y las academias de danzas

Foto gentileza de Tania Bustos
Foto gentileza de Tania Bustos

“Será un verdadero impacto en Villa María porque se lo proyecta para que sea y tenga carácter de verdadero festival, no solamente en lo artístico sino porque ya se ha creado en el ambiente la emoción y el entusiasmo de algo que se perfila hacia lo que significa un gran acontecimiento nacional, y el monumental anfiteatro será testigo reverente de vertientes cantoras y guitarreras que llegarán a Villa María para saludarla en su centenario”.

El público se animó a bailar en la primera peña bolichera de Cuerda y Cuero
El público se animó a bailar en la primera peña bolichera de Cuerda y Cuero

Impacto, emoción, entusiasmo. ¿Se habrá imaginado el autor de estas palabras, esbozadas a finales de los años sesenta, la realidad que viviría la ciudad cincuenta años después?

Las declaraciones son del recordado Tito Suárez, herrero de oficio y guitarrero, uno de los impulsores del primer Festival de Peñas y las evoca Rubén Rüedi al encabezar uno de los capítulos de su libro “Noches serenateras” (Ferreyra, 2010).

El hombre, que Otero Wilson eligió nombrar en la zamba que rinde homenaje a Villa María, encendió con mística guitarrera su taller de calle Rivadavia, contando en esas reuniones con la presencia de los artistas que pasaban por el Anfiteatro pero que preferían quedarse a compartir ese momento entre amigos.

Incluso antes de eso, según cuenta Rüedi en el mismo libro, un profesor de danzas folclóricas llamado Rino Bianchi había creado la peña El Lazo. Donde funcionaba este espacio se generó la primera reunión de la Peña Talamochita, antecedente directo de lo que luego iba a ser el Festival.

Sin dudas, los antecedentes culturales históricos ayudan a comprender el boom peñero del último año en nuestra ciudad. Sin embargo, desde entonces, el género folclórico, las características de estos eventos, y la misma localidad han atravesado cambios sustanciales a lo largo del tiempo.

En el año que concluye, hubo un promedio muy alto de peñas con respecto a años anteriores; independientemente de lo que sucede en la semana del Festival, en verano.

Sin ir mas lejos, este fin de semana ser realizó una el viernes (del Cemedi en barrio Almirante Brown), una el sábado (en La Cantina) y otra hoy por la noche (La Callejera en Mundo Rojo).

 

Un encuentro

Una peña es, ante todo, un encuentro. Y cuando muchas personas se reúnen, se vinculan, surgen infinitas sensaciones que son compartidas de forma espontánea e inmediata por estar en un mismo espacio, bailar una misma canción o brindar del mismo vino.

Muchos son las razones por las que se decide realizar peñas, hasta incluso mucha de ellas son con fines solidarios. Hace cuatro años atrás, y con vistas de recaudar fondos para su primer disco, el grupo musical Cuerda y Cuero encaraba su primer fueguito peñero que luego se convertiría en un clásico. “Veo una evolución en el folclore y mucha gente que se ha incorporado, no sólo gente grande sino que también muchos jóvenes”, comienza diciendo Matías Flores, cantante de la banda.

“A nosotros nos pasó algo muy particular este año y fue que tocamos muchísimo más que años anteriores. Esto es porque la gente se anima pero también porque hay una movida, a pesar de que los costos para afrontar una peña son muy altos”, remarcó el joven.

Matías asegura que lo que sucede durante la semana de peñas en el verano “contagia” a la gente que se acerca por primera vez y descubre ese ambiente.

“Por eso siempre encontramos gente nueva en la peña que hacemos en mayo”, comentó el músico, que al referirse estrictamente a lo artístico opinó que Villa María “tiene un nivel altísimo y creo que la universidad fue fundamental en ese sentido, hizo crecer mucho”.

Luego de noches de grandes convocatorias en el Club Rivadavia, Cuerda y Cuero realizó este año por primera vez la “peña bolichera”, en una disco local. Si bien fue con menor asistencia de público pero con una propuesta innovadora para la ciudad.

Uno de los tantos egresados de la carrera a la que hizo referencia el vocalista, es Ezequiel “Ishiku” Infante. Tiene el título de licenciado en Composición Musical con Orientación en Música Popular de la UNVM.

Pero también debemos decir que es santiagueño, guitarrero y que integra grupo Guadal (elenco estable del Instituto de Extensión de la casa de altos estudios) y el conjunto folclórico Shalaku.

Para empezar, define al folclore no solo como lo musical, sino entendiendo el contexto que lo rodea y explica: “En cuanto al estudio del género dentro de la carrera, se le da más importancia en estos últimos cinco años que antes”.

“Esto hizo que dentro del ambiente universitario se genere algo bastante comunitario, donde hay peñas en las que todo el mundo baila y no sólo el que sabe, porque es un momento para compartir. Eso se nota sobre todo en el Peñazón donde se arman rondas enormes y se está de igual a igual”, agregó Ishiku.

El santiagueño radicado en la ciudad también hizo referencia a la movida peñera que sucede durante el Festival, en la costanera, y dijo creer que “falta articular lo que sucede en esas semanas con lo que pasa el resto del año. No están propiciados los espacios para que tengan voz todas las propuestas que existen en la ciudad, ya que el abanico se cierra a lo ultracomercial y festivalero”.

Al momento de destacar un aspecto de la movida folclórica, resaltó que no sólo suenan los géneros más conocidos, que son los del noroeste argentino, sino que también aparecen sonidos de cuyo, del litoral, los pampeanos. “La universidad ha traído gente de cada rinconcito y cada uno en su instrumento trajo su música”, concluyó.

 

Cuerpos que dicen

La danza también es una expresión artística importante en los encuentros festivos de tinte folclórico. Si bien en Villa María coexisten diversas escuelas de danzas tradicionales, la cuestión del baile, tal como coincidieron los anteriores entrevistados, trasciende lo estrictamente académico ya que mucha gente se incorpora desde otro lugar y con otro sentido.

Lía Pereyra se presenta como “militante de la danza”. Este año participó en un festival internacional en Italia, representando a nuestro país junto a un elenco de Córdoba, a demás de dictar y tomar clases de folclore y tango en distintos espacios de nuestra ciudad.

“Creo que Villa María es culturalmente muy activa con estas cosas, y siempre estuvo presente la herencia de lo que fue el Festival de Peñas en su comienzo, que difiere mucho de lo que es ahora”, comenzó diciendo la bailarina, que afirmó que este año “se rompió con una lógica que venía existiendo en las peñas”.

“El Estilóbato en su momento se paro desde otro lugar del folclore, y eso viene a replicarse y aumentar más todavía la apuesta en el Peñazón, donde se conjugan otras expresiones culturales, o en espacios como la Santa Sede o El Rejunte”, expresó Lía.

Al opinar sobre los once días de peñas que transcurren en la costanera durante el festival, dijo: “Musicalmente hablando, en el verano te encontrás con distintas bandas que suenan iguales y como espectadora me cuesta mucho encontrarme todos los días yendo a escucharlas. Yo ya no quiero ejercer el rol pasivo de espectadora, yo no significa que vaya a levantar la mano y pedir un tema, sino que quiero escuchar el mensaje del que está arriba de un escenario. No importa quien sea, si Peteco Carabajal o un chango que se está iniciando”.

 

¿Capital de la música?

Tras la referencia de los entrevistados, fuimos a conocer la opinión de Claudio Vittore, coordinador de la Licenciatura en Composición Musical de la UNVM, quien destacó que hoy el folclore tiene un lugar central en la carrera.

“Eso lo generaron los estudiantes que vienen de todo el país con su música y con la impronta que se trasladó a las cátedras”, aseguró Vittore.

“Yo creo que Villa María ha cambiado su fisonomía con la existencia de la carrera y eso se ve reflejado en lo que pasa afuera de la universidad con la movida artística-cultural”, comentó el coordinador.

Al finalizar, y queriendo expresar la dimensión que han tomado los géneros musicales emergentes en la ciudad con respecto a la cantidad de habitantes, afirmó: “Sin ánimos de exagerar, creo que Villa María tiene que ser la capital nacional de la música”.

Alternativas

Uno de los lugares a los que se hizo referencia en las entrevistas ya no existe más en la ciudad, como es el caso de El Estilóbato. Fue un espacio cultural que funcionó entre 2001 y 2007 en calle Tucumán (frente al Instituto Bernardino Rivadavia) y se intentó reabrir en 2010 pero no prosperó por inconvenientes con los vecinos de un local céntrico en calle San Juan.

En el caso de Peñazón, es un proyecto cultural autogestionado donde se intentan “generar las condiciones agradables amistosas para compartir canciones, arte y sabores”, según comentan los organizadores de este evento. Este año se desarrolló en tres oportunidades con buena respuesta un público bastante diverso, pero principalmente compuesto por estudiantes universitarios.

 

Todo el año

Peña El Guli. En Intendente Maciel 1182.

Peña La Cantina. Vélez Sarsfield 2680.

La Casa del Folclore. Avenida Carranza y Marcos Juárez (Villa Nueva).